Tras liderar a Estados Unidos en el Mundial, siendo una de las pocas buenas noticias del combinado de Steve Kerr, Anthony Edwards llega a la temporada con una misión: poner a Minnesota lo más alto posible. Los Wolves, en el segundo año del proyecto Rudy Gobert, han entendido que Ant es la cara de la franquicia y le han dado las llaves, sabiendo que puede llevarles al siguiente nivel. Porque él es la respuesta a 25 años de plegarias.
Desde la elección de Kevin Garnett en 1995, con el pick #5, los Wolves han malgastado muchísimas rondas altas, o bien han elegido bien antes de traspasar el pick. Como cuando usaron el quinto pick de 1996 en Ray Allen, al que mandaron a Milwaukee por Stephon Marbury (que duró dos años y medio en Minnesota). En la lotería de 1999 eligieron al ‘español’ Wally Szcerbiak (#6) y William Avery (#14). Años más tarde, en 2005, usaron un pick 14 en Rashad McCants. Ni Avery ni McCants llegaron a 250 partidos con los Wolves. Peor aun, al año siguiente cambiaron el pick #6 por Randy Foye. Brandon Roy fue elegido por los Blazers y fue Rookie del Año.
Similar en 2008 cuando mandaron a OJ Mayo a Memphis con el #3, aunque lograron a Kevin Love, pieza clave en los Timberwolves de la década pasada. Un año más tarde, en el draft de 2009 recordado por todos los españoles, Ricky Rubio salía elegido con el #5 y repetían elección con otro base, Jonny Flynn en el seis. Un pick más tarde los Warriors usaban el siete en Steph Curry, y antes de acabar la primera ronda salían otros dos bases All Star, Jrue Holiday y Jeff Teague. Incluso jugadores de rol como Ty Lawson (pick #18, 2009) salían traspasados. Para 2010 gastaban un #4 en Wesley Johnson, en 2011 el #2 en Derrick Williams y el #9 de 2014 en Trey Burke. DeMarcus Cousins, Tristan Thompson y CJ McCollum fueron elegidos justo detrás.
Desde 2014, eso sí, los Wolves han tenido tres pick #1 del draft. El primero lo usaron en Zach LaVine, a quien acabarían mandando a Chicago por Jimmy Butler a los tres años. El segundo, en 2015, en un Karl-Anthony Towns que llegaba como la gran esperanza, y que incluso tuvo tiempo de formación junto a Kevin Garnett. Y por fin en 2020, tras gastar picks top-6 en Kris Dunn y Jarrett Culver, llegaba Anthony Edwards. 25 años más tarde, los Timberwolves tenían por fin un jugador diferencial. Dos décadas y media más tarde, Minnesota está lista para competir otra vez al más alto nivel. Con él pueden acabar años de mediocridad, sequía y desierto en Minneapolis. Y este es su año.
La plantilla que han construido alrededor es digna de mencionar a la hora de hablar de los equipos top en el Oeste. Tienen uno de los juegos interiores más profundos de la conferencia, con Towns, Gobert y Naz Reid desde el banco. Un base capaz de liderar la ofensiva sin hacer ruido en Mike Conley, y especialistas defensivos en constante evolución. Jaden McDaniels es candidato a sorpresa del año y tanto Nickeil Alexander-Walker como Kyle Anderson pueden aportar en ataque. Se unen jóvenes talentos del nivel de Leonard Miller o Jordan McLaughlin y estos Wolves pueden soñar con repetir lo que hicieron a principio de siglo.
Porque entre 1996 y 2004, Minnesota enlazó ocho temporadas consecutivas de playoff. Cayó en primera ronda en las primeras siete, pero Kevin Garnett y Flip Saunders hicieron soñar a todo un estado en ese 2004. Fueron el mejor récord de la conferencia y segundo de la NBA, KG fue el MVP de la temporada y se plantaron en las finales del Oeste donde se encontraron con Shaquille O’Neal y Kobe Bryant en búsqueda de su cuarto anillo. No volvieron a jugar un partido de playoffs hasta 2018, con Jimmy Butler, aunque ahora han enlazado dos temporadas seguidas entrando en primera ronda (4-2 v Memphis en 2022, 4-1 v Denver en 2023).
Son el único equipo que llega a la temporada con 5-0, algo que podrían igualar los Warriors si vencen esta noche ante los Spurs. El equipo entra en el curso capacitado, convencido y ajustado. Y con las ideas claras: este es ahora el equipo de Anthony Edwards. Porque los Wolves llevan años rezando por alguien como él, y una vez llega, toca cuidarlo.
