Música

Ian Siegal quitándose la resaca en la Nave 9 – El Correo


Casi no vamos, por no estresarnos con los horarios ni madrugar, pero ahí estuvimos puntuales este mediodía de domingo en el bar del Museo Marítimo, el Nave 9, que se llenó de parroquianos y cuya terraza apuntó sus mesas a lo que se veía desde amplia la cristalera del local, donde dio uno de los mejores conciertos del año, así como suena, el bueno de Ian Siegal (Portsmouth, Inglaterra, 1971), protagonista de un recital de blues, folk, country, soul, ¡y gospel!, que anonadó a la parroquia durante sus 18 temas en 82 minutos en los que usó dos guitarras, una de ellas un dobro.

El muy sarcástico salió, se sentó en un taburete, bien vestido de negro, con chaleco y chaqueta, con botas de serpiente con las que taconeaba el ritmo como si fuera John Lee Hooker, con el móvil y dos CDs cerca, con anillos en ambas manos y pendientes en ambas orejas, con un tatuaje asomándose por la muñeca derecha, con un afinador a los pies y la copa de vino a mano y siempre rellenada, con un pañuelo estampado negro con el que se quitó el sudor y con un diente de oro brillando por todo el muelle cuando reía mucho. Dijo: «Algunos piensan que yo soy el Demonio. A veces yo también lo pienso».

Y deseó en su primer parlamento: «¡Muchas gracias, buenas tardes’ (sic). Espero que estéis bien, que estéis mejor que yo. Yo tengo resaca pero estoy trabajando en ella. Tengo la cura, como decimos en Irlanda». Y libó más vino tinto. Conectó con el paisanaje desde el arranque, y observó la primera vez que la peña llevo el compás dando palmas espontáneas: «En España os ponéis a dar palmas a la menor oportunidad».

Se lo pasó bien, y llegó a decir: «Parece que estoy en el salón de mi casa. Borracho y rodeado de extraños». Y más risas de los parroquianos que llenaban el bar museístico. Y soltó al final: «Odio jodidamente a los Eagles… Que no, lo suelo decir para ver la reacción del público. La gente se suelen sorprender y responde: ‘eso no puede ser, son Los Eagles’. Gilipollas…» ¿Los fans de los Eagles o los propios Eagles?


Con Aitor Cañibano, jefe de los Travellin’ Brothers, en la del gallo de pelea.


O.C.


Tan sarcástico como un personaje secundario de John Ford (vaya, otro personaje de antecesores irlandeses, igual que él), Ian Siegal a veces se escora demasiado al sonido de Nueva Orleans, y en general se zambulle casi todo el tiempo en la gran música americana (partiendo del cálido góspel y del country cuentacuentos), pero aunque sea británico como los borrachos a los que hay que echar de noche del pub, todo en él es creíble, genuino, verosímil, también esas baladas estupendas de soul negro, algunas de ellas versionadas en esta mañana de domingo, y que en sus manos y su garganta no fueron meras revisiones, sino jondas y vívidas interpretaciones: ‘I’ve Got Dreams to Remember’ de Otis Redding dedicada a su amigo muerto el año pasado, Otis Redding Jr; un ‘Bring it home to me’ que levantó coros espontáneos del respetable y que estábamos pensamos que eso sería lo más cerca que estaríamos nunca del alma del LP de Sam Cooke ‘Live at The Harlem Square Garden Club’, cuando el endiablado Ian pareció leernos el pensamiento y propuso los coros al público como si estuviéramos ahí; o la balada del adiós, ‘Take it to the limit’ vía Etta James, ¡que en realidad es versión de los Eagles, compuesta por Glenn Frey, Don Henley y Randy Meisner! Qué cabrón, Ian, un demonio está hecho.

Las baladas fueron superlativas, y para ellas Ian Siegal sacó energía de su resaca, pero todo lo demás estuvo bien y muy bien. El cálido góspel inicial ‘Hand in hand’, el boogie-billy ferroviario ‘I am the train’ (con guiños en los vagones de cola a Johnny Cash, a Elvis…), más góspel con el espiritual previo a la Guerra Civial estadounidense ‘Mary don’t you weep’, blues, o sea la música del Diablo, de Robert Johnson actualizado (‘Come on in my kitchen’; por cierto, el sonido de la guitarra de Ian fue poderoso y genuino, a la par que su voz rotunda) y de Elmore James (‘Dust my broom’, con el dobro y la slide), una canción que le cantaba su abuelo irlandés (‘Moonshiner blues’, con melodías Van Morrison en el horizonte), una historia a dúo con Aitor de los Travellin’ Brothers como fue ‘The cock from Heaven’, sobre un tipo que roba un gallo de pelea y vaja de México a California (con Aitor cantó dos: la segunda fue ‘Hoodoo man blues’, de Junior Wells, y que el que suscribe conoce por los Blasters, la mejor y más completa banda de rock and roll de toda la Historia, hagamos también aquí un poco de apostolado), y el bis doble abierto con el ragtime ‘Cocaine cannot kill my pain’, de Steve Earle, y rematado por el ‘Take it to the limit’ de los Eagles, pero vía Etta James, ¿eh?

La próxima vez que venga Ian Siegal por estos lares, no dudaremos ni nos dará miedo madrugar. Este domingo ha dado un recital de lo mejor del año. El concierto número…, miramos la lista…, 400 de lo que vamos de año. ¡Qué casualidad!



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Marc Valldeperez

Soy el administrador de marcahora.xyz y también un redactor deportivo. Apasionado por el deporte y su historia. Fanático de todas las disciplinas, especialmente el fútbol, el boxeo y las MMA. Encargado de escribir previas de muchos deportes, como boxeo, fútbol, NBA, deportes de motor y otros.

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