El bienestar emocional se ha convertido en un asunto de interés público, debido al incremento a nivel mundial de distintos trastornos y condiciones mentales. De hecho, la OMS señaló que, en el primer año de pandemia de covid-19, la prevalencia global de ansiedad y depresión aumentó 25%. Para combatir esta problemática, la OMS estableció el Plan de Acción Integral, que compromete a los Estados Miembros alcanzar metas relativas a la mejora de la salud mental, centradas en el fortalecimiento del liderazgo y gobernanza, atención en la comunidad, promoción y prevención, y sistemas de información e investigación.
Pese a ello, aún no hemos realizado los esfuerzos suficientes para solventar todas las necesidades que persisten en este ámbito, especialmente en el entorno laboral, pues la misma OMS -a través de Atlas de Salud Mental (2020)- evidenció que solo 35% de los países tenían programas de promoción y prevención de la salud mental relacionada con el trabajo. Por lo anterior, es fundamental que las empresas dediquen aún más esfuerzos y recursos en garantizar un balance emocional, financiero y físico, que son la base de ello.
En primera instancia, las compañías tienen que proporcionar un ambiente inclusivo y sin discriminación, debido a que cada persona tiene necesidades diferentes, según su personalidad, creencias y forma de vivir, comprendiendo que existe una diversidad de realidades con preocupaciones distintas. De hecho, según el informe sobre diversidad e inclusión (2022) de la OIT, una de cada cuatro personas no se siente valorada en el trabajo.
En segundo lugar, la OMS también afirmó que, en 2019, el 15% de los adultos en edad de trabajar tenía un trastorno mental. Por esta razón, los trabajadores deben recibir un acertado seguimiento emocional, lo que representará un apoyo laboral y personal para quien lo obtenga. Esto tiene que ser complementado con otras acciones que reduzcan el estrés e incrementen la socialización.
Igualmente, es clave que las instituciones brinden una salud financiera que genere tranquilidad en el colaborador y su respectiva familia. Esto no solo está fundamentado en ofrecer un salario decente, sino también en la educación que se dé en la empresa sobre este aspecto, permitiendo que cada persona sea consciente de que el dinero es una responsabilidad.
Por último, las organizaciones deben proporcionar las condiciones básicas para que un empleado desarrolle sus actividades diarias. Aquellas no solo incluyen proveer espacios apropiados y garantizar cargas laborales moderadas, sino también solventar necesidades del contexto actual como facilitar el teletrabajo que, como lo indica la OIT, supone un aumento de la productividad y una reducción de costos para muchas empresas.
Tengo la seguridad de que otorgar un equilibrio entre la salud emocional, financiera y física es el sostén del bienestar mental de las personas. Cada organización debe estar comprometida por reducir los riesgos que afecten a un individuo y su entorno.
JUAN CARLOS TOVAR
Director Médico en Boehringer Ingelheim Colombia.
