Quienes están obsesionados con los famosos tienen un coeficiente intelectual más bajo

No se trata de saber quién es Branjelina o haber visto alguna vez un reality de las Kardashian. Tiene más que ver con la obsesión por la vida (y no tanto la obra) de los famosos y su posible asociación con el coeficiente intelectual. De hecho, un reciente estudio señala que existe un vínculo entre la inteligencia y la necesidad de seguir sus devenires. Por decirlo educadamente, no nos favorece en absoluto.

El estudio, liderado por Zsolt Demetrovics y publicado en BMC Psychology, señala que las personas obsesionadas con los famosos y las celebridades de primer nivel no son tan inteligentes, lo que seguramente será un duro golpe para aquellos que aman leer minuciosamente las páginas de las revistas sensacionalistas y sintonizar los reality shows. Las conclusiones afirman que “existe una asociación directa entre el culto a las celebridades y un peor rendimiento en las pruebas cognitivas” que miden tanto la alfabetización como la aritmética.

El estudio pidió a 1.763 adultos (66% hombres y con una edad promedio de 37 años) que realizaran una prueba de vocabulario de 30 palabras y una prueba de sustitución de símbolos de dígitos, antes de completar un cuestionario para determinar sus niveles de interés en personas famosas.

Los participantes tuvieron que responder “sí” o “no” a una serie de afirmaciones en la Escala de Actitud de Celebridades, que incluían: “A menudo me siento obligado a aprender los hábitos personales de mi celebridad favorita” y “Estoy obsesionado por los detalles de la vida de mi celebridad favorita.” Otra declaración de sí o no decía: “Si tuviera la suerte de conocer a mi celebridad favorita y me pidiera que hiciera algo ilegal como favor, probablemente lo haría”.

El equipo de Demetrovics descubrió que obtener una puntuación alta en la Escala de actitud de celebridades se correlacionaban con un rendimiento más bajo en las dos pruebas de capacidad cognitiva. También se preguntó a los participantes sobre sus ingresos, riqueza material y niveles de educación para obtener el panorama más detallado posible.

Sin embargo, los investigadores no pudieron determinar si quienes seguían como acólitos a los famosos obtuvieron malos resultados en las pruebas cognitivas porque usaron su capacidad intelectual pensando en las celebridades, o si estaban obsesionados con los cotilleos porque ya eran menos inteligentes.

En otras palabras, no está claro si el culto a celebridades es causa o consecuencia de una función cognitiva baja. Por lo tanto, señala el estudio, serán necesarias más evidencia para comprender cuál es la cauda y cuál la consecuencia.

“Los estudios futuros deberían buscar más apoyo para nuestra sugerencia de que el esfuerzo cognitivo invertido en seguir a los famosos puede interferir con el desempeño de la persona en tareas que requieren atención y otras habilidades cognitivas – señala Demetrovics en una entrevista -. Aunque nuestra investigación no demuestra que desarrollar una poderosa obsesión con la celebridad favorita haga que uno obtenga puntuaciones más bajas en las pruebas cognitivas, sugiere que podría ser prudente controlar cuidadosamente los sentimientos hacia ellas“.

Hay que destacar en el estudio que la proporción de hombres y mujeres que participaron era de casi 2 a 1, que no se profundizó en las diferencias socioeconómicas y, pese a que el número de voluntarios fue amplio, se requieren más pruebas similares en personas de diferentes culturas, puesto que el estudio solo se llevó a cabo en Hungría