Montánchez, un pequeño pueblo de Cáceres, y sus poco más de 1.700 habitantes vieron cómo Pablo Margallo (1999) se abría su propio camino en el mundo del fútbol. Momentos antes de empezar la charla,sus palabras denotan que no ha sido fácil. Como con cada canterano del Real Madrid, la suerte, la confianza y el trabajo juegan un papel vital. En su caso, fichó por el club blanco y nunca llegó a debutar. Madridista confeso y petición expresa de Guti, esa es su ‘espinita’: “Cuando estaba firmando el contrato con el Madrid, me dijeron: ‘el Madrid idiotiza a los jugadores’, y es la realidad”. Pero vive con la conciencia tranquila y sabe que el deporte, como la vida misma, a veces es muy caprichoso. “No me castigué; era algo que no podía remediar”, reconoce en una entrevista a Relevo.
Despuntó en el Diocesano, su equipo de siempre, con sus compañeros de siempre y en su posición de siempre, la del 10, la de Zidane, con el que muchas veces —y salvando las distancias— le compararon: “Jugábamos en la misma posición, físicamente somos parecidos, altos…”. En juvenil de tercer año, último escalón del fútbol formativo, el Real Madrid entró en escena en 2018. Su rendimiento no pasó desapercibido y a Margallo no le sorprendió: “Ya había habido interés en cadetes. Estábamos en contacto, pero mi fichaje se dio en juvenil de tercer año, después de una muy buena temporada en la que metí muchos goles”.
A las mandos de aquel Juvenil A se encontraba Guti. El 14 pidió, insistentemente, su fichaje para reforzar la plantilla de cara a la Copa del Rey juvenil. Sin embargo, problemas a la hora de completar la ficha federativa e incompatibilidades en la normativa impidieron que defendiese por primera vez la camiseta merengue. “Guti me quería hacer ficha para jugar la Copa del Rey, pero no se pudo por un tema administrativo, porque habíamos coincidido en el mismo grupo (Diocesano y Juvenil A). Eso me dolió”, explica Pablo Margallo, ahora en el CD Coria.
“Firmé por el Madrid sabiendo que si Guti era el entrenador, me quedaba, pero que si se iba, yo iba a salir cedido”
Futbolista del CD Coria
Decisión valiente, el futuro de Pablo Margallo en el Real Madrid pasó a depender de la continuidad de Guti en el banquillo. Si el 14 promocionaba al Castilla, se quedaba. Si no lo hacía, ya había interiorizado que una cesión era la mejor opción: “Firmé por el Madrid sabiendo que si Guti se quedaba en el Madrid, yo me iba a quedar, pero que si se iba, yo iba a salir cedido. Entonces, aún teniendo otras ofertas, decidí jugármela sin saber qué iba a pasar. Cuando te quiere el Madrid, te quieren prácticamente todos los equipos”.
Guti no siguió. Pablo Margallo tampoco. Completó un par de entrenamientos en Valdebebas, en dinámica del Castilla, y salió cedido al Adarve. En el ecuador de la charla, recordando su fichaje por el Madrid, hace un alto en el camino y reflexiona: “A mí me idiotizó un poco bastante (el Real Madrid). Ahora lo veo todo desde una perspectiva distinta. Sabía que ese año de cesión es fundamental, porque si juegas y lo haces bien, vuelves al Castilla”.
Los agentes, representantes y sus charlas con Guti
“Mis agentes me mantuvieron al margen del interés del Real Madrid para que yo estuviese concentrado en el día a día. Cuando llamas la atención en un equipo humilde, te hablan muchos agentes y representantes y te vuelves un poco loco. Guti fue muy cercano conmigo. Hablábamos muchas veces y me transmitió mucha confianza”.
A préstamos en el Adarve, las cosas no le salieron como esperaba. “No fue la mejor decisión que he tomado por estilo de juego. Tuve mucha culpa, no hice las cosas bien. Fue un año muy convulso”, relata Margallo, que volvió a Valdebebas tras su cesión y rescindió su contrato con el Real Madrid. Lo hizo sin haber debutado. “No comprendo que haya jugadores que prefieran quedarse en el Castilla sin jugar antes que sumar minutos en otro equipo. Un club es una empresa. Tienen muchos jugadores en esas categorías. Si tú no les sales rentable, evidentemente, o te ceden o te rescinden el contrato”, explica.
Pablo Margallo fichó por el Madrid en 2018 y nunca llegó a debutar. “No he pensado mucho en eso. No le di muchas vueltas, no me castigué y no lo he pensado demasiado. Era algo que no podía remediar. Yo era el responsable y no iba a cambiar. Lo afronté de una manera natural, estaba tranquilo y mi confianza en mí es brutal. Yo me decía ‘si tú has llegado ahí, se te va a volver a dar’. No me afectaba en exceso y no lo pasé mal, pero es mi espinita”.
Concluida su etapa en el Real Madrid, fichó por el filial del Leganés: “Allí no fui todo lo profesional que debería ser en temas de descanso, de cuidarme, de trabajo… No hice bien las cosas. No era maduro, salí pequeño de casa y, cuando sales de casa y te ficha el Madrid y lo tienes todo, es difícil gestionarlo”. Poco después, Margallo recaló en el filial de Los Ángeles Galaxy, pero la COVID-19 frenó en seco su progresión en el fútbol formativo estadounidense. “Estuve superbién hasta marzo o abril, que fue cuando se paró la liga. En Estados Unidos sentí que se había abierto una oportunidad importante”, recuerda.
Pocos son los que no volverían a fichar por el Real Madrid. Margallo es uno de ellos. Su historia, que comenzó como la de un canterano prometedor que aterriza en uno de los mejores clubes del mundo con el beneplácito de Guti, no ha sido todo lo bonita que el. Y, si lo ha sido, seguro que ha sido de una forma diferente a como lo imaginaba: “No volvería a firmar por el Madrid. En cualquier otro club de España si hubiese tenido continuidad no sé dónde hubiera podido llegar. Sí es cierto que mucha culpa de lo que ha pasado es mía. Soy el primero que lo admite y que lo sabe, pero si tuviese que volver a decantarme por un club, puede ser que no firmase por el Madrid”.
Más de cinco años han pasado desde su fichaje por el Real Madrid. Desde entonces, ha formado parte de numerosos equipos y ha vivido la otra cara del fútbol: lesiones, categorías en proceso de profesionalización y una pandemia cuando mejor estaba. “Es muy difícil la vida después de ser jugador del Madrid. Un día lo tienes todo y pasas a no tener nada. La adaptación es muy compleja. Yo lo he llevado bien, pero es un cambio muy grande también en el día a día”, finaliza.
