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Ramón Saldías: «El cine me ha dado la vida desde que era un niño»


La pasión cinematográfica de Ramón Saldías (Bidart, 1938) nació cuando era un niño que dibujaba sobre fotogramas y proyectaba sus creaciones en movimiento en su casa. Hoy, a sus 85 años, este vasco y uno de los pioneros del audiovisual en las islas, sigue «trasteando» en su casa sobre películas para «hacer experimentales» de animación, con lo que alimenta la gran pasión de su vida.

«El cine me ha dado la vida desde niño. La primera película que hice fue dibujando sobre una película. Me regalaron un proyector de 16 milímetros y con una cuchilla de afeitar de las antiguas le quitaba la gelatina a la película. Después, con una plumita muy fina y tinta china dibujaba encima, cosas sencillas como un fantasma, una calavera… y veía que aquello estático que había hecho se movía cuando lo proyectaba», apunta este operador de cámara, cineasta y productor que arribó en los años 70 a Gran Canaria, en principio de forma temporal, y que durante décadas transformó el panorama cinematográfico y televisivo del archipiélago, que en aquellos años era casi un erial.

Su legado en cine, televisión y publicidad se puede descubrir ahora gracias al volumen que ha escrito su hija Onintze Saldías, tras un arduo trabajo de investigación, que se presentó este viernes en el en CCA Gran Canaria-Centro de Cultura Audiovisual, ubicado en el barrio de Schamann de la capital grancanaria. Además, su legado profesional ha vuelto a las islas, en concreto al Archivo Provincial de Santa Cruz de Tenerife -el único del archipiélago con capacidad y condiciones para acogerlo-, tras ser trasladado desde la Filmoteca del País Vasco.

Proyecciones emocionantes

Estos dos acontecimientos, junto con las tres proyecciones realizadas de su documental ‘Aparceros’ en el Teatro Guiniguada, el Museo de la Zafra y La Granja, han devuelto el protagonismo a un artista visionario. «Le dije muchas veces a los políticos de la época la importancia que tenía para las islas que se rodaran cosas aquí. Les decía del valor que tenía que esas imágenes de las islas aparecieran en anuncios y en las películas, pero no me hacían caso», recuerda un cineasta al que el tiempo le dio la razón. Así lo demuestra que el archipiélago se ha convertido en los últimos años en un gran plató para rodar producciones nacionales e internacionales para cine, televisión y publicidad.


Ramón Saldías, con la cámara, y Jesús Almendros.


C7


«En 35 milímetros, sí que fui un pionero. Cuando llegué en los 70 rodaba yo y yo. No había nada», recuerda en una terraza de la capital grancanaria. Llegó a la isla como operador de cámara para Ikastor Films para rodar una serie de documentales, tal y como había hecho con anterioridad en enclaves como Nigeria, donde filmó la guerra de Biafra.

Este ‘cameraman’ vasco quedó fascinado por la belleza de las islas y por su gente. Comenzó a trabajar como «’freelance’» para Televisión Española, recuerda, a la vez que descubría los rincones, las actividades y a los personajes isleños de aquellos años porque siempre salía de casa con una cámara para filmar.

Este espíritu inquieto le llevó a rodar en 1972 el documental ‘Aparceros’ junto a Ikastor Films y en colaboración con la revista ‘Sansofé’. «Hicimos la película cuando una chica nos llevó a las aparcerías y nos presentó a los que allí trabajaban y a uno de los caciques. En aquellos años había un proceso. Mandabas un guion y un presupuesto estimativo y la censura te daba permiso o no. No mandamos nada e hicimos la película. Cuando la presentamos en el 73, la echaron para atrás y pensé que nos llevaban para la cárcel [suelta una carcajada]. Incluso hay un plano muy bonito de un rebaño de cabras. Estaba prohibido en el cine español, porque lo entendían como signo de pobreza. Yo lo sabía. En el documental se ve aquel trabajo duro, las mujeres con esos sombreros como los de La Graciosa, con medias negras y curtidas por el sol. También las cucañas, que parecían tiendas de indios», recuerda Saldías sobre este filme que ha despertado un torrente de emociones en sus recientes proyecciones y que el franquismo sepultó durante cinco largos años.

Protagonistas ilustres

Ese espíritu de retratista de su época llevó a Ramón Saldías a grabar con su cámara de 16 milímetros al artista César Manrique en su casa lanzaroteña en un ambiente relajado junto a Agustín del Álamo, Maite Beltrán y Pepe Dámaso jugando con unas máscaras. También captó con su cámara a Panchito, un legendario ceramista de La Atalaya, y al artista Juan Ismael, en una de las escasas piezas audiovisuales que se conservan de este pintor y poeta isleño. El torero Luis Miguel Dominguín, que estuvo en Gran Canaria para la inauguración de la plaza de toros -derribada hace años- también figura en el archivo de este vasco y canario de corazón.

Director de ficciones

Pero Ramón Saldías también quería contar historias como cineasta. Y lo hizo en Gran Canaria cuando parecía una utopía rodar en la isla al margen de los rodajes internacionales (participó como operador de cámara en varias producciones alemanas filmadas en el archipiélago ) que recalaban de forma esporádica.

Rodó varios cortos y se lanzó en 1979 a escribir, producir y dirigir un largometraje, ‘El camino dorado’, que fue un hito. Antes, fue el director de fotografía y montador de ‘La Umbría’, dirigida por Pepe Dámaso en 1975, y cinco años después repitió las mismas funciones con el artista culeto en ‘Réquiem por un absurdo’.

«Tenía un guion para rodar en San Sebastián y lo trasladé a Las Palmas de Gran Canaria. Estaba basado en una historia real», apunta sobre ‘El camino dorado’, una cruda historia protagonizada por dos alcohólicos que buscan rehabilitarse. En su reparto figuraba también Terele Pávez. «Tenía mucho carácter y eso hizo que entrara muy bien en el papel. Había que tener mucha mano izquierda con ella», recuerda con cariño hacia la legendaria actriz del primer filme canario que se distribuyó en la península tras participar en el Festival de Cine de San Sebastián, dentro de la sección Nuevos Realizadores.

Ramón Saldías, en la capital grancanaria.

Ramón Saldías, en la capital grancanaria.


Cober


En 1981 rueda su segundo largo, ‘Kárate contra mafia’. «Fue la primera película de artes marciales que se rodó en España. Y demostró que en Canarias se podía hacer de todo, todo tipo de cine, algo de lo que la gente y los políticos no fueron conscientes hasta muchos años después. ‘Kárate…’ la podía haber rodado con dos cámaras. El operador fue un chino, el dueño del Formosa, un restaurante del Puerto. Con otra cámara hubiera tenido más agilidad pero aún hoy la gente cuando la ve se sorprende con las escenas de acción, sobre todo la que rodamos en la calle Audiencia», recuerda sobre un filme de culto entre los amantes del cine de serie B o Z y que se convirtió en una atracción del Festival CutreCon de 2015 en Madrid, donde Ramón Saldías fue uno de los invitados estrella junto con esta película.

Plasmó en público primero su pasión por la animación con el cortometraje ‘El chou de Cho Juaá’ (1976) y veinte años después con la serie del mismo título, ambas inspiradas en el personaje creado por Eduardo Millares, y que forma parte del imaginario colectivo de generaciones de canarios tras la emisión en televisión de los 13 capítulos de cinco minutos cada uno. «También rodé a Eduardo en su estudio y fuimos a Teror para grabar el sitio y la gente de la que nacían muchos de sus chistes», recuerda con satisfacción Ramón Saldías, dueño de una memoria espléndida.

Disfrutaba mientras manejaba la Arriflex

Cuando vuelva a su casa en el País Vasco, donde fijó hace años su residencia para dar clases de cine, Ramón Saldías confiesa que seguirá «trasteando» sobre películas de celuloide, dibujando y realizando piezas «experimentales», en la línea de ‘¿Los Tarahumatas? Antonin Artaud’, de 2009, y otras creaciones posteriores.

El digital, que desde los años noventa del pasado siglo XX ha transformado el cine, reconoce que no le interesa. «Se hace un cine diferente al de antes» que no encaja dentro de la filosofía creativa de este artista que cuenta con una importante colección de cámaras de cine y proyectores. De todas con las que ha trabajado, tiene claro con la que se queda. «La mejor es la Arriflex. Operando la cámara es con lo que más he disfrutado siempre. Es el apartado más creativo, porque te permite jugar con el encuadre, con la luz», reconoce sin ambages.

Ramón Saldías fue para muchos profesionales canarios actuales dentro del séptimo arte un maestro bajo cuya tutela dieron sus primeros pasos en el oficio. Es el caso, entre otros muchos, de Juan Padrón, David Delgado, Júnior Melo o Elio Quiroga, que en el libro de su hija Onintze Saldías escribe un texto de reconocimiento a este pionero audiovisual vasco-canario.



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Antea Morbioli

Hola soy Antea Morbioli Periodista con 2 años de experiencia en diferentes medios. Ha cubierto noticias de entretenimiento, películas, programas de televisión, celebridades, deportes, así como todo tipo de eventos culturales para MarcaHora.xyz desde 2023.

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