Celebridad

Los actores españoles y la mala vocalización


La actriz Macarena Gómez ha puesto el dedo en la llaga. Y lo ha hecho en una entrevista en El Debate: «A muchos actores no se les entiende: les digo que vayan al logopeda y no me hacen caso». Ha sacado a pasear al gran elefante blanco por la habitación del cine español. La dicción de nuestros intérpretes, basta escuchar series y películas de producción española, deja mucho que desear, por no decir todo que desear.

No es algo de ahora. Se viene arrastrando desde décadas atrás. Que la memoria me alcance, al menos desde los años 90. El caso más llamativo es el de ese buen chaval (lo demostró en MasterChef y en la serie aquella de David Trueba en la que se reía de sí mismo) llamado Jorge Sanz. En una entrevista concedida durante la promoción de ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?, estrenada en 1992, confesó que fue durante esa película cuando aprendió a vocalizar, gracias a las clases particulares de la maestra Verónica Forqué. Lo grave (para el buen nombre de la profesión) es que, en aquel momento, Jorge Sanz era el tipo que más trabajaba en el cine español y estaba avalado por un Goya y tres candidaturas a este premio. Demencial: todos estos logros los había alcanzado sin saber vocalizar.

Por aquel tiempo fueron lanzadas a la fama, y señaladas como la vanguardia de una nueva generación de actrices, Najwa Nimri y Silke. A Najwa la conocimos con una película titulada Salto al vacío en el que alguien dotado con oído absoluto puede entender el 10 % de lo que dice en todo el metraje. Lo mismo le ocurría a la tal Silke, hoy felizmente retirada, que resultó aclamada por Hola, ¿estás sola? y Tierra, dos películas en las que se apreció que la vocalización no era precisamente su suerte (¡por la segunda la nominaron al Goya!). De aquellos polvos, estos lodos. Ese estilo susurrante es ya en uno de los males más arraigados de nuestro audiovisual. Uno llega a dudar si escuchan las películas que hacen. Porque a veces parece que no. No lo dice Macarena, pero hay espectadores que ven nuestro cine con subtítulos para poder seguir la trama.

Es curioso: antaño no proliferaban las escuelas de arte dramático como en la actualidad, pero nuestros actores hablaban mejor. Quizá fuese porque muchos de aquellos autodidactas se curtían en el teatro, sobre las propias tablas o en televisión (Estudio 2 en el recuerdo) y no hay mejor escuela que esa, como me dijo en su día la propia maestra de Jorge Sanz después de un monólogo memorable en un teatro coruñés.

En todo caso, para aquellos que no quieren pasar el peaje de las tablas, la solución al problema la da la propia Magdalena: invita a sus compañeros a ponerse en manos de un profesional, de un logopeda. Por el bien de ella y del cine español: «Un actor, cuando actúa con otro mejor, crece. Me encanta que me pongan delante a un portento, que incluso considere mejor que yo, porque sé que voy a aprender junto a esa persona. Si esa persona brilla, yo también brillo. Si me ponen a un actor malo, mediocre o un actor que no vocaliza, a mí se me puede entender, pero luego el resultado, el que vea la secuencia, dirá: ‘pues no he entendido nada’. Entonces claro que salgo perjudicada». Urge pues un convenio entre las academias del cine y la televisión y la Asociación de Logopedas de España.

Por ahora lo dejamos aquí, pero otro día abriremos un segundo melón: el del abuso de la oscuridad en las películas y series españolas. Hacerlo en Seven, como lo hizo Fincher, tenía todo el sentido dramático, pero no es el caso. Nos referimos a esas producciones en las que las escenas con baja iluminación parecen obedecer mucho más a cuestión de falta de presupuesto (que no se vea lo de atrás, así nos ahorramos decorarlo) que a una decisión estética. Pero esa es una peste (guiño) de la que otro día hablaremos.



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Antea Morbioli

Hola soy Antea Morbioli Periodista con 2 años de experiencia en diferentes medios. Ha cubierto noticias de entretenimiento, películas, programas de televisión, celebridades, deportes, así como todo tipo de eventos culturales para MarcaHora.xyz desde 2023.

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