El traspaso de James Harden pone más presión sobre Joel Embiid para ganar el anillo con Philadelphia 76ers – Sporting News

Desde que Joel Embiid demostrase ser un talento generacional los Philadelphia 76ers llevan intentando construir un equipo campeón alrededor suyo. En ese lapso que se alarga a más de un lustro los Sixers han contado con jugadores del calibre de Jimmy Butler, Al Horford, Ben Simmons, Markelle Fultz, JJ Redick y James Harden, el último en marcharse en un traspaso. El balance hasta la fecha se resume en un MVP para Embiid y un muro infranqueable que les ha impedido pasar de las Semifinales de Conferencia. Unos resultados que ponen en cuestión la gestión deportiva por parte de Philadelphia, pero también a la estrella africana. 

La salida de James Harden de los Sixers solo puede ser vista como una buena noticia desde la perspectiva de la franquicia.

En primer lugar por el momento en el que se produce, con 79 partidos de Fase Regular por delante para poder construir desde 0 el equipo. En segundo, por el retorno obtenido, reforzando las posiciones de tres y cuatro, que siempre han sido el puesto más débil de los equipos de Embiid. Por último, por el hecho de que el culebrón se haya terminado sin pasar por la incómoda situación de que Harden jugase en un lugar donde no quería estar, con las consecuencias deportivas que eso podía acarrear. 

Sin embargo, es imposible obviar lo evidente. Philadelphia 76ers ayer tenía una estrella como James Harden y hoy su segundo mejor jugador es Tyrese Maxey. Quizá esto último llevase siendo así un tiempo, pero la pérdida del jugador que más y mejor ha sabido nutrir a Joel Embiid de balones en sus 7 temporadas en la NBA va a ser difícil de gestionar.

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Ese vacío difícilmente lo llenará un Maxey cuyo perfil se aproxima más al de un combo-guard explosivo y desbordante que al de un base tradicional al que juntar con un pívot heliocéntrico.

Nick Nurse tiene ante sí un nudo gordiano cuyo desenlace podría ser muy dañino para el proyecto de los Sixers. Un nuevo fracaso en Playoffs pondría a la organización ante una más que posible petición de traspaso de Joel Embiid, que tras conseguir su ansiado MVP estaría más centrado en la búsqueda de un anillo que en continuar su historia en Philadelphia.

Pero hasta llegar a ese hipotético futuro todas las miradas tras el traspaso de James Harden no están puestas en los 76ers, sino, precisamente, en Joel Embiid.

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Más presión, más expectativas y menos margen: La nueva realidad de Joel Embiid

Ningún jugador acumuló más posesiones al poste bajo (300) y en alcarado (434) combinadas durante la temporada pasada en toda la NBA que Joel Embiid. El jugador nacionalizado estadounidense es un sistema ofensivo en sí mismo, un seguro en ataque a quien darle la bola y esperar que lluevan los puntos. Solo así puede entenderse que el interior sea el tercero con más puntos (5806) jugando 800 y 1600 minutos menos que los dos por delante suyo en la lista. Esta suma de números debería ser suficiente para llegar a la conclusión de que a los 76ers, pese al adiós de Harden, muy mal no les irá.

Pero como ninguna victoria es eterna, ningún rendimiento excelente perdura para siempre. Y, quizás, el mejor ejemplo sea quien acaba de ser traspasado con destino LA Clippers.

Tal y como luce el roster de Philadelphia se puede predecir una mayor dependencia de Joel Embiid, algo que significa un mayor desgaste y mayor atención por parte de la defensa rival. Sin Harden los 76ers pierden a un jugador que nutría de puntos a su estrella en donde no tenía que dejarse el alma para anotar. Un bloqueo directo era suficiente para que el interior recibiese en cabecera y anotase un tiro liberado en suspensión. La diferencia de perfil que ofrece Maxey y las limitaciones de otros manejadores como Harris o Melton conducen irremediablemente a un estancamiento de la ofensiva de Philly y una fijación aun mayor sobre Embiid. 

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Ese sistema heliocentrista es una doble trampa para la estrella de los Sixers. Por muy bien que pueda sonar para él un incremento de su uso ofensivo, más toques al poste bajo y, en definitiva, mejores estadísticas, va a terminar por mermarle físicamente en el transcurso de la Fase Regular. ¿Qué significa eso? Que deberá descansar más partidos, con el riesgo de derrota que eso acarrea, pero también que en Playoffs será más vulnerable.

La combinación de todos estos factores generan una mayor presión y unas expectativas más altas respecto a un Joel Embiid que todavía debe demostrar que es algo más que un grandísimo jugador individual. Los Playoffs son la asignatura pendiente para el vigente MVP pues es el jugador con más elecciones All-NBA (6) que nunca ha jugado unas Finales de Conferencia.

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