La sociología del hincha de fútbol – Win Sports
En muchas ocasiones, hacemos referencia del hincha de fútbol a la persona que está directamente vinculada con un equipo de fútbol, que tiene la camiseta de un determinado club o que pertenece a una determinada barra de fútbol. Todo lo anterior es cierto, pero no podemos ignorar que una persona antes de tener una relación directa con el fútbol, es un ser humano que interactúa con la sociedad de diversas maneras.
En el libro “Tras la Barras Bravas” de William Zambrano, en la introducción hace una explicación sociológica del aficionado de fútbol desde un contexto psicológico, semiótico y cultural. Estos elementos se evidencian en grafitis, moda, afiches, estilos y maneras de pensar y hablar. Y desde luego el origen territorial y de la región es fundamental, porque es lo que nos va determinar la identidad de una masa o turba. Eso sí, esto puede ser debatible porque el concepto de identidad está más relacionada con un individuo que con una masa o un conglomerado de personas dentro del contexto referenciado.
En cualquier parte del mundo, cuando se hable de barras de fútbol y su implicación en la sociedad, siempre aparecerán sobre la mesa los Hooligans, que tienen su origen en el Reino Unido y más concretamente en Inglaterra a partir de los años sesentas. Esto se han caracterizado por generar actos de vandalismo y de violencia. Desde el aspecto cultural se afirma que los individuos que hacían parte de este grupo de hinchas, se sustentaba en una frustración como respuesta a esa construcción social que evidenciaban las diferentes conductas juveniles, que ocasionaban los grandes enfrentamientos dentro del estadio como fuera de este.
Las primeras víctimas mortales producidas por los Hooligans, se remontan al periodo entre 1996 y 1971, A partir de este momento la selección nacional y los clubes ingleses quedaron señalados como un peligro para el fútbol, tanto en Mundiales, Eurocopa, Liga de Campeones y otros torneos UEFA. Para finales de la década de los ochenta y comienzos de los noventa, El Estado inglés entendió que debía atacar directamente el problema de raíz. Esto lo hizo, creando múltiples leyes para penalizar a los violentos, implementación de multas y sanciones para todos los estamentos de la sociedad, creación de cuerpos élite especializados de la policía, los clubes se especializaron en personal de logística, se unificaron los criterios de seguridad en los estadios, la mejor tecnología estaba al servicio de la seguridad, silletería para todas las tribunas de todos los estadios, el Estado otorgó créditos a los equipos para adoptar medidas y también se implementó la carnetización para conocer los antecedentes judiciales.
Desde el contexto sociológico, el fútbol ha penetrado directamente en los aficionados a través de una estrategia de manipulación de la sociedad de masas. De esta manera el Estado plantea el espectáculo del fútbol dentro de la figura de “Pan y Circo”. Desde la perspectiva del barrista de fútbol, sus intereses y sus implicaciones en la sociedad, han sido menospreciadas por el interés económico. Y está puede ser una de las principales razones porque en el fútbol colombiano, la violencia y el vandalismo aún se mantienen como una de las principales amenazas en contra del desarrollo óptimo del fútbol en la sociedad.
Luego de haber esbozado la relación entre las barras de fútbol y la sociedad, mi pensamiento es que el problema de la violencia y la descomposición que se ha venido viviendo dentro y fuera del estadio, no es una responsabilidad exclusiva de la Dimayor y de los equipos de fútbol. Esto es un problema, que en un sentido figurado emula a un recipiente donde recibe las diversas problemáticas y frustraciones de sus ciudadanos. Y para esto se necesita implementar una política equilibrada, que esté orientada en la convivencia y en la pedagogía, pero también en el uso de la autoridad y en la judicialización de las personas que infrigen la ley.