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Desorden, desgaste y divisiones explican el desinfle del Pacto en … – La Silla Vacía


El Pacto Histórico pasó de poner presidente y ser la coalición más votada en las elecciones legislativas de 2022, a ser una colcha de retazos de partidos divididos, desordenados, rotos y sin un futuro claro después de las elecciones regionales de 2023. 

La coalición que sigue acompañando al presidente Petro no logró ganar ninguna alcaldía de las ciudades capitales y con su logo solo obtuvo dos gobernaciones: la de Nariño y la de Amazonas. 

Sin embargo, estos lánguidos resultados contrastan con el avance de estos partidos de izquierda que ganaron 11 alcaldías más que en 2019 y conquistaron concejos, asambleas y JAL, corporaciones regionales históricamente dominadas por partidos tradicionales.

El desinfle del Pacto Histórico, de las legislativas de 2022 a las regionales del domingo, es multicausal. Las peleas internas para entregar avales, la caída de la reforma política que impidió que los congresistas más conocidos pudieran ser candidatos, el rompimiento de la coalición de gobierno que imposibilitó el “Frente Amplio” con los partidos tradicionales expertos en estas elecciones y la creciente impopularidad de Petro, le jugaron en contra al Pacto.

Oficialmente hoy el Pacto Histórico está conformado por 10 partidos: Colombia Humana, el Polo, la Unión Patriótica, el MAIS, ADA, Aico, Todos Somos Colombia, Comunes, el Partido de los Trabajadores y el Partido Comunista. Y cada uno de ellos no solo tiene un logo, sino un líder político diferente que empuja para su lado.

Aunque son aliados en lo nacional, en la campaña regional estuvieron fuera del Pacto movimientos como la Fuerza de la Paz de Roy Barreras, Fuerza Ciudadana de Carlos Caicedo e Independientes de Daniel Quintero, los dos últimos que suenan para entrar al gabinete. Por los resultados de estos y otros movimientos ajenos al Pacto y de liberales y verdes aliados del gobierno, es que Petro ha querido mostrar que no salió derrotado el domingo pasado, en aras de garantizar gobernabilidad. 

Pero más allá de eso, los fracasos en ciudades grandes están desatando una puja interna en la izquierda, que protagonizan Quintero y Gustavo Bolívar, lo que dificulta aún más la intención de unificar los 13 movimientos dispersos.

Los resultados del Pacto en frío

La idea que creó la oposición sobre el 29 de octubre fue que iba a ser un plebiscito contra el presidente Petro en medio de su impopularidad que se disparó desde febrero pasado y lleva estable desde junio. Esa idea fue descartada por quienes conocen las dinámicas particulares de las elecciones regionales.

“Las elecciones territoriales no pueden ser vistas como un plebiscito sobre políticas públicas de nivel nacional, pero sí fueron un estado de descontento frente al Pacto Histórico y a la presidencia de Petro”, explica María Margarita Zuleta, directora de la Escuela de Gobierno de la Universidad de los Andes.

Los resultados en los centros urbanos más grandes del país validaron la idea del descontento con el gobierno.

El candidato del Pacto que estuvo más cerca de ganar en una capital fue José Luis Diago en Popayán, con un 26% de la votación. Pero hubo casos dramáticos como Cúcuta, Yopal o Sincelejo, donde el candidato de la coalición de Petro no superó el 1% de la votación. Sin contar la derrota más sensible con Gustavo Bolívar en el tercer lugar de la contienda en Bogotá.

En Mocoa, capital de Putumayo, el ganador fue Carlos Piedrahíta que tenía el aval principal de ADA, uno de los partidos del Pacto. Sin embargo, competía con un candidato que tenía el logo de la coalición, que solo sacó el 9% de la votación. 

En las gobernaciones, la coalición de Petro mostró su incapacidad para lograr acuerdos y encontrar liderazgos fuertes, tanto así que solo en 11 de los 32 departamentos el Pacto Histórico o alguno de sus partidos estuvo respaldando un solo candidato. En el resto, compitieron entre sí o se adhirieron a otras candidaturas, como ocurrió en Magdalena con el candidato de Fuerza Ciudadana. Los resultados que cobra Petro en sus trinos son de gobernadores elegidos de otros partidos diferentes al Pacto.

Pese a estos resultados, el Pacto logró meterse a fondo en el poder regional al ganar 140 alcaldías, 56 propias de sus partidos y 84 en coaliciones, algunas incluso con el Centro Democrático o Cambio Radical, que son de oposición a Petro. Entre las 56 propias, hay 10 en las que los partidos del Pacto fueron el aval principal, a la que se sumaron otros partidos.

*En coalición con aval principal: Mais 7, Aico 2, ADA 1.

El Mais fue el partido del Pacto que logró más victorias, mientras que otros como ADA y Aico le jugaron al pragmatismo propio de las elecciones regionales al compartir aval en alcaldías con partidos tradicionales, una dinámica característica de las elecciones regionales, en la que poco importan las tensiones de la política nacional.

Los resultados significan una conquista de 11 alcaldías propias más que en 2019. En las pasadas elecciones regionales el Mais ganó 21, Aico 16, ADA 4, el Polo 3 y Colombia Humana solo 1. 

En los concejos, los partidos del Pacto también se enfrentaron entre ellos. En ciudades como Bucaramanga, Neiva y Popayán había hasta cuatro listas compitiendo. En esas ciudades y otras como Riohacha y Villavicencio, sumando los votos de los partidos del Pacto hubieran sido la lista más votada, lo que se hubiera traducido en más concejales.

Caso similar ocurrió en las Juntas Administradoras Locales, el primer escalón de la política local. En la mayoría de circunscripciones en las que la izquierda presentó listas hubo división. Se dieron casos tan extremos como el de Santa Marta en donde en una misma localidad se alcanzaron a presentar hasta cinco listas de integrantes de la coalición y que a la vez estas compitieron con Fuerza Ciudadana, un partido considerado aliado. Lo mismo ocurrió en Popayán, Zipaquirá, Neiva y Bogotá.

“En algunas localidades (de Bogotá) pudimos haber sacado un edil más si no se hubieran sacado listas por parte de las fuerzas integrantes del Pacto. Por ejemplo en La Candelaria se presentaron tres listas”, explica la cabeza de lista del Pacto en el Concejo de Bogotá, Heidy Sánchez.

Aún cuando siguen los escrutinios para definir la conformación definitiva de concejos, asambleas y JAL, voceros de los partidos del Pacto como el representante Alfredo Mondragón, hablan de 650 concejales y 38 diputados que lograron el domingo pasado.

“El Pacto Histórico se está abriendo paso en un espacio institucional que no teníamos. Esa es la disputa del poder local”, le dijo Mondragón a La Silla.

Un argumento recurrente de los aliados del gobierno para relativizar los resultados del domingo es que los gobiernos nacionales recientes no han ganado en las principales ciudades del país. 

Toman como ejemplo el caso de Álvaro Uribe, quien pese a su alta popularidad no logró ganar las alcaldías de capitales como Bogotá, Medellín o Cali durante su gobierno y en cambio quedaron electas figuras de otra línea política como Luis Eduardo Garzón, Sergio Fajardo y Apolinar Salcedo, respectivamente.

“Tenemos una mejor presencia que en su oportunidad tenía Duque”, asegura el senador del Pacto, Wilson Arias, quien hace cálculos de una votación de 3 millones por los partidos de la coalición, frente a los 2.3 millones que sacaron en las legislativas de 2022.

Pero el resultado termina siendo agridulce frente a las expectativas que se tenían por el histórico rendimiento electoral de la izquierda hace un año. “No se puede decir que fue un fracaso estrepitoso porque no tenían nada, pero tampoco es que hayan ganado mucho”, Yann Basset, profesor de la Universidad del Rosario.

Según explica, “es un progreso muy limitado, especialmente en alcaldías, y resulta ser una ocasión perdida para el Pacto que no supo aprovechar la victoria del año pasado para construir esas bases que no tiene”.

El desorden de las listas y los egos

Aunque vistos por separado los resultados de los partidos del Pacto Histórico son favorables, la cantidad de intereses como elecciones que había en juego no permitieron que se pusieran de acuerdo para tener listas y candidatos sólidos.

Así lo resume Heidy Sánchez: “que seamos tantas personerías jurídicas dificulta a la hora de tomar decisiones. Eso hizo que a nivel nacional, en muchos lugares, literalmente perdiéramos por W porque no se logró inscribir candidaturas”.

Lo que ocurrió en la conformación de listas y entrega de avales en el Pacto fue una combinación de desorden con lucha de egos. Las reuniones para escogerlos inicialmente eran de cinco delegados, pero llegaron a tener hasta 16 personas reunidas y opinando sobre las candidaturas en todas las regiones del país, según le contó una fuente a La Silla. 

La mayoría de los avales los decidieron las cabezas de los partidos en Bogotá, como señala la concejal de Cali, Ana Erazo. Según ella “en ningún territorio” se logró llegar a un consenso por lo que fue la instancia nacional la que colocó las fichas en las regiones. “Las decisiones las tomaron muy tarde, además, no hubo un acompañamiento en los territorios y eso generó un colapso de esos liderazgos”, agregó.

“Hubiéramos podido tener mejores resultados con una mejor organización y si se hubieran tomado las decisiones que aliviaran las tensiones internas en el Pacto”, dice el representante Mondragón, que quiere ver el vaso medio lleno y habla de un aprendizaje para las próximas elecciones. 

En Cauca, un bastión del Pacto en 2022, la diputada más votada de la coalición fue Gabriela Muñoz, aunque debió competir con una lista aparte del Mais. Dice ella que “la elección de las candidaturas fue difícil porque generó una especie de riña interna. Faltando muy poco para que arrancara la campaña aquí no se había definido quién era el candidato único para la Gobernación”. El candidato ganador era apoyado por el movimiento de la vicepresidenta Francia Márquez, pero no oficialmente por el Pacto Histórico, que tenía otro candidato.

“En las regiones había un conflicto muy marcado. Veíamos celos y una pelea de egos que no permitía avanzar”, explica la senadora Martha Peralta, presidenta del Mais. “Podían ver que el candidato del Mais era el más fuerte y el más opcionado, pero solo por llevar la contraria, el aval se lo daban a otro”, explicó.

Por eso en muchas regiones la decisión de su partido fue entregar avales solos o irse en coalición con partidos tradicionales, lo que lo puso como el movimiento del Pacto con mejores resultados. Sin embargo, según Peralta, la directriz nacional era no sumar apoyos a candidatos de Cambio Radical o del Centro Democrático. 

“No podemos seguir permitiendo que en algunos territorios los partidos tomen decisiones que van en contravía del Pacto Histórico como coalición. Por ejemplo en el Valle con el Mais que terminó apoyando a Dilian Francisca”, le reclama Erazo a Peralta. 

El desorden dentro del Pacto también quedó en evidencia con el uso del logo de la coalición. Según otra fuente que asistía a las reuniones, el control y la imagen de la coalición para llevarla a los tarjetones lo tenía Colombia Humana, a pesar de que el acuerdo era que se usaría cuando la mayoría de partidos estuviera de acuerdo. La Silla consultó con las directivas de Colombia Humana pero dijeron que solo responderían cuando tuvieran un balance completo de las elecciones. 

En todo caso, aunque intentó intervenir en la campaña de Bogotá y a pesar del poder con el que el presidente Petro podría influir en las elecciones regionales, los resultados de Colombia Humana dentro de la coalición fueron discretos. 

Un desgaste llamado Petro

El Pacto Histórico logró llevar a Gustavo Petro a la presidencia enarbolando un deseo de cambio que tenía el 70% del país, si se considera también el respaldo que tuvo Rodolfo Hernández en primera vuelta. Sin embargo, el teflón con el que Petro arrancó su mandato se fue debilitando hasta la desfavorabilidad que hoy registra del 60%.

Dentro del Pacto estiman que algunas de las medidas del gobierno y en sí su gestión, pudieron haber influido en el electorado. “Nosotros somos gobierno nacional y somos leales a un proyecto político que llegó a la presidencia. Pero anuncios como el tema de la gasolina, entre otros, no es que nos hayan hecho bien y eso la gente lo cobra en las urnas”, reconoce la concejal Sánchez.

“Yo creo que ahora nos tocó más duro que cuando éramos oposición al gobierno. Cuando tú eres oposición, la gente en cierta forma se solidariza, pero cuando eres gobierno la gente te exige más, te dice: ‘y entonces dónde están los resultados’”, admite también la senadora Peralta del Mais.

Después de los resultados del domingo, los congresistas del Pacto, María José Pizarro y David Racero, entregaron un balance en rueda de prensa desde el Congreso. Según Racero, el presidente Petro no puede cargar con el peso de los partidos políticos del Pacto porque tiene la tarea de gobernar.

Una posición similar a la de Pizarro, que le dijo a La Silla: “circunscribir todo un ejercicio colectivo y reducirlo a una persona, aunque esta persona tenga un liderazgo absolutamente consolidado, no quiere decir que los demás no tengamos la responsabilidad de consolidar nuestros liderazgos”. Una tarea pendiente dentro de la coalición de izquierda.

“Si el Pacto no se pone a hablar seriamente de estructura y sin el liderazgo político de Gustavo Petro, una vez que pase, porque va a pasar, será muy difícil mantener todo esto unido”, sentencia Yan Basset.

La división de hoy y el reto de la unificación

Como la victoria tiene muchos padres, pero la derrota es huérfana, después de la elección del domingo empezó en la izquierda una pelea pública para buscar responsables del desinfle del Pacto Histórico.

Uno de los primeros quemados en salir a hacer los señalamientos fue Gustavo Bolívar, quien admitió que “el Pacto está roto en muchas partes de Colombia” según él porque se impusieron listas cerradas con bolígrafo y con “excesivo bogocentralismo”.

A Bolívar le respondió el exalcalde de Medellín, Daniel Quintero, que desde su movimiento Independientes no hace parte del Pacto, pero ambienta su aterrizaje al gobierno y a una eventual candidatura para 2026 con el apoyo de sectores de izquierda. Quintero habló de “liderazgo tóxico” al referirse a Bolívar y cuestionó el tradicional canibalismo que hay en la izquierda.

“El Pacto que la gente quiere es uno que sea amplio y sume a otros, y no uno que espante a todos con sectarismos (…) Si el liderazgo del 26 está en las manos de Bolivar, el Pacto se romperá en pedazos”, le escribió Quintero.

Pero más allá de la división que dejaron ver Bolívar y Quintero y la que evidenciaron los partidos de la coalición que prefirieron hacer alianzas por fuera del Pacto, el trino del excandidato a la alcaldía planteaba una propuesta que es la que definirá el futuro de la coalición de izquierda: “nos toca fusionar las personerías para sobrevivir”.

“Hay que formar un partido único donde quepamos todos con nuestras tendencias. El Pacto Histórico tenía la capacidad de atraer y ese gran capital que habíamos construído entre todos se fue diluyendo”, dijo esta semana la senadora María José Pizarro.

Y es que hoy el Pacto Histórico al no ser un partido depende de “pequeños feudos” como los llama el representante de la coalición, David Racero, una división que puede llevar a resultados dispersos como los del domingo.

Sin embargo, la unificación de la izquierda ha sido difícil en Colombia. Un intento fallido fue el Polo, que terminó dividido en Progresistas de Petro (hoy Colombia Humana) y luego en Dignidad, el partido de Jorge Robledo. El único experimento exitoso ha sido el Pacto.

“Yo no veo esa probabilidad (de unificación), sería muy desventajoso para nosotros. Si hoy que tenemos personería y algo de autonomía no nos ha gustado el trato, no me imagino en un solo partido”, dice Martha Peralta, que prefiere seguir tomando decisiones junto a las autoridades indígenas que son la base de su movimiento. 

Pero ante el campanazo de los resultados del domingo y con el presidente Petro haciendo cuentas alegres con victorias de partidos que no son del Pacto, el afán se siente dentro de la coalición: “la propuesta es que haya una suerte de convención nacional para abrir el camino y unificar el Pacto como un frente amplio o un partido político de tendencias como el Frente Amplio en Uruguay o el PT en Brasil”, dice la concejal Sánchez. Y concluye: “pero toca hacerlo ya o si no nos van a moler en 2026”.

En 2022 la consigna “vota Petro, vota Pacto” les permitió tener la bancada más grande en el Congreso. Pero para las próximas elecciones sin Petro en el tarjetón y con la incertidumbre de los resultados de su gobierno, la posibilidad de ir divididos y desordenados puede ser suicida para la izquierda.  





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Marc Valldeperez

Soy el administrador de marcahora.xyz y también un redactor deportivo. Apasionado por el deporte y su historia. Fanático de todas las disciplinas, especialmente el fútbol, el boxeo y las MMA. Encargado de escribir previas de muchos deportes, como boxeo, fútbol, NBA, deportes de motor y otros.

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