Ciudad de México /
Hay quienes dicen que las consecuencias en salud de una nueva generación de medicamentos para bajar de peso, encabezada por Ozempic, serán similares a las de la inteligencia artificial en la economía. Yo no iría tan lejos, pero la simple comparación nos da una idea de la magnitud del impacto.
Una señal de su potencial es el comportamiento de las acciones de las empresas que están a la vanguardia de esta nueva ola de drogas. Nova Nordisk pasó de ser una farmacéutica danesa casi anónima a la empresa más valiosa de Europa gracias a Ozempic y a Wegovy, otra joya de su portafolio que ataca la gordura.
Es claro que los inversionistas están entusiasmados con el tamaño de la oportunidad. La obesidad es uno de los problemas de salud pública más apremiantes del planeta, vinculado a complicaciones como diabetes (la cual afecta a más de 500 millones de personas y provoca 7 millones de muertes anuales) y problemas cardiacos. En México, la situación es particularmente crítica. Siete de cada 10 mexicanos sufren de sobrepeso u obesidad y más de 12 millones padecen de diabetes.
Estudios muestran que Ozempic y Mounjaro (de Eli Lilly) son efectivas para adelgazar, lo que puede traer enormes beneficios de salud, como la disminución de la diabetes y enfermedades del corazón. Además, estas drogas han demostrado reducir el riesgo de ataques cardiacos y de problemas renales, así como mejorar los niveles de colesterol y la presión arterial. Aunque es prematuro declarar una victoria total, los resultados de las pruebas clínicas han sido suficientemente positivos para que la FDA (el equivalente a la Cofepris en Estados Unidos) les otorgue su aprobación.
El “efecto Ozempic” será profundo y trascenderá la esfera de la salud. Los ahorros económicos que podrán generar estas drogas casi milagrosas son difíciles de exagerar. El tratamiento de la diabetes y de otros padecimientos relacionados con la gordura les cuesta a gobiernos y a particulares cientos de miles de millones de dólares al año. Si la nueva generación de drogas puede mitigar estos costos, los beneficios en las finanzas públicas y personales serán significativos. La obesidad también está asociada con una baja productividad, por lo que el efecto Ozempic podrá mejorar la eficiencia económica.
Sin embargo, habrá perdedores. Al suprimir el hambre, estos medicamentos afectarán empresas que se benefician de la gordura, como los vendedores de comida chatarra y los fabricantes de equipo para tratar la diabetes. Incluso las tiendas de autoservicio están en riesgo, como lo evidencia el “ligero retroceso” en las ventas reportado por Walmart debido a Ozempic.
Las consecuencias de esta nueva camada de drogas para combatir la obesidad apenas las estamos sintiendo. Su adopción es aún baja debido a su elevado costo, pero estoy convencido de que la presión pública y la competencia pronto las harán más accesibles, desencadenando así una nueva era en el tratamiento de la gordura.
