El contundente testimonio de una gijonesa que convive con esquizofrenia paranoide : «Sufría alucinaciones y no sabía ni tomarme la medicación»

Desde que le diagnosticaron esquizofrenia paranoide, a sus veinte años, Elena lleva conviviendo más de la mitad de su vida con este trastorno mental. Actualmente, a sus 47, reconoce que lo lleva «bastante bien» gracias a los apoyos del Centro de Salud Mental de Gijón y a la ayuda de su entorno cercano, asegurando que «hay salida». Unas palabras que la gijonesa pronuncia para calmar y concienciar a otras personas que puedan padecer la misma afección que ella: «Quiero dar aliento a la gente para que siga luchando».

Respecto al control y manejo en situaciones de crisis, Elena explica en una entrevista concedida a COPE Asturias  la importancia de la labor de AFESA (Asociación de Familiares y Personas con Enfermedad Mental de Asturias). «Tienen psicólogas y educadoras sociales que te visitan para ver cómo llevas el día», reconoce la paciente. A su vez, la gijonesa explica la utilidad que ha sacado de los talleres que organiza esta asociación: «Me han enseñado a cocinar, a tener habilidades sociales y a formar grupos con otras mujeres donde podemos hablar de nuestros problemas».

Ahondando en el hecho de buscar soluciones más inmediatas y efectivas a la hora de afrontar episodios de crisis paranoide, habitualmente se pone sobre la mesa la posibilidad de reforzar la atención en los centros primarios de salud. Respecto a esto, la gijonesa apunta las pautas a seguir para recibir la mayor atención posible: «En primer lugar, hay que acudir al médico de cabecera para que a continuación te derive al Centro de Salud Mental».

Lanzando un ápice de esperanza, la afectada por la esquizofrenía paranoide señala el cambio tan significativo que ha experimentado a lo largo de los años. «Antes dormía mal y sufría crisis y alucinaciones visuales y auditivas cada dos por tres, además de no saber tomarme la medicación». La gijonesa explica la importancia del apoyo de su familia para su recuperación. «Aunque mis padres fallecieron, fueron de mucho apoyo», reconoce.

En su día a día, esta mujer gijonesa asegura hacer vida normal. «Vivo sola y recibo ayudas a domicilio». Por otro lado, incide en lo necesario que es visibilizar la salud mental en la sociedad. «La gente nos ve desde fuera como personas con una inestabilidad emocional que hay que apartar porque son peligrosas». «La gente del barrio puede verme como la persona que está en ese piso a la que las enfermeras fueron a buscar y eso no es bueno», apostilla la de Gijón. Por ello, la afectada asegura que este estigma no beneficia en absoluto la situación de personas que sufren trastornos o problemas de salud mental. «Aquí estamos luchando todos y todas lo mejor posible».