Por Leonardo Martín
Llegó el día que no esperábamos, el día temido. Se abrió la Caja de Pandora.
Me tocó ir al búnker de La Libertad Avanza en esta ocasión para la cobertura de las elecciones de la radio. Hotel Libertador, ubicado en pleno microcentro porteño. Avenida Córdoba y Maipú. Una militancia del espacio de Javier Milei no muy multitudinaria espera. Va creciendo la alegría a medida que circulan resultados que lo dan como ganador.
Cerca de las 20:30 hs. sale a hablar Sergio Massa desde el búnker de Unión por la Patria. Admite la derrota.
En el búnker de Milei suena “Se viene el estallido” de la Bersuit Vergarabat. Cantan, celebran y hacen pogo. Un estallido del cual los que están allí van a ser parte, no precisamente entre los beneficiados. Paradojas.
Camino bastante la calle, fui a los búnkers de campaña de las principales fuerzas políticas en la última década. A pesar de ser una expresión de derecha dura, la militancia que acompaña a Milei no tiene un perfil tan clasista como por ejemplo pasa en Juntos por el Cambio. Son pibes y pibas de barrio, también adultos, algún clase media un poco más acomodado. También muchos de esos personajes medio border que encontraron un espacio de pertenencia. Uno de los éxitos de La Libertad Avanza ha sido penetrar en las profundidades del pueblo.
De trasfondo los peces gordos. Macri, Galperín, Rocca y unos cuentos más que ya empiezan a calcular las ganancias próximas. Que empiezan a ver los negocios que se van a repartir en el inicio de un proceso de neoliberalismo al palo. También vuelven Cavallo y Sturzenegger.
Veo las caras de alegría en la calle y me amargo más. Pienso en la ingenuidad frente al plan Motosierra del cual van a ser víctimas los que están allí. Del lado del filo y no desde el cual se activa la motosierra. Siempre se puede estar peor.
Por un momento pienso que quizás el ingenuo soy yo. ¿Cómo podía revalidar un gobierno que no cumplió con las expectativas de recuperar ingresos y empleos dignos? ¿Cómo ganar con un 140% de inflación y un 40% de pobres? Por supuesto que no subestimo ni la herencia recibida, ni la pandemia, ni el conflicto en Ucrania ni la sequía, pero parte del voto que define una elección es resultadista. Y en el balance es una derrota.
Sumado a ello la interna a cielo a abierto del Frente de Todos que no hizo más que empeorar un cuadro difícil, de ir talando día a día al propio gobierno. Profunda reflexión requiere lo que viene frente a una crisis de representación que hoy expresa el espacio. Solo ganó ajustadamente en provincia de Buenos Aires por la fuerza en los distritos del Conurbano, en Formosa y Santiago del Estero.
Algunas personas empiezan a llegar Córdoba y Maipu, lugar donde se encuentra el búnker de @LLibertadAvanza
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— Radio Gráfica (@radiografica893) November 19, 2023
También quedó expresada una desconexión del pueblo con todas las expresiones institucionales que se manifestaron contra Milei. Ganó la bronca, la motosierra, cierto placer nihilista, la percepción de una situación agobiante que requería un reseteo duro para abrir una nueva etapa.
Muchos de los dirigentes del campo nacional y popular deberán hacer una autocrítica. Por un momento dejar de preocuparse por las fotos de las redes sociales, los videos del Tik Tok y volver a bajar al llano. Meterse un poco en el barro para ver que pasa ahí. Más política desde la vocación de cambiar las cosas realmente y menos del profesionalismo y rosqueo para ver cómo acomodarse.
Cerramos transmisión de la radio. Me voy. Agarro Florida y camino aturdido para pensar, para entender. La mirada puede cambiar el sentido de las cosas en cuestión de horas.
Los arbolitos repiten “cambio, cambio”. Una chica me dice: “¿No quiere aprovechar a cambiar ahora que ganó Milei”? Pasada las nueve de la noche un domingo Florida es una calle un poco fantasmal. Con la gran mayoría de los comercios cerrados, con algún turista perdido, con los arbolitos, con los rotos que deambulan.
Este 19 de noviembre se cierra el ciclo político nacido del estallido del 2001. En otra paradoja para volver al punto de origen que dio lugar a ese 2001. “Se viene el estallido” fue un himno de resistencia de esos días, hoy lo reciben a Milei con la misma canción que buscaba movilizar contra las consecuencias del plan económico neoliberal. Un país extraño y con la memoria averiada.
Sigo caminando. Escena en un semáforo. Un pibe en moto de reparto habla con otro que está en un auto.
-El Mati se quiere morir va a tener que trabajar ahora. No va a poder vivir más del plan-, dice uno.
– No le van a sacar el plan, pero va a tener que trabajar, no ganárselo de arriba-, le responde el otro. Se ríen a carcajadas. Se saludan a los vocinazos. Dos flacos de pueblo.
Pasa otra piba de veintialgos caminando hablando sola en voz alta, como en trance: “No podemos seguir votando hijos de puta”, dice para quien quiera escuchar.
La grieta no se termina, va a quedar más viva que nunca. Ahora más entreverada y profunda.
Sigo pensando. Se me viene a la cabeza el trabajo, la economía, Villarruel, la oscura satisfacción de los represores que hoy festejan.
Inevitablemente vienen tiempos de conflictos, de peleas frente al plan motosierra. En las declaraciones del lunes por la mañana Milei ya anunció las privatizaciones de YPF, Télam y la TV Pública. Es previsible lo que va a suceder.
“No habrá gradualismo, ni tibieza, ni medias tintas, vamos a hacer los cambios estructurales”, dijo desde el escenario también Milei.
“Sabemos que hay gente que se va a resistir, a todos aquellos: dentro de la ley todo, fuera de la ley nada”, agregó. A buen entendedor pocas palabras. Vienen persecuciones judiciales y palos de ser necesario.
Se abre un etapa que no presagia nada bueno. Tiempos de recalcular, de rodearse de afectos, de intentar no caer en el desánimo ni en la ola de individualismo que se viene. Nadie puede ser feliz en soledad.
También de sostener lo logrado.
La historia es un devenir. Para aquellos que creemos y queremos en una patria justa, libre y soberana comienza una etapa adversa, pero también sabemos que nada es definitivo.
