La historia de Héctor Rodas Ramírez (1998, Valencia) es la de un niño del Cabanyal (Valencia) que logró el sueño de todos los chavales de ese barrio marítimo, muy apegado al Levante. El valenciano militó durante 17 años en los granotas con el que no solo llegó a jugar en Primera División, sino que formó parte del mejor Levante de toda la historia al disputar por primera vez la Europa League.
Los 35 años son hoy día una corta edad para retirarse. Héctor decide abrir las puertas de su casa a Relevo para repasar su trayectoria, analizar la actualidad de ‘su’ Levante y explicar el porqué de su adiós al fútbol. Ha iniciado una nueva vida y entrena hoy al filial del club junto a Álvaro del Moral. Es una nueva etapa que arrancó por el destino o por ”una señal de la vida”.
“Estuve 7 meses jugando en India, ahí ya me perdí partes importantes de la vida de mi hija pequeña, cuando empezó a andar, a hablar… Cuando volví apenas me reconocía. Yo decidí irme allí porque tuve una charla con mi padre, que era militar, y la conversación con él fue muy fácil: él me dijo que se fue a Kosovo, al Líbano, a Kirguistán… Viéndonos menos pero ‘por un poquito más’, y me dijo: ‘Si yo me he ido a barracones, como no te vas a ir tú‘. Así que decidí dar el paso pensando en el futuro de mi familia”, comenta.
“Volví y seguí jugando aquí ya en España, pero empezaron a salirme problemillas físicos, la exigencia mental del futbolista me costaba… Hasta que este verano se juntó todo: mi mujer perdió a un bebé que esperábamos a los tres meses y medio, yo estaba mal, y justo ese día, casi al mismo tiempo, me llamó el Levante para saber si quería entrar al club. No sé si fue una señal de la vida, pero no lo dudé, fue como que mi cabeza se soltó, se desplomó y dijo: ‘Hasta aquí”. comenta Héctor. “Lo tuve claro, mi objetivo en la vida cambió cuando le pasó eso a mi mujer, tuve claro que iba a disfrutar de mi familia, no tenía miedo a lo que pasara en mi vida profesional, porque además llevaba años formándome. Encima recibí la llamada del club de mi vida, del que volvía a formar parte y vuelvo a cerrar el círculo con los colores que siempre he querido”, argumenta.
Héctor nos atiende un par de horas antes de que sus dos hijos lleguen a casa del colegio junto a su mujer, María. En su hogar, pegado a la playa de su barrio costero, se pueden ver ver juguetes por doquier, fotos familiares y una PlayStation 1 (1994) que Héctor ha rescatado del desván para jugar con su hijo. No parece ya la vida de un futbolista, sino de un padre de familia y sin embargo, Héctor reconoce que “estoy más en casa, pero le echo más horas al aspecto laboral que antes“.
¿Qué hace con su vida ahora Héctor Rodas?
Formarme mucho. Además de entrenar al filial del Levante, este año acabé el Master de Dirección Deportiva, he hecho el curso de especialista en InStat (scout), ahora estoy con un curso de Media Coach, voy a hacer el MBA de LaLiga… Y luego he aprendido idiomas, pues estuve en Bélgica y en India, donde aprendí inglés y algo de francés. El fútbol no es solo ganar dinero, sino experiencias. A eso súmale que me saqué la carrera de INEF en la Universidad mientras jugaba.
¿Y con toda esa formación, optas por entrenar en un filial?
Estoy tocando todas las ramas del fútbol. A día de hoy no sabría que decirte por donde quiero enfocar 100% mi carrera, tienes que experimentar un poco. Ahora como segundo entrenador estoy disfrutando como el que más y el tiempo te va a indicar donde ponerte.
Héctor disfruta entrenando al filial porque tiene ‘mano’ con los chavales cuando toca “ejerzo yo de poli bueno”, pero goza de la autoridad que le da el hecho de que el equipo entrene en el campo de la Ciudad Deportiva cuyo nombre es ‘Hector Rodas‘. “A veces les digo que si no aprietan se van a casa, que ese campo es el mío y yo decido“, comenta jocosamente. Fuera de toda broma, la leyenda granota sí tiene un consejo que habitúa a dar a los suyos: “Un día me dio por contar los escalones que hay entre nuestro campo de entrenamiento y el del primer equipo. Son 19 escalones. Yo intento les digo a los chavales que están a 19 escalones de vivir el sueño que viví yo, de alcanzar el fútbol profesional. Y es el momento idóneo centrarse y focalizar en su sueño. Luego un porcentaje alto puede no llegar, es lo normal, pero la clave es que luego miren atrás y no piensen ‘No di todo lo que pude, he perdido la oportunidad y ahora no voy a poder ser jugador de élite’.
Así vive Héctor su vida actualmente tras una carrera en la que aupó a su Levante más alto de lo que no lo ha podido hacer nadie. La historia de Héctor es la de un niño que pasó de ser ‘vacilado’ por sus amigos por lucir los colores del Levante, a ser admirado por ello: “En mi niñez iba con el chándal del Levante, con mi camiseta… Y en ese año el club estaba en Segunda B, no salíamos en los cromos, no salíamos en la Play. Y los niños son un poco crueles y se metían conmigo, porque eran del Barça, del Valencia, del Atleti… Y te tocaba, te daba rabia. Ahora cuando me reúno con ellos yo se lo cuento, que yo con el ‘PC Fútbol’ subía a Primera al Levante y jugaba en Europa, pues 12 años después me vi jugando Europa League en el campo del Olympiacos y te sale una sonrisa pensando que lo que hecho en el ordenador, lo he conseguido como jugador, siendo protagonista. Les dices entonces a los amigos: “Ahora vais y me vaciláis”, expone.
¿Eres consciente de que fuiste partícipe del mejor Levante de la historia?
Sí, puede ser. Es cierto que nosotros justo en esa época que era muy complicada en el club, de mucha incertidumbre, veníamos de un filial ocho meses sin cobrar, estábamos en pretemporada con solo ocho jugadores del primer equipo y parecía que los del filial estábamos un poco para rellenar. Nosotros sabíamos que era nuestra oportunidad. El club empezó a firmar gente veterana que buscaba una oportunidad: que venía de lesiones, apartados sin equipo, veteranos que volvían a casa como Ballesteros y Juanfran. Entonces imagínate, debutar en el primer equipo con esos jugadores con tanta experiencia, para mí era un máster de dos años que valían por 15 años.
Rodas asume que durante esos gloriosos años, e incluso en los que él ya no estaba que el Levante se acostumbró a no sufrir por el descenso, quizás todo el levantinismo (desde el propio club hasta la afición), “se acostumbró a estar en la cresta de la ola” y que por eso ahora duele tanto la situación tanto económica como deportiva en la que se encuentra la entidad. Sin embargo, el valenciano es optimista: “La situación no es tan crítica como la que vivimos nosotros en 2009, (estaban en concurso de acreedores), el club está a años luz de lo que era. El fútbol no te promete que por muy bien que hagas las cosas vayas a conseguir los objetivos, el año pasado se nos cayó todo el proyecto por una jugada cuando el partido estaba acabado” señala.
Haciendo balance de su extensa carrera y de su paso por Betis, Córdoba, Alcorcón, Brujas etc. A Héctor solo le queda una pequeña ‘espinita’, que fue su salida del Levante: “Tras 17 años en el club y empezar como titular con Mendilibar ese año, al despedirlo y llegar Alcaraz, como no contaba conmigo el club decidió darme salida de repente. Fue como romper con el amor de tu vida sin previo aviso. Me dolió, pero entiendo que en el fútbol somos mercancía e intenté en repetidas ocasiones volver, pero no se dio”, comenta.
Afortunadamente, el reencuentro se ha dado, aunque este haya sido con él ya retirado, y Rodas es optimista cara el futuro, por ello el niño del Cabanyal que soñaba con jugar en el Levante acaba con un mensaje en esa línea, para el club, para los jugadores y para la afición: “En nuestro año logramos ascender cuando quizá no era tan esperado y este año yo creo que también se puede, es momento de que el levantinismo esté unido“.
