Si algo nos enseña el fútbol es que la vida titila. Que pestañea constantemente a una velocidad imposible de contener, generando nuevos relatos con cada jugada. Un disparo te puede llevar siempre a distintos sitios, como si cada gesto escondiese universos infinitos. El de Marc Guiu (Granollers, 2006) cambió para siempre la noche del 22 de octubre, transformando un partido apático, gris y olvidadizo en la mayor gesta de su vida. Un gol para toda una vida. Y un gol que define al delantero de La Masia.
El Barça lleva tiempo mirando hacia abajo para volver a estar arriba, entendiendo por pura necesidad de supervivencia que La Masia siempre da y nunca quita. Es generosa. Marc Guiu es un caso atípico al de los últimos jugadores que han debutado y han causado impacto. Nunca ha tenido los focos cerca de un superdotado como Lamine Yamal, tampoco de Gavi, ni el potencial de Balde. Guiu es la victoria de la determinación.
Un camino alejado de los focos
El delantero, que apenas ha disputado ocho minutos con el filial azulgrana este curso, llegó en prebenjamines al club procedente de la Peña barcelonista de Sant Celoni, y allí coincidió con el también convocado Héctor Fort, que no llegó a debutar con el primer equipo ante el Athletic Club. Como la mayoría de jugadores que llegan hasta el primer equipo, Guiu ha recorrido todas las categorías inferiores, pero siempre manteniéndose en un segundo plano, lejos de ser uno de esos proyectos que prensa y aficionados etiquetan de forma prematura. Quizás eso es lo que le ha permitido llegar.
“Me sorprende que no están asustados. Les veo con una chispa, con unas ganas. Me miran con unas caras como diciéndome ‘pónme, que lo voy a hacer bien’. La mirada de los chicos no es de susto. Hay una generación muy buena en el filial y en el Juvenil, y lo tenemos que aprovechar”, explicaba Xavi Hernández en DAZN al terminar el encuentro. Guiu ha jugado más minutos en el primer equipo que en el filial esta temporada, y hace justo una semana marcaba en Zaragoza con el Juvenil A del club, equipo en el que está mostrando sus principales virtudes.
Guiu, un 9 atípico
Guiu es un atacante alejado de lo que la gente piensa que suele producir La Masia. No es un futbolista asociativo que busque salir de zona para entrar en juego. Lo suyo es marcar. Y marca mucho. Sin ir más lejos, el pasado verano fue el máximo goleador (junto a Lamine Yamal) del Europeo Sub-17 con España. “Tiene el gol en mente. Es un jugador que quizás técnicamente tiene margen de crecimiento, no es muy fino, pero tiene muchísima convicción“, explican a Relevo fuentes del staff. Guiu piensa en el juego a través del gol, y no al revés.
De Guiu destaca su físico, que siempre le permitió generar ventajas ante los centrales. A su altura (1,87) se le añade una buena dosis de velocidad al espacio, como se vio en el gol ante el Athletic, y un buen manejo del cuerpo para chocar y desplazar a los rivales. “Siempre ha tenido muy claro cuál es su objetivo. Es un jugador que interioriza muy bien cuándo desmarcarse cuando el interior recibe en el cuadrado, y eso le gusta mucho a Xavi”, explican a Relevo fuentes del club. La chispa de la que hablaba Xavi después del partido se vio en el gol. Guiu no necesitó una señal para empezar a correr. Lo vio y lo ejecutó.
La nueva vida de Marc Guiu
No se puede llegar antes de lo que lo hizo Guiu al Barça, con siete años de edad. Quizás por ello tampoco se puede debutar mejor de lo que lo hizo, marcando antes de que la gente se diese cuenta de que había entrado. Su camino ha sido distinto en parte porque Guiu representa un perfil de delantero olvidado: un atacante de área, de desmarques y de rupturas, alejado del juego y centrado en la definición. Reivindica lo que su profesión defiende, sin moverse un palmo de la base de lo que es ser un 9. “Ya desde pequeño se le veía esa mentalidad, es un jugador que siempre responde, que asume los retos y no se desconcentra”, explica a Relevo un extécnico suyo.
En un mundo de delanteros que hacen de centrocampistas, de nueves que se visten de diez y de atacantes que piensan en jugar antes que en marcar, Marc Guiu se viste de ariete clásico en una renuncia a toda modernidad. “Lo suyo es marcar. Domina ambas piernas y se sabe posicionar en área rival, es capaz de rematarte una lavadora”, señala otro exentrenador suyo.
Su noche empezó en el banquillo, alejado de los focos, y terminó postrado en el centro del escenario con el público aplaudiendo, reclamando otra función, porque la gente siempre quiere un héroe nuevo, alguien a quien adorar. Quizás por lo inesperado del final, Guiu se marchase pidiéndole una foto a David Villa tras la entrevista a pie de campo en DAZN, como si por un momento hubiese olvidado que los focos le miraban a él y no al de al lado.
