Fútbol

Las profundidades de la epidemia de roturas de cruzado: “Esto no … – Relevo



“En la temporada en su conjunto soy pesimista, muy pesimista. Creo que el riesgo va a ser muy alto y que, de continuar la tendencia que arrastramos desde el mes de agosto, podemos llegar a un incremento de entre el 20 y el 30% de las lesiones de cruzado que se produjeron el año pasado”. Así de contundente se mostraba el doctor Pedro Ripoll, especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología (rodilla y hombro), al frente de Ripoll y De Prado Sport Clinic, donde manejan con claridad los datos que llevan a la alarma tras las cuatro roturas del ligamento cruzado anterior que se produjeron sólo en el mes de agosto: David Silva (Real Sociedad), Joel Roca (Girona), Courtois y Militao (Real Madrid). Ahora, las de Arambarri (Getafe), Sedlar (Alavés), Yeremy Pino (Villarreal) y Gavi (Barça).

“En la temporada 21/22 hubo siete lesiones de ligamento cruzado en toda la temporada. En la 22/23, la pasada, se duplicó el número de lesiones, hubo trece, y ahora llevamos ya ocho. Es decir, sólo en el mes de agosto se produjeron ya más de la mitad de las lesiones que en toda la 21/22, lo que es un aumento exponencial de lesiones graves de rodilla. Esto no podemos mirarlo como espectadores los que estamos en el fútbol: los jugadores, las federaciones, LaLiga no puede situarse como un espectador ante este problema. Hay que establecer algunos límites que protejan la salud de los jugadores”, afirmaba Ripoll.

Con sus conocimientos y los de Iñaki Mediavilla, médico especialista en Cirugía Ortopédica y miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Traumatología del Deporte, desgranamos los porqués de esta lesión ante la que Mediavilla se muestra más comedido: “No necesariamente tiene que haber más casos que el año pasado porque haya habido cuatro en el arranque inicial de LaLiga, pero evidentemente si los jugadores están expuestos a más partidos, a más tiempo… Hay un factor aleatorio, de exposición, que influye bastante en los datos, pero no es como el COVID, no es esperable que haya una transmisión exponencial de las lesiones“, asegura.

Las causas de «un problema complejo»

“Éste es un problema complejo y un análisis también complejo, y no puede tener conclusiones fáciles”, asegura Ripoll, al tiempo que enumera unos denominadores comunes en el incremento de lesiones del cruzado.

“La primera conclusión la marcan todas las estadísticas de FIFA, UEFA y lo que nosotros trabajamos como centro de excelencia FIFA, y es la exposición en horas de juego y entrenamiento de alto nivel. Es decir, el número de lesiones, obviamente, aumenta por el también exponencial aumento en partidos y horas de entrenamiento que los futbolistas hacen cada año. Ya lo señalaba Guardiola con muy buen criterio: ‘Vamos a jugar muchísimos más partidos y se van a jugar mucho partidos de 100 minutos por la nueva normativa'”, recuerda el doctor Ripoll sobre las palabras del técnico del Manchester City.

“Esto es un problema verdaderamente importante, porque la suma de minutos que a lo largo de la temporada puede llegar a acumularse es un peligro para la salud del futbolista, así me gustaría que lo reflejaras -incide con preocupación-. Vamos hacia atrás. En este momento vamos hacia muy atrás. Es una medida que a mí me parece absurda. Absurda. El árbitro tendría que tener autoridad para que la fluidez del juego no se interrumpiese, y debía de castigarse reglamentariamente. Esto lo digo como aficionado pero también como médico. La fluidez del juego deben garantizarla los árbitros. Siempre puede haber un número razonable de minutos que se añada, pero los grandes equipos no pueden jugar 300 minutos a la semana. No se puede, no se debe ni tiene ningún sentido”, afirma Ripoll.

“Los grandes equipos no pueden jugar 300 minutos a la semana. No se puede, no se debe ni tiene ningún sentido”

Pedro Ripoll
Especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología

 “Los minutos y los partidos que un futbolista puede más o menos proteger la salud, a salvo el factor accidental, puede estar entre dos partidos por semana completos o tres distribuido el tiempo de juego. Dos partidos por semana es un límite donde estamos seguros. Es verdad que hay clubes que tienen que jugar tres por semana. Entonces, hay que repartir esos entre 180 y 200 minutos que el jugador puede disputar. También depende de puestos, de posiciones en el campo. En general, aquellos que tienen una posición más estática tienen menos riesgo, los que juegan más de cara a la portería y tienen menos necesidad de realizar giros violentos. En las posiciones en las cuales el futbolista está sujeto a situaciones, por ejemplo, atacantes, hay más riesgo”, diferencia Ripoll.

“Estamos hablando del deporte del fútbol a nivel profesional y probablemente la principal razón sea el grado alto de exposición a la lesión que tienen los deportistas a este nivel. El tiempo de exposición a la actividad intensa, a la competición, es un factor de riesgo. Es como si habláramos de accidentes de tráfico: a mayor tiempo de conducción es esperable más accidentes de tráfico, sobre todo, si añadimos el factor cansancio a la conducción”, compara Mediavilla. El médico vasco también alude no sólo al incremento de los minutos por partido, sino al propio aumento del número de partidos y de pretemporadas deslocalizadas y cada vez exigentes.

A este respecto, Mediavilla es firme: “Una de las claves de la eficacia de los trabajos de prevención es la reproductividad, es decir, hay que hacer determinado tipo de actividad preventiva durante tanto tiempo, durante tantos días. Esa rigidez de la programación o esa adherencia a la reproductividad de ese trabajo es fundamental, de tal manera que la deslocalización o los viajes o los jetlags, ese tipo de factores que condicionan al fútbol profesional pueden impedir esta adherencia al trabajo de prevención”.

Por su parte, el doctor Ripoll lo sitúa directamente en su enumeración como el segundo punto en las causas comunes de las lesiones de cruzado: “La desestructuración de las pretemporadas. Las pretemporadas han pasado de ser un periodo estructurado. Esto técnicamente se llama pérdida del efecto protector del entrenamiento. Es decir, el entrenamiento ejerce sobre el futbolista un efecto protector de cara a las lesiones, que con estas pretemporadas desestructuradas que hay ahora, se pierde. Por las necesidades de los clubes y la estructura nueva del fútbol, las pretemporadas no son las que había antes, donde se hacía un stage en una concentración en un sitio fijo, sino que también se viaja y ya se disputan partidos en los que los clubes se juegan mucho. Tendrían que ser pretemporadas con un entrenamiento estructurado para protección”, destaca.

“Otro factor que está influyendo -el tercero- en la plaga de lesiones es que no avanzamos suficientemente en los entrenamientos individualizados de protección de los futbolistas en función de su historia lesional, a diferencia del fútbol americano, por ejemplo, donde cada jugador por líneas hace un entrenamiento individualizado. Se les programa la protección que han de hacer, tanto para que no se resientan de las lesiones que han tenido, como para que no se produzcan otras nuevas”, explica Ripoll.

“Y, por último, hay un factor que es el más importante, y por eso las lesiones se producen con más frecuencia al principio y al final de temporada, en los periodos álgidos de primavera y pretemporada, y es la falta de entrenamiento en la propiocepción. Nos tenemos que acostumbrar a este palabro”, asegura el doctor Ripoll antes de explicar qué es este concepto básico para evitar la lesión que nos ocupa.

Qué es la propiocepción, clave para evitar la rotura del cruzado

“Un futbolista salta a rematar de cabeza. Cuando cae y apoya los pies en el suelo, generalmente la pierna dominante la primera, el cerebro de forma automática coordina una serie de contracciones musculares que protegen la articulación. Esto se entrena, esto se ha de entrenar, porque la protección automática del cerebro hay que lograrla, hay que automatizarla. Conseguir que el cerebro pueda adiestrarse para proteger las articulaciones e ir de menos a más. Entonces, al principio de las temporadas la coordinación neuromuscular no está activada suficientemente y al final de las temporadas esta misma propiocepción está fatigada, y esto hace que sean periodos de riesgo altos”, explica el médico de Ripoll y De Prado Sport Clinic y señala abril como el peor mes. “Es el más difícil, la primavera siempre lo es para las lesiones, porque además muchos equipos disputan tres partidos a la semana, están en tres competiciones y con mucha exigencia”, apunta.

Mediavilla explica así la importancia de este trabajo y proceso neuromuscular: “Los circuitos neuromusculares tienen que activarse para que cuando, por ejemplo, un deportista cae de un salto los músculos, la sincronización que tiene que haber entre los grupos musculares, sea la perfecta para que no sufra esa articulación un desplazamiento peligroso. Esos circuitos neuronales se entrenan, han de trabajarse y la repetición es una de las claves. Y, como mencionaba antes, uno de los factores de la eficacia de los trabajos de prevención es la adherencia al trabajo de prevención, al ejercicio físico de prevención”.

En paralelo al trabajo neuromuscular, hay otros factores que ponen en riesgo la salud física de los deportistas. “Nuestra fineza a nivel de psicomotricidad depende del perfecto estado neuromuscular, que a su vez tiene de trasfondo el cansancio, la hidratación, la alimentación. Hay una serie de factores que son previos, pero una vez que se ha iniciado el partido la hidratación y el cansancio son los principales factores que pueden hacer que se pierda la coordinación y haya lesiones”, amplía Mediavilla.

“Cuando empieza el partido, la hidratación y el cansancio son los principales factores en la pérdida de coordinación y las lesiones”

Iñaki Mediavilla
Cirujano miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Traumatología del Deporte

«La época de las alineaciones de memoria debe terminar»

Ante una problemática como la que se atisbaba en el desgraciado arranque de campaña en cuanto a lesiones del cruzado, los galenos planteaban soluciones, un “cómo podríamos resolver esto”, en el que el doctor Ripoll miraba, en primer lugar, a las configuraciones de los equipos, a la responsabilidad de “los entrenadores y los clubes, de los directores deportivos”. “El primer paso es la estructuración de las plantillas. La época de las alineaciones que nos sabíamos de memoria debe terminar. Es impensable que un equipo pueda jugar sin hacer rotaciones. Los jugadores y los minutos acumulados deben repartirse. ¿Cuál es el problema? Muchas veces los entrenadores, por motivos de seguridad y del estrés de la competición, no se ven capaces de hacer estas rotaciones porque confían en jugadores determinados, y esto es un grave problema. La estructuración de la plantilla debe ser de tal manera que haya entre dos y tres futbolistas por puesto”, comentaba Pedro Ripoll.

Un primer punto que incide directamente en el segundo. “La utilización de los cambios durante los partidos no sólo con una visión táctica, sino también física. Es decir, los cambios, cinco ahora, son más que suficientes si se utilizan con honestidad para ser un factor importante en la protección de la salud del deportista. Aquí chocamos con la inseguridad de los entrenadores, que está condicionada por los resultados, obviamente, y también con que no todos los futbolistas entienden que se les cambie por un criterio de protección de la salud”, comentaba el médico murciano, y añadía: “El tercer factor sería el entrenamiento individualizado. Debemos terminar con estos entrenamientos en los cuales los jugadores hacen todo lo mismo. Debe haber un entrenamiento personalizado que estructure el entrenamiento en función del historial de lesiones que el futbolista ha tenido en el pasado y la tendencia que pueda tener en el futuro”.

Detenemos la enumeración en este punto para tratar esa tendencia. ¿Cómo es posible detectarla? “Hoy existen unas pruebas en dinámico, en movimiento, que se llaman las pruebas Go5D, que se realizan en laboratorios biomecánicos de alto nivel, donde se pueden mirar el estado de las articulaciones y los músculos utilizando baremos matemáticos. Entonces, podemos ver perfectamente qué estructura del futbolista requiere de un trabajo específico”, señala Ripoll.

“Hay otro punto más: el estado de los terrenos de juego. La Federación tiene que homologar, o no, las superficies en las que los futbolistas juegan. Y cuando hablamos de esto, hablamos de todas las divisiones, no sólo de la élite, sino que deben de existir unos criterios por los cuales un partido de futbol de competición, bajo las condiciones de la Federación, se pueda realizar o no. Y esto es una cosa seria. Y por último, la utilización de calzado adecuado después de un estudio Go5D, en el cual se estudia individualmente cuál es el apoyo y calzado adecuado a cada terreno de juego en el que se va a disputar el partido”, enumera el doctor Ripoll como claves para tratar de evitar lesiones de ligamento cruzado anterior de la rodilla, a las que se suma la “potenciación del entrenamiento invisible”, que lo constituye “la pérdida de peso, el descanso necesario y el estado mental; la adecuación a la competición de todas las condiciones físicas del futbolista”.

Medidas que giran en torno al ligamento cruzado, una parte de la fisonomía humana que “tiene muchas cosas, algunas son unos interrogantes que nos pueden dejar desconcentrados”, apunta Mediavilla antes de dar una completa explicación. “Probablemente, de natural todos pensamos que somos iguales. En los pies todos tenemos cinco dedos, pero si nos miráramos al detalle veríamos cómo los pies a su vez son diferentes en su arquitectura. Si lo llevamos a la rodilla, deberíamos pensar que todos tenemos un fémur, una tibia y una rótula y que se relacionan y se estabilizan con unos ligamentos, pero hay una serie de variaciones personales que forman parte del ámbito que no se puede prevenir de las lesiones de cruzado. Por ejemplo, en el fémur tenemos como un tren de aterrizaje, dos ruedas, y todo el mundo no tiene la misma distancia entre las dos ruedas, o no todo el mundo tiene la plataforma de la tibia, que podríamos intuitivamente pensar que es paralela al suelo, así, algunas personas idiosincrásicamente la tienen con más inclinación. Es decir, hay unos factores personales que no dependen de ninguna otra consideración que hacen que algunas personas ante la misma actividad puedan tener más riesgo. No todos tenemos el mismo diseño interior a nivel esquelético y de músculo, sin embargo, queremos acometer la misma actividad con la misma intensidad y no nos ponemos un límite en ese sentido”, apunta el médico vasco.

Sobre las particularidades del cruzado, el doctor Ripoll añade otros datos llamativos. “El cruzado es un elemento especialmente sensible a las lesiones cuando no hay suficiente propiocepción o no hay suficiente entrenamiento o hay fatiga. ¿Por qué? Generalmente las lesiones del ligamento cruzado no se producen en grandes traumatismos. No, no son en grandes impactos. Por ejemplo, en la mujer, donde las lesiones del cruzado son una auténtica plaga, hay equipos con 6 o 7 lesionadas del cruzado anterior, se produce una cantidad enorme sin contacto. El 75% se produce ella sola, sin contacto. En el caso de los hombres, en torno a un 40%. Y esto está muy en relación con que la rodilla realiza un movimiento, un giro, aparentemente no demasiado brusco, pero que no está suficientemente protegido por la contracción muscular automática que proporciona la propiocepción. Hay una imagen muy llamativa, que es la lesión de Víctor Valdés cuando se rompió el cruzado. Prácticamente, fue cogiendo un balón. Fue una lesión que pasó desapercibida. En la lesión de Militao de agosto se vio perfectamente que no hay ningún tipo de contacto, sino que la rodilla es incapaz de soportar y de contraer la musculatura para proteger una especie de deslizamiento de la pierna que se produce“, apunta.

La vuelta a los campos

El defensa brasileño y el guardameta belga del Real Madrid fueron dos de los cuatro damnificados en el arranque de temporada por una lesión que terminó con la carrera de David Silva. Tras su rotura, el canario decidió anunciar su retirada del fútbol a los 37 años. En la recuperación de estos casos “la toma de decisiones no solamente está en clave de salud, sino también en clave profesional: de proyección personal, posible fichaje, posible revalorización, si hay un campeonato… Sin que haya una línea de corte, bajo el punto de vista de salud, lo más razonable sería decirle a una persona que espere un año. Incluso si fuera un adolescente, está documentado que lo más razonable es que espere catorce o quince meses, y aún advirtiendo a los padres que por debajo de los dos años hay mucho riesgo. Entonces, los deportistas profesionales especulan un poquito más con la suerte, evidentemente, asesorados por sus equipos de readaptadores y sus equipos médicos que contrastan su readaptación”, comenta Mediavilla, que fija en ocho meses el tiempo mínimo para el regreso a los campos.

“Un deportista profesional tiene que entender que a los ocho meses la resistencia de su cruzado todavía es provisional”

Iñaki Mediavilla
Cirujano miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Traumatología del Deporte

“Un deportista profesional, volviendo a los ocho meses, tiene que entender que la resistencia de su cruzado todavía es provisional, es lo suficientemente fuerte para acometer la competición, pero no es el cruzado definitivo. La curación necesita más meses. Esto también tiene un efecto en el mundo amateur, porque la comparación de cualquier chaval o chavala es en cuánto tiempo se ha incorporado un Courtois o un Militao en este caso, o en cuánto tiempo se recuperó Alexia Putellas. Sobre todo los periodistas tenéis que hacer hincapié en esa diferencia. Un deportista profesional cuando decide su retorno a la competición, lo hace manejando unas claves que no son solamente la salud”, reclama Mediavilla, que rechaza el cálculo estimativo de seis meses que se hace cuando hay una rotura del cruzado.

 “Eso para mí es una barbaridad. Seis meses es una barbaridad -recalca-. Evidentemente, podría haber alguna excepción de la norma, pero mínimo ocho meses en los que tienes que haber seguido un periodo de recuperación, readaptación muy personalizado y sin ningún sobresalto. Es decir, son ocho meses pero si tienes un dolor o la rodilla todavía tiene algunas manifestaciones radiológicas, lo prudente será esperar y contrastar la suficiencia de la rodilla”, refiere Mediavilla.

“De seis meses vais a encontrar pocos ejemplos y luego esto se cuenta, bajo el punto de vista de salud, años más tarde. Sí, vale, se incorporó a los seis meses, pero ¿qué le pasó en los años siguientes? Tenéis un ejemplo en el deporte profesional con Marc Márquez. La primera vez que se cayó, se incorporó a las tres semanas. Impresionante bajo el punto de vista periodístico, eso era una notición. Ahora, ¿qué ha sido ese chaval dos años más tarde? ¿Cuántas veces se ha operado? ¿Cuántas veces se ha recuperado? ¿Cuántas veces se ha visto obligado a hacer un parón que si lo hubiera hecho la primera vez…? Entonces, en esa reincorporación al deporte, eso es un ejemplo en el que se hacen en claves no solamente de salud. Reincorporarse a las tres semanas después de una fractura de húmero es una temeridad, cualquier cirujano ortopédico te lo dirá. Ahora, depende de qué esté en juego a nivel crematístico, profesional o claves, que yo no las critico, pero no son en claves de salud”, se reafirma Mediavilla.

El galeno vasco apunta en este sentido: “Militao. Imagínate que el Real Madrid llega a la final de la Champions, porque por ahí va a estar el tiempo de recuperación. Pues no sé si para el entrenador o para él mismo sería razonable salir a disputar una final de una Champions. Lo normal sería incorporarte poco a poco, una parte del segundo tiempo. Depende de cómo va el jugador. Quiero decir, cronológicamente son ocho meses y luego también hay que contextualizarlos”.

Y es que la salud choca directamente con los intereses deportivos y económicos que giran en torno al fútbol, al “deporte como espectáculo”, apunta el doctor Ripoll, consciente de las dificultades de unificar criterios. “A esto que parece un hecho inevitable, que el interés creciente por el fútbol en todo el mundo aumente la demanda del espectáculo y el deporte como espectáculo en su doble vertiente, tiene que haber una reacción por parte de los clubes en la estructuración de las plantillas, en poner los cinco cambios como un elemento de protección de la salud y, en la medida de lo posible, hacer primar la salud del futbolista, que a la larga es rentable para el club sobre cualquier otro factor. Pero eso díselo al entrenador que va a perdiendo 0-1 en casa en el minuto 70, que quite a jugadores en los que él confía. Complicado”, concluye un pesimista Pedro Ripoll.

Cristina Bea

Después
de
contar
partidos
de
fútbol
a
pie
de
campo
en
radio
y
televisión,
Cristina
Bea
ahora
narra
historias
como
colaboradora
en
Relevo.
Natural
de
Torrent
(València),
estudió
Periodismo
en



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Marc Valldeperez

Soy el administrador de marcahora.xyz y también un redactor deportivo. Apasionado por el deporte y su historia. Fanático de todas las disciplinas, especialmente el fútbol, el boxeo y las MMA. Encargado de escribir previas de muchos deportes, como boxeo, fútbol, NBA, deportes de motor y otros.

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