Puede pasar que hoy en su rol de dirigente en campaña a Juan Román Riquelme le moleste que no se hable de otra cosa que de la clasificación de Boca a la próxima Copa Libertadores. Pero la realidad es que las calculadoras de los hinchas están a full aún después del absolutamente necesario triunfo en Mendoza ante Godoy Cruz. Las calculadoras y los rezos… Y en parte todo esto por su culpa, por cómo hizo creer a todos que conseguir ese trofeo era algo muy sencillo.
La primera chance: una ayuda de Central Córdoba
Hasta acá, los clasificados a la Libertadores son River (por ganar la Liga Profesional) y Talleres y Rosario Central (67 y 65 puntos, respectivamente) por la tabla anual. Todos ya se aseguraron un lugar en la fase de grupos. Godoy Cruz, con 63, debe esperar…
Con el 2-1 en Mendoza, Boca llegó a los 62 puntos en la tabla anual y quedó 5°, con Estudiantes y San Lorenzo a un punto y con un partido pendiente (ambos juegan este lunes y tienen peor diferencia de goles que el Xeneize: no les alcanza con igualarlo en puntos). Inicialmente, lo que Boca necesita es que San Lorenzo no le gane a Central Córdoba ya que si el Ciclón logra una victoria en su cancha, Boca quedará sin chances de acceder a la Libertadores.
Es que si San Lorenzo gana, lo pasará en la tabla anual y Boca quedará al margen del máximo torneo continental porque el otro clasificado será Estudiantes o Defensa y Justicia, el que obtenga la Copa Argentina.
La otra luz
En caso de que San Lorenzo no pueda vencer a Central Córdoba, a Boca le vendría mejor un empate o derrota de Estudiantes contra Lanús. Porque si Estudiantes gana, Boca necesitará que el Pincha también gane la Copa Argentina para liberar un cupo y que River, Rosario Central o Godoy Cruz ganen la Copa de la Liga para liberar otro cupo y quedar con el tercer lugar por la tabla general. Esto es lo máximo a lo que puede aspirar y le daría un lugar en la segunda etapa (son tres) de la fase previa de la Libertadores. O sea, Boca ya no puede ingresar directamente a fase de grupos.
La paradoja del Topo Gigio
Fue Román el que hizo que Boca vuelva a ganar la Copa tras 22 años en aquellas finales del 2000 ante Palmeiras. El que logró el bicampeonato en 2001 contra Cruz Azul. Y el que volvió en 2007 para ser la figura excluyente de la última conquista de América hasta el día de hoy, la que terminó con paliza de ida y vuelta al Gremio.
Fue Román también el que después de retirado y antes de convertirse en dirigente le subió el precio a la Libertadores y se lo bajó al torneo. “La Copa vale como diez campeonatos argentinos. Ganar un torneo local con Boca es importante, pero ganar la Copa Libertadores es ser un buen jugador de fútbol. Si querés demostrar que sos bueno, tenés que ganar la Copa. Estás tres o cuatro años en Boca, algún campeonato vas a ganar, alguna Copa Argentina vas a ganar”, dijo en 2015, poco después de su retiro. Y la idea la ratificó en diciembre de 2020, con un año de mandato: “La Copa Libertadores es el torneo más importante que me tocó jugar con la camiseta de Boca… Es difícil ganar cualquier torneo local, pero si sos bueno tenés que ganar la Libertadores…”.
Ahora, con las elecciones a la vuelta de la esquina y la munición gruesa de un lado al otro, la clasificación a la edición de 2024 se complicó todavía más este domingo, en la previa al choque con Godoy Cruz, y puede costar digerir que Boca se quede afuera y tenga que jugar la Sudamericana, aunque JR le bajó el precio después de la derrota en Córdoba con Estudiantes.
“Yo jugué muchísimo tiempo acá y tuve temporadas que no jugué la Libertadores. Amo este club y siempre tenemos la ilusión de jugarla y llegar hasta el final, pero también fui futbolista y no escuchaba con tanta euforia como ahora cuando nos tocaba quedar afuera”, dijo el ídolo, tras la eliminación de la Copa Argentina que dejó a Boca sin la posibilidad de depender de sí mismo para clasificar.
