Las mujeres que, hace 8 meses en todo el mundo alzaban la voz por la igualdad de género, este 25 de noviembre tomaron las calles para exigir: ¡ni una más!
Desde hace 48 años, cada 08 de marzo se conmemora el día internacional de la mujer, para visibilizar e impulsar la igualdad de género.
En ese camino, costó 24 años entender que nos enfrentamos a múltiples formas de violencia, y así, en 1999 se decretó el día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer.
Así, este 25 de noviembre, solo a 4 meses de volver a conmemorar el día de la mujer, hacemos una pausa en la lucha por la igualdad de género, para pedir un alto a la violencia en nuestra contra.
Mientras a nivel mundial, 1 de cada 3 mujeres ha sido víctima de violencia física y/o sexual al menos una vez en su vida, los datos en el país son aún más inquietantes:
Según cifras oficiales, el INEGI reporta que 7 de cada 10 mujeres en todo el país ha sufrido algún tipo de violencia.
Los datos contrastan con una realidad que obliga a la reflexión: cualquier logro en materia de igualdad de género, se empaña o llena de sangre ante el creciente número de mujeres víctimas de violencia.
Desafortunadamente, los resultados oficiales indican que las políticas públicas en favor de las mujeres, no han sido suficientes.
Desde el año 2008, en la Ciudad de México tenemos una Ley cuya finalidad es erradicar la violencia en contra de las mujeres; paradójicamente 15 años después, tener “piso parejo” entre hombres y mujeres, tiene un costo: violencia contra la mujer.
Las cifras llevan a concluir que entre más se avanza en reducir la brecha de desigualdades entre hombres y mujeres, más se vulnera y se expone a las mujeres, incrementando los casos y los tipos de violencia.
Las malas prácticas que durante años frenaron los esfuerzos por alcanzar la igualdad, permearon incluso en las estructuras de gobierno y hoy se resisten a extinguirse, mutando en diversas formas de violencia en nuestra contra.
Pues además del largo camino que una mujer recorre para tener la misma oportunidad que un hombre, llegando al objetivo, se convierte en blanco fácil para la estructura que le impidió llegar.
La mayoría de metas para frenar y revertir estas conductas, plantean estrategias y acciones que esperan resultados a mediano y largo plazo, por eso el atropellado primer proceso de planeación de Ciudad, era el momento perfecto para incluir la perspectiva de género.
Lamentablemente, no fue suficiente para el instituto de Planeación que más del 62% de las 12,973 Cédulas de participación fueran hechas por mujeres para plantear metas acordes con nuestra realidad.
Nuevamente, la Ciudad de México y su proceso de proyección a largo plazo, queda a deber a la memoria de tantas mujeres que ha cobrado la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres.
