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Revolución y responsabilidad ambiental (Segunda parte y final … – Presidencia Cuba


DUBÁI, Emiratos Árabes Unidos.- Estudios realizados por la ciencia cubana, la que sistemáticamente proporciona información actualizada sobre los impactos del clima en el país, prevén que a finales de siglo la temperatura del aire pudiera incrementarse hasta 4,5 grados Celsius y la precipitación reducirse entre 20-60 por ciento, confirmando que estamos transitando hacia un clima más extremo y árido en nuestro archipiélago.

Las proyecciones a mediano y largo plazo indican un incremento del nivel medio del mar en valores de 29 y 95 centímentros para los años 2050 y 2100, respectivamente, con la consecuente pérdida de superficie emergida y viviendas, así como afectaciones a los habitantes en esas áreas, según valores que han sido estudiados para distintos puntos del territorio nacional.

Datos del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) dan cuenta de que en los últimos años estas tendencias disruptivas del clima se han acelerado, por lo que se adelantan algunos pronósticos y resultados ofrecidos por la ciencia nacional en cuanto a temperaturas récords, aumento del nivel medio del mar, contenido calorífico y acidificación de los océanos, entre otros.

Cuba apenas contribuye al 0,1 por ciento de las emisiones globales de gases de efecto invernadero; sin embargo, como muchos otros países del Tercer Mundo, en especial los pequeños estados insulares, enfrenta graves impactos de un problema que no causó.

El culto a la naturaleza es transversal a la historia de Cuba. Ella abrigó, protegió, alivio la sed, proveyó de alimentos, a mambises y guerrilleros. No hay mayor canto a nuestra naturaleza, que el Diario de Campaña de José Martí.

La preservación y cuidado del medioambiente es intrínseca a la Revolución cubana, que desde su triunfo inició una agresiva política para reforestar un país que entonces tenía una cobertura boscosa de apenas 14 por ciento.

El 23 de febrero de 1959, el Gobierno Revolucionario emitió la Ley 100, para la creación del Departamento de Repoblación Forestal del Ejército Rebelde, y el 10 de abril promulgó la Ley 239, Plan de Repoblación Forestal por el Ejército Rebelde.

Entre 1962 y 1963, el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) continuaría regulando y promoviendo medidas para la reforestación, y en 1967 se fundó el Instituto Nacional de Desarrollo y Aprovechamiento Forestal, dirigido, entre otras tareas, a la conservación de los bosques y la fauna silvestre.

En sus primeros años, la gestión ambiental de la Revolución, con énfasis en flora y fauna, fue continua, políticas que cristalizarían en el Artículo 27 de la Constitución de la República de 1976, que otorgó rango institucional al medioambiente.

Tras la Cumbre de Río de 1992, cuando Cuba asumió, como otros muchos países, múltiples compromisos a favor del medio ambiente, en la Reforma Constitucional de ese año se replanteó ese artículo, que ahora consagraba el deber del Estado y la ciudadanía con la preservación del medioambiente, al fortalecer el concepto de integración de este con el desarrollo económico y social sostenible. Así, en 1993 se estableció el Programa Nacional de Medioambiente y Desarrollo, en concordancia con la Agenda 21.

De entonces acá, muchos otros han sido los hitos a favor de la  naturaleza, como la creación en 1994 del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medioambiente (CITMA); la emisión de la Ley No. 81, Ley del Medioambiente; entre otras legislaciones, disposiciones, estudios, proyectos, macroproyectos…

Desde 2017 Cuba cuenta con el Plan de Estado para el enfrentamiento al Cambio Climático (Tarea Vida), que responde a metas nacionales y compromisos internacionales y contiene importantes acciones de adaptación y mitigación.

En las estrategias nacionales, es propósito, además,elevar la eficiencia energética, desarrollar las fuentes renovables y promover un desarrollo económico menos intenso en carbono, según orienta el Plan de Desarrollo Económico y Social hasta 2030.

Como parte de sus compromisos ante la Contribución Nacionalmente Determinada del Acuerdo de París, la Isla se fijó como meta incrementar hasta un 24 por ciento la generación de electricidad sobre la base de fuentes renovables para el 2030.

Estima, además, que el aumento de la eficiencia y el ahorro energéticos evite la emisión de 700 mil toneladas de CO2 a la atmósfera entre 2014 y 2030, a lo que se adicionaría la reducción de estas con un transporte terrestre menos intenso en carbono.

Es meta, además, aumentar la cobertura forestal hasta un 33 por ciento, lo que evitaría la emisión de 169,9 millones de toneladas de CO2, una proyección que puede alcanzarse este año, pues en 2022 la proporción cubierta de bosques en la superficie terrrestre total de Cuba, excluyendo aguas interiores, fue de 32,1 por ciento.

También es propósito la disminución en las emisiones de otros ocho millones de toneladas de CO2 por el tratamiento del cien por ciento de las aguas residuales del sector porcino, entre otros objetivos.

Este año, la Mayor de las Antillas aprobó la Ley del Sistema de Recursos Naturales y del Medio Ambiente, que constituye la principal norma nacional en materia de cambio climático, y desarrolla aspectos novedosos para el país, como un Sistema de Medición, Registro y Verificación de las acciones en mitigación y adaptación y de los flujos de financiación climática.

Esta ley se ha complementado con un Decreto específico sobre el enfrentamiento al cambio climático y la renovación de la legislación costera, con un enfoque de resiliencia y adaptación.

CUBA: 30 AÑOS HACIA UNA ECONOMÍA MENOS INTENSA EN CARBONO

El repositorio de las políticas, estrategias, leyes, medidas, decisiones…, que la Isla ha adoptado para la preservación del medioambiente y el enfrentamiento al cambio climático es abultado.

Sin embargo, a veces poco se repara en el profundo sentido de responsabilidad ambiental de las políticas e iniciativas económicas «puras» y «duras» adoptadas o consolidadas en los últimos 30 años por la Revolución tras la Cumbre de Río, cuando las estrategias en este sentido se hicieron más concientes y deliberadas en el país.

Muchas han sido las políticas de desarrollo en este sentido, bastantes de las cuales fueron impulsadas personalmente por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y el General de Ejército Raúl Castro Ruz,y a las que ha dado continuidad y chequeo sistemático el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, desde un enfoque holístico y según los tres pilares de gobierno: la ciencia y la innovacion, la informatización de la sociedad desde la perspectiva de la transformación digital y la comunicación social.

A partir del concepto que Fidel desarrolló desde los inicios de la Revolución sobre que Cuba tenía que ser un país de hombres —y mujeres— de ciencia, las estrategias más emblemáticas y robustas que en este sentido ha adoptado el país en las últimas tres décadas, se concibieron a partir de la construcción de una economía del conocimiento y de la exportación de servicios, sectores indisolublemente ligados a industrias con un relativo bajo consumo de energía, y por tanto, de menor intensidad en carbono.

La primera a mencionar es la industria biotecnológica y farmacéutica. Fundada en un pequeño espacio a inicios de los años 80, despegó definitivamente con la inauguración, a partir de 1989 y durante todos los años 90, de un sinúmero de instituciones científicas, como el Centro de Ingenería Genética y Biotecnología, entre otros muchos de reconocimiento mundial.

El desarrollo de estas ciencias y sus industrias ha sido permanente. Sus resultados son de alcance mundial, todos los conocen. Baste mencionar que entre los pocos países que pudo producir en el transcurso de la pandemia una vacuna contra la COVID-19, está Cuba.

En la segunda década de este siglo, la exportación de medicamentos cubanos ha facturado, en algunos años, alrededor de 600 millones de dólares, además de la producción de medicamentos para los servicios hospitalarios y de farmacias del país, por valores que superan los mil millones de dólares, sustituyendo la importación de la mayoría de los fármacos que necesita la población cubana.

Otro sector impulsado por Fidel y por Raúl, es el turismo, que a partir de las inversiones y formación de personal desde finales de los años 80, ha dotado al país de una robusta planta hotelera y una oferta de servicios que va más allá del vacacionismo de sol y playa, al adentrarse en lo cultural, lo histórico, lo patrimonial, lo ambiental…

La oferta turística de Cuba es única en el Caribe. En años recientes, este sector ha aportado al país, por concepto de exportacion de servicios, hasta más de 2 500 millones de dólares.

En los años 80 del pasado siglo, también nació la formidable tradición agroecológica que dispone la Isla hoy y que tiene su simiente en la creación del movimiento de la agricultura urbana, suburbana y familiar, creado el 27 de diciembre de 1987 por iniciativa del General de Ejército Raúl Castro Ruz.

Es un movimiento donde convergen la tradición campesina y la ciencia, incluyendo la participación de instituciones científicas cubanas de primer nivel mundial. Esta estrategia ha generado un constante extensionismo agroecológico que llega, para situar un extremo, hasta los jardínes de los círculos infantiles de cualquier rincón o gran ciudad del Archipiélago.

Por las soluciones que ha encontrado a partir de las prácticas empíricas, la ciencia y la innovación, por su masividad y por su potencial en el camino de la soberanía alimentaria y la educación nutricional, las prácticas agroecológicas cubanas son reconocidas a nivel mundial, tanto en los países desarrollados como del Tercer Mundo, que ven en ellas una experiencia a replicar.

Otra estrategia económica en el propósito de desarrollar una economía del conocimiento y por consiguiente de baja intensidad en carbono, es la exportación de servicios profesionales, en especial la colaboración médica.

Sin abandonar su vocación solidaria, que comenzó a inicios de los años 60 del pasado siglo con el envío de una brigada médica a Argelia y que hoy se extiende a más de medio centenar de países, esta política se consolidó a partir de 2002, con los acuerdos entre los comandantes Hugo Chávez y Fidel Castro, y luego en 2004, con la constitución de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA-TCP).

Este tipo de intercambio entre países hermanos y también de otras regiones, como África, Medio Oriente e incluso Europa, han aportado a la Isla, en algunos años, más de 6 000 millones de dólares por concepto de exportación de servicios médicos.

Aunque no se inserta en la dinámica de potenciar sectores económicos de bajo consumo en carbono, otro hito —y grande— fue el redimensionamiento del sector agroindustrial azucarero en 2002.

El monocultivo de la caña y la fabricación de azúcares fue durante siglos la principal fuente contaminante de Cuba, tanto de las tierras, las aguas, los mares como de la atmósfera.

El proceso, que ha tenido grandes impactos culturales, económicos, territoriales, no pocas veces traumáticos, se dirigió a reducir a la mitad este sector. Según la concepción del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, las tierras cañeras disminuirían de dos millones de hectáreas a un millón, y los centrales, de 156 a 84. Por diferentes causas, ese redimensionamiento ha sido mayor.

Otra política que tuvo un impacto directo, aunque ese no haya sido su objetivo principal, en la preservación del medio ambiente, fue la Revolución Energética y con ella el impulso en este siglo, aunque los estudios y propuestas venían de antes, de las fuentes renovables de energía (FRE), incluido enjundiosas investigaciones de varios centros científicos sobre las potencialidades del país en energía eólica, solar, biomasa,hídrica, biodigestores…

PERO EL BLOQUEO ESTABA AHÍ…

El catálogo de las estrategias, políticas y acciones de Cuba en el área ecónomica a favor del medioambiente y el enfrentamiento al cambio climático, y el esfuerzo por construir una economía del conocimiento y dotarse de un plantel industrial con baja intensidad en carbono, es mucho más amplio, aunque otras experiencias sean a menor escala en comparacion con las iniciativas ya mencionadas.

No obstante, todas, las grandes y las pequeñas, han podido mostrar y concretar sus potencialidades de forma muy limitada, incluido esa locomotora económica que es el turismo y esos enormes cantos a la vida —a la de nuestra gente y a las del mundo— que son la colaboración en servicios médicos y la industria biotecnólógica y farmacéutica cubanas.

¿Y por qué esa limitación? Porque todas las iniciativas económicas que ha emprendido la Isla en los últimos 30 años, como ocurre desde el inicio de la Revolución, han sido perseguidas y coartadas por el gobierno de Estados Unidos con su bloqueo económico, comercial y financiero a la Isla, el que ya dura más de 60 años.

Según cálculos conservadores de los redactores de este artículo, estos sectores económicos —del conocimiento, de los servicios profesionales y turísticos y otros mencionados o no en esta ocasión—, con sus industrias o plataformas caracterizadas por la baja intensidad en carbono, podrían generar más de 15 000 millones de dólares anuales por concepto de exportación.

La disponibilidad de estos recursos —que no son una proyección, ahora mismo el país tiene capacidades instaladas y personal altamente calificado para captarlos—, conllevaría, a su vez, al derrame hacia otros sectores más consumidores de energía, a fin de renovarlos con tecnologías más amigables con la naturaleza.

Eso sin contar los miles de millones de pesos que podrían generar al interior de una economía cuya prioridad es el bienestar y calidad de vida de cubanas y cubanos, incluido disfrutar de un medioambiente sano y sostenible, en el presente y en el futuro.

El boicot del gobierno de EE.UU. a todos y cada uno de estos sectores, a fin de privar al país de los recursos suficientes y provocar lo que ellos llaman «un cambio de régimen», son más que conocidos y divulgados sistemáticamente por los medios de comunicación, por lo cual no abundaremos en ejemplos y argumentos, aunque es menester profundizar en estos impactos.

La Isla es un baluarte mundial en la protección del medioambiente y el enfrentamiento al cambio climático, y mucho más podría hacer, tiene capacidad para ello, pero está imposibilitada. El único muro que hay entre esas potencialidades y esa voluntad, es el criminal bloqueo de EE.UU., es él la principal fuente contaminante de Cuba.

Desde 2017 Cuba cuenta con el Plan de Estado para el enfrentamiento al Cambio Climático (Tarea Vida), que responde a metas nacionales y compromisos internacionales y contiene importantes acciones de adaptación y mitigación.



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Marc Valldeperez

Soy el administrador de marcahora.xyz y también un redactor deportivo. Apasionado por el deporte y su historia. Fanático de todas las disciplinas, especialmente el fútbol, el boxeo y las MMA. Encargado de escribir previas de muchos deportes, como boxeo, fútbol, NBA, deportes de motor y otros.

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