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Trabajar para morir – El Tiempo


Numerosos tipos de trabajo son hoy considerados de alto riesgo, y sus peligros saltan a la vista: obreros de construcción, electricistas, empleados de plantas nucleares y vendedores informales en las calles de nuestro país. Otros empleos, rodeados de glamour y popularidad, no parecieran, a simple vista, representar un peligro para sus empleados y sin embargo, conllevan un altísimo riesgo para la salud.

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Empecemos por las modelos de pasarela: a pesar de campañas de positivismo sobre los cuerpos con curvas, siguen pasando años consumiendo poquísimas calorías al día. Esto genera potenciales efectos nocivos en órganos como el cerebro, cuya salud y desarrollo están asociados al consumo de grasa.

Estas mujeres pasan años privando al cerebro de su principal fuente de energía, por no hablar de los efectos nefastos para otros órganos del cuerpo humano, obligados a funcionar con una cantidad irrisoria de nutrientes diarios. De ahí a caer en desórdenes alimenticios como bulimia o anorexia hay un paso.

Otro escenario laboral que genera un grave deterioro neuronal, es la práctica de fútbol americano. Las colisiones permanentes que recibe el cerebro de los jugadores durante este juego, lo afecta al punto de presentar serios problemas de desarrollo. Decenas de jóvenes hacen parte de ligas universitarias y profesionales en Estados Unidos, a cambio de becas estudiantiles o jugosos salarios, a pesar del gravísimo impacto que este “deporte” tiene en su cerebro.

Sobra aclarar que los cascos que utilizan no bastan para proteger al cerebro del daño cognitivo ocasionado por caídas y golpes permanentes en cada juego. Estudios científicos han demostrado el declive cognitivo que produce este violento deporte en los jóvenes participantes, pero son ignorados por una industria multimillonaria que da prioridad al lucro por encima del bienestar de los jugadores.

Un tercer tipo de labor, poco reconocida como trabajo en sí, y mucho menos de alto riesgo, es la creación y producción de seres humanos. Según la Organización Mundial de la Salud, cerca de 287.000 mujeres murieron durante -y después- del embarazo durante 2020 y casi un 95 % de todas las muertes maternas tuvieron lugar en países en vías de desarrollo.

El cuarto tipo de labor de alto riesgo que pasa de agache, es el de profesor de colegio y universidad en Estados Unidos. Sólo en 2023, se han registrado 77 balaceras, 27 en campus universitarios y 50 en colegios (Kinder-Grado12). Como resultado, ha habido 34 asesinatos y 85 personas heridas, según reporta CNN.

No sorprende que estos trabajos no aparezcan en ninguna lista de labores de alto riesgo, donde se listan trabajos como construcción, pilotos, pescadores, mineros y policías pues el sistema económico y la cultura inclinan la balanza hacia la cosificación de la mujer -ignorando los problemas médicos derivados de la desnutrición-; privilegia el entretenimiento y la industria del deporte -ignorando así las lesiones de jugadores de fútbol americano-; enaltece la labor de la mujer como madre y esposa -ignorando los altos riesgos de mortalidad asociados al embarazo- y enarbola el porte de armas como sinónimo de patriotismo, ignorando así los asesinatos de docentes a lo largo y ancho del país.

Está claro que la sociedad estadounidense –y las naciones que emulan su cultura– deben dejar de normalizar labores que pueden costar la vida, y priorizar el bienestar de los seres humanos que hoy se debaten entre su bienestar físico y un cheque mensual para poder sobrevivir.

MARÍA A. GARCÍA DE LA TORRE@caidadelatorre

(Lea todas las columnas de María A. García de la Torre en EL TIEMPO, aquí)





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Rohit Palit

Periodista deportivo y graduado en Ciencias de la Comunicación de Madrid. Cinco años de experiencia cubriendo fútbol tanto a nivel internacional como local. Más de tres años escribiendo sobre la NFL. Escritor en marcahora.xyz desde 2023.

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