trepidante sátira sobre el oficio del periodismo, con la guerra de sexos de fondo

La screwball comedy, subgénero de la comedia romántica surgido en la década de los años 30, donde se satiriza las convenciones del género, fue un soplo de aire fresco a la hora de tratar las relaciones de pareja, subvirtiendo los clichés existentes en la época.

Mezcla de historias enloquecidas, personajes estrafalarios, diálogos ingeniosos y comedia física, dio pie a una serie de películas cuya influencia se extiende a hoy en día, y que han aguantado estupendamente los embates del tiempo.

Dentro de este subgénero, y considerada una de las grandes comedias de la cinematografía norteamericana, Luna nueva es la segunda de las cuatro adaptaciones llevadas al cine hasta la fecha de la obra teatral Primera plana de Ben Hecht y Charles MacArthur, estrenada en 1928.

Pese al tiempo transcurrido, la mirada vitriólica de Hecht y MacArtur sobre los vicios y virtudes de cierto tipo de periodismo, con sus maquinaciones y obsesiones de conseguir como sea una exclusiva, y sus confabulaciones con la clase política, sigue siendo totalmente contemporánea.

Walter Burns (Cary Grant), editor caradura y sin escrúpulos de un periódico de Chicago, recibe la visita de su reportera estrella (y exmujer) Hildy Johnson (Rosalind Russell), quien le comunica que va a abandonar el periodismo y piensa salir ese mismo día de la ciudad para casarse al día siguiente con un apocado agente de seguros (Ralph Bellamy). Usando como ardid que la necesita para cubrir el ajusticiamiento eminente de un condenado a muerte, Walter despliega todas sus artimañas con tal de conseguir que Hildy no abandone el periódico, y de paso, intentar que vuelvan a estar juntos.

Aparte de los personajes principales, la película cuenta con un fantástico plantel de actores secundarios característicos de la época, con unos diálogos chispeantes interpretados a una velocidad supersónica y algunas escenas corales realmente brillantes.

La genialidad de Howard Hawks, además de imprimir un ritmo endiablado a la puesta en escena, fue cambiar de sexo al personaje de Hildy Johnson (en la obra original, y en la adaptación de 1974 dirigida por Billy Wilder, Walter y Hildy son hombres). Dicho cambio dio pie a enriquecer la relación entre ambos personajes, más allá de lo puramente profesional, e introducir de fondo uno de sus temas favoritos, la guerra de sexos, dotando al personaje de Rosalind Russell de un fuerte carácter independiente, siendo respetada por sus colegas de profesión, en la misma línea que toda una galería de poderosos personajes femeninos surgidos en la screwball comedy de los años 30 y 40.

Quienes piensan que la figura de la mujer empoderada es un invento del cine reciente, están muy equivocados. Hace ya un siglo que las pantallas están pobladas de chicas guerreras, sin necesidad de tener superpoderes, ni de llevar puestos leotardos repartiendo estopa a diestro y siniestro para salvar al mundo.

– Puede verse en Filmin y Classix. Se puede alquilar en Apple TV, Google Play y Amazon Prime.