La muerte de Henry Kissinger cumplidos sus 100 años generó, como era de esperar, múltiples reacciones en todo el mundo. Por una parte, fue vilipendiado por ser el responsable de miles de muertes en las guerras y golpes de Estado que promovió, y por el otro, admirado por su indiscutible habilidad diplomática y amplia cultura.
Se trata de un personaje que moldeó en buena medida el acontecer político global del siglo XXI. Asesor de 12 presidentes, incluyendo a Joe Biden, alto funcionario del gobierno de Estados Unidos, se le atribuye la autoría de los principios que orientan la política exterior de ese país hasta la fecha.
Si bien nació en Alemania, emigró muy joven a Estados Unidos huyendo del nazismo por su origen judío, varios de sus familiares directos murieron en los campos de concentración establecidos por Hitler.
De clase media, su padre fue maestro de escuela y su madre ama de casa. Tuvo una infancia normal, y desde entonces le gustó el futbol, lo cual lo llevó a negociar que, en 1994, Estados Unidos fuera sede de un campeonato mundial. Se dice que, al estar presente en varios estadios de Europa y Sudamérica se convenció que ese deporte debía ser conocido en su país de adopción; hoy se juega en todas las escuelas y participa en los campeonatos mundiales (de paso, ha puesto a prueba la presencia de la selección mexicana).
Apasionado de la historia, su tesis doctoral presentada en la prestigiada Universidad de Harvard tenía 383 páginas, lo que llevó a que en lo sucesivo se pusiera un límite de no más de la mitad de esa extensión; su pasión por el estudio y la investigación académica lo mantuvo durante 20 años como profesor y director del programa de investigación sobre estudios de defensa. A la vez que se desempeñaba en la vida docente fue consejero de grandes corporaciones privadas que le sirvieron para tener contacto con políticos del Partido Republicano, donde ya gozaba de respeto y prestigio. Fue así como llamó la atención del presidente Richard Nixon, quien lo invitaba a la Casa Blanca para escuchar su opinión sobre los asuntos de política exterior que el primero no dominaba. Su inagotable capacidad de trabajo, lo llevó a ocupar simultáneamente la titularidad del Consejo de Seguridad Nacional y del Departamento de Estado.
Obsesionado de la necesidad estratégica de combatir el comunismo, se le atribuye haber apoyado los golpes de Estado en Chile, Argentina y Uruguay, donde fueron torturados miles de militantes de los gobiernos derrocados. Otra foto histórica con Pinochet y Videla.
Un importante logro en su actividad diplomática fue la negociación en Vietnam, lo cual le mereció recibir el Premio Nobel de la Paz junto con Le Duc Tho, su contraparte vietnamita. Este hecho produjo fuertes protestas, ya que parecía incompatible premiar a quien había propiciado miles de muertes y destrucción en las guerras de Vietnam y Camboya.
Tal vez su mayor logro fue el restablecimiento de relaciones entre Estados Unidos y China, logrado después de múltiples negociaciones con el liderazgo de ese país, sostenidas en absoluta secrecía; se dice que nunca voló directo a Beijing, sino que lo hacía a través de terceros países.
Consecuente con su visión de largo plazo, supo entender que China sería la gran potencia, por arriba de la Unión Soviética. Pocas fotos del siglo pasado son más icónicas como las de la entrevista entre Nixon y Mao Zedong en el Palacio Imperial de la famosa Plaza Tiananmén en la que aparece un sonriente Kissinger. Con México tenía un especial afecto, pues pasó su primera luna de miel en Acapulco. Sin embargo, en el plano político tuvo poca interacción, más allá de entrevistarse con los presidentes en turno. Admiraba la habilidad del PRI que, “a pesar de su total control político en el país, hacía de México una excepción de estabilidad comparada con las revueltas militares y sociales en el resto del continente”.
Esta colaboración es una aproximación básica a este complejo y controversial personaje. A mis lectores interesados en profundizar sobre su vida y pensamiento en la etapa de su vida que trato en esta ocasión, les recomiendo uno de sus más de 50 libros: Mis memorias, publicado cuando tenía 50 años con ¡mil 13 páginas!
Su inagotable curiosidad intelectual por estar al tanto de lo que sucede en el mundo lo llevó a escribir su último libro La Inteligencia artificial y nuestro futuro humano.
