Música

The Screamin’ Cheetah Wheelies a machamartillo – El Correo


El sábado actuaron en el 12º Ciclo Music Legends de la Sala BBK los ansiados The Screamin’ Cheetah Wheelies (Nashville, Tennessee, 1991-2004, y 2022 hasta hoy). Las entradas, a 25 €, se agotaron rápidamente en la venta anticipada: hubo 560 almas en pie según el aforo oficial, pues no se pusieron a la venta las 130 butacas del anfiteatro (las llegan a sacar a 30 o 35 euros y también se agotan, aunque la organización, Dekker Events, optó por traer a la banda en 2024 al 7º Music Legends Festival, que se celebrará en junio en Miribilla y donde compartirá cartel con Deep Purple y Canned Heat, entre otros; ah, esa será la única fecha europea de SCW, o se que volarán solo para actuar en Bilbao).

Este sábado vinieron los cinco miembros originales, los que en abril de 2022 anunciaron que se reunirían para unos bolos en Nashville y New York City y que ahí siguen año y medio después, con su gira llamada ‘The Long Goodbye’. Y con el telón de fondo sin actualizar: pone 1991-2022. ¡Hasta 2024 seguro que siguen! El caso es que este sábado dieron un bolo robusto y a machamartillo de 18 canciones (muy parecidas entre sí) en 132 minutos rebosantes de rock, americano y sudista. De rock sudista americano. Y desde la primera hasta la 18ª canción mantuvieron una homogeneidad roquera exenta de gradaciones, sorpresas o de la sofisticación que se respiraba en sus álbumes de los 90.

No obstante, el respetable asistió feliz a la liturgia dirigida por el teñido de negro líder Mike Farris, un amante del góspel, un cantante con soul que fue el único que se movió de un quinteto demasiado estático sobre el tablado. Farris recordó que hacía veinte años que los Wheelies no venían al Basque Country, ¡y es que les vimos en el Azkena Rock Festival de 2004! Entonces se movieron, pero dos décadas después no. Ya lo comentó en una ocasión Mike Farris, cuando contó que la primera canción que compuso, a los 20 años, supuso el principio de todo este viaje (journey), y que esta misma semana ha cumplido 55 años pero se siente como si tuviera 45.


El quinteto en ‘Messenger’s lament’.


Óscar Cubillo

Él, Mike Farris, fue el motor del concierto. El único hombre bajo los focos. Cantó y chilló como un soulman, a veces se colgó la guitarra para aportar la tercera del quinteto, dio saltos esporádicamente, ocasionalmente sopló la armónica y justo antes de la última antes del bis, nos deseó: «es un honor haber estado aquí, gracias por venir, Dios os bendiga a todos». Farris cantó con la garantía que se le supone un repertorio ubicable entre los Black Crowes y los Rolling Stones. Entonó con soul (a veces muy Otis Redding), grito con fuerte caudal negroide, sugirió el góspel cual predicador, cinceló el gran rock, se sumó a jams guitarreras, y los dos mejores momentos quizá fueran el que pareció improvisación blusera a lo Howlin’ Wolf o Muddy Waters (el clásico ‘John The Revelator’, que no estaba apuntado en el setlist y lo comenzó Farris mientras sus compañeros le miraban sin hacer nada), y la caña insistente de ‘Boogie king’ (con los cinco directos a la garganta, como Clutch).

La afición acudió predispuesta a pasarlo bien y cumplió sus expectativas (mirabas alrededor y veías decenas de rostros sonrientes), y el grupo actuante no falló, aunque faltaron los dichosos matices y gradaciones. The Screaming Cheetah Wheelies fueron al grano, a pulsar la fibra sin miramientos, sonando stonianos (desde el principio con ‘Halcyon times’ hasta el final con ‘Ride the tide’ y los coros uh-uh de la gente, pasando por el medio con ‘This is the time’, que aportó el primer momento coreado por la masa, que jaleó: «This is real love, baby»), embarcándose en jams guitarrísticas (‘More than I take’), cantando soul sobre una base de rock americano setentero muy guitarrero (‘Gypsy lullaby’), modernizando el blues (‘Let the child ride’), y rematando con lisergia de título coreado (‘Hello in Venus’).

Estuvo muy bien, pero se puede decir que tocaron casi 18 veces la misma canción, y encima se alargaron hasta las dos horas y 12 minutos. Aunque en realidad la única pega que se podría poner es que Mike Farris no tocó demasiado bien la armónica en una del bis. No por soplarla mal, sino porque no encajaba demasiado.



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Marc Valldeperez

Soy el administrador de marcahora.xyz y también un redactor deportivo. Apasionado por el deporte y su historia. Fanático de todas las disciplinas, especialmente el fútbol, el boxeo y las MMA. Encargado de escribir previas de muchos deportes, como boxeo, fútbol, NBA, deportes de motor y otros.

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