Regis Prograis (29-1, 24 KO) lleva tatuada su ciudad, New Orleans, en el pecho. En esa obra de arte figura la fecha del 29 de agosto de 2005. Ese día su vida y la de otras muchas personas cambió para siempre. El huracán Katrina tocó tierra y devastó la ciudad. Todavía a día de hoy quedan zonas que no se han recuperado tras el desastre natural. El boxeador tenía 16 años en ese momento.
Antes de que el huracán llegase, Regis, su hermana, sus abuelos y un primo se fueron a Houston. Un amigo les dejó su garaje para que estuviesen allí unos días. Su casa, y la de sus abuelos, quedaron cubiertas por más de dos metros de agua. Era imposible regresar. Tuvieron que comenzar una nueva vida en Houston. En ese instante, Prograis, todavía estaba empezando en el boxeo. El cambio de ciudad fue clave en su futuro.
“En New Orleans comencé a pelear en la calle y después comencé a boxear. Estaba con mi primer entrenador, Harry. Él tenía un gimnasio en casa. Había sacos en un garaje, un ring detrás y entrenaba. La industria en New Orleans no era tan grande como la que me encontré en Houston. Ahí fue donde todo cambió. Estoy agradecido. Por supuesto, se cobró muchas vidas y destruyó propiedades por un valor de miles de millones de dólares, pero para mí, sin Katrina no estaría dónde estoy. No sería campeón mundial. Soy uno de los pocos que puede decir que fue bueno para mí“, recordó Prograis hace años en una entrevista en Boxing News.
En Houston, el púgil buscó un nuevo gimnasio y acabó en el Savannah Boxing Club. Una vez que entró se quedó impresionado. “Era un niño, pero tenía a una leyenda como Evander Holyfield trabajando en el saco de al lado. Mike Tyson siempre fue mi ídolo y estoy entrenando con el hombre que lo venció. Pero no sólo fue él. Los gemelos Charlo y yo crecimientos juntos. Todos éramos amateur. También entrenaban allí Erislandy Lara, Guillermo Rigondeaux o Juan Díaz. Era un niño y ver a esos grandes boxeadores inspiraría a cualquiera. Ahora mismo sé que puedo hacer y vencer a quién me pongan enfrente. La primera chispa vino ese día al ver a Holyfield. Si no lo hubiese visto no tendría la confianza que tengo ahora”, añadió el púgil.
Su llegada a Texas le hizo centrarse en el boxeo, lo que le permitió ser un gran amateur. Cerró esa etapa con 87 victorias y 12 derrotas. Probó suerte en los trials para ir a los Juegos Olímpicos de Londres 2012. No lo logró y se hizo profesional. Tuvo una carrera llevada con cabeza. Se fue ranqueando en organismo y llegó a ganar un Mundial Interino WBC, aunque su boom llegó gracias a las World Boxing Super Series. El estadounidense llegaba con cartel, pero era un tapado para el fan más casual. El torneo enfrentaba a ocho luchadores en un torneo eliminatorio que se disputó entre 2018 y 2019. Los promotores de la idea lo utilizaron para entrar en Estados Unidos, ya que la competencia tenía peso, sobre todo, en Europa. Así, realizó dos pleitos en New Orleans en los que logró proclamarse campeón mundial WBA.
La final del torneo le enfrentó a Josh Taylor. Fue su primera, y hasta el momento única, derrota. Hay casos en los que un tropiezo te hace crecer y esa noche en Londres volvió a suceder. Los dos boxeadores ofrecieron una guerra sin cuartel en una pelea cerrada. Cayó, pero demostró que estaba en el top de la división. De 2019 a 2022, Prograis trabajó para volver a lo más alto. La división estuvo parada debido a que Taylor demoró mucho sus peleas. Finalmente, fue desposeído y en noviembre de 2022 el de New Orleans se exhibió ante Jose Zepeda para noquearle en 11 asaltos y proclamarse campeón mundial WBC.
En junio de este 2023 hizo su primera defensa y esperó. La opción de Haney apareció. La tomó, ya que es un boxeador no demasiado taquillero en Estados Unidos. Necesita los grandes carteles. Con 34 años es un boxeador maduro y muy talentoso, aunque a veces muestra desconexiones. La vez anterior que quiso liderar a la élite cedió. Este sábado, en San Francisco, tiene un examen para demostrar que el número uno de las 140 libras nació en New Orleans.
