The Newsreader regresa con más noticias explosivas delante y detrás de cámaras – Bae Negocios
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A riesgo de ser autorreferencial, las ficciones sobre redacciones y producciones periodísticas siempre resultan atractivas. La serie australiana The Newsreader logró en su primera temporada retratar el vertiginoso mundo del noticiero televisivo, en épocas analógicas donde no existía internet y a la noticia había que salir a buscarla.
Pero claro, todos los que trabajamos en esto sabemos que -especialmente en el rubro tevé- los egos son grandes y dañinos. El maltrato laboral y el acoso sexual -hoy vigilados y castigados- eran moneda corriente y nadie se planteaba demasiado qué tan incorrectas eran esas prácticas.
La estrella de “News at Six” Helen Norville (Anna Torv) logró hacerse camino y un nombre respetado en el medio aunque también es temida y criticada. Su fuerte carácter, a veces agresivo, era la única fórmula a mediados de los años 80 para que una mujer no fuera minimizada y relegada siempre a ser bonita, sonreír, y dar noticias “livianas”.
Con el experimentado pero poco abierto al cambio Geoff Walters (Robert Taylor) fuera de la cadena, ahora furioso y trabajando en la competencia, Helen encontró en el ex reportero de calle Dale (Sam Reid) un aliado valioso en lo laboral y en lo sentimental, un plano donde esta workaholic del periodismo parece no esperar demasiado.
Eso es bueno para Dale, ya que en esta segunda temporada recién estrenada en Universal+, su reprimida sexualidad parece lista para aflorar, inevitablemente. ¿Cómo afectará la relación entre la nueva dupla estelar del noticiero?
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Como ya hizo en su primera parte, la serie aborda hechos históricos de Australia y el mundo, sumergiendo al espectador en el maravilloso y febril proceso de la cobertura periodística.
En el inicio de esta nueva temporada asistimos a la locura que se desata en la previa y el “durante” de las elecciones generales. El actual dueño de la cadena es un hombre joven e impetuoso, que heredó la empresa y quiere imprimirle su sello. La presión constante a la que somete a sus empleados los torna dubitativos, inseguros, y obsecuentes.
Una nueva maquinaria que promente arrojar resultados de los comicios antes que nadie será la piedra del escándalo que generará fuertes cruces y amenazas entre jefe de redacción, directores, productores y presentadores. Desperfectos técnicos inesperados ponen a prueba al equipo, que deja todo por seguir al aire como sea.
El engranaje que se pone en marcha cuando surge la noticia, los debates, las peleas, el camino a recorrer entre el evento y su resolución en la pantalla para el público, caminan de la mano con la humanidad de los personajes, muy reconocibles aún hoy en cualquier redacción a pesar de los grandes cambios que trajeron las nuevas tecnologías.
Las envidias, los romances, la inclemente competencia, la difícil construcción de la lealtad -que dura poco- y por supuesto, la eterna batalla entre el rating, lo comercial y la ética informativa. Todos estos son elementos que The Newsreader combina de manera ágil y muy descriptiva, lo que la convierten en una ficción más que recomendable.