Hace tan solo cuatro días, Luis Medina Cantalejo, presidente del Comité Técnico de Árbitros, compareció en rueda de prensa para sacar pecho por la actuación de los colegiados esta temporada, mientras toda España clamaba por su bajo nivel. Pronunció unas palabras casi tan distantes de la realidad como cuando Rubiales afirmó convencido de que el país estaba con él tras besar sin consentimiento a Jenni Hermoso. La gran mayoría de aficionados creen que el nivel de los árbitros está muy lejos de lo que debería y el surrealista penalti de Butarque no hace más que reafirmar esta idea.
No hay mucho más que comentar de la jugada que lo que muestran las imágenes y lo ya expuesto. No es penalti. Es un contacto mínimo en el que Raba se proclama el más listo de la clase para echarse al suelo justo a tiempo para que González Díaz picara en el anzuelo. Y lo hizo. Y González Francés, desde el VOR, incurrió en el pecado mayor: no solo no le llamó para que se retractara de su decisión, sino que lo hizo… ¡para que le sacara tarjeta roja! Con el reglamento en la mano, es cierto que al ser último hombre y no jugar el balón le puede llegar a expulsar. Claro, en caso de que hubiera ocurrido algo más allá de la picardía del jugador del Leganés.
Que esta acción llegue cuatro días después de la comparecencia de Medina Cantalejo no es más que una oda a la narrativa. Atención a la reciente hemeroteca. El presidente de los árbitros, con tono convencido, pronunció las siguientes palabras: “Estamos muy satisfechos con la labor y el rendimiento de nuestra plantilla en muchas circunstancias. Igual que la temporada pasada entendemos que había cosas mejorables, ahora ha habido una vuelta a lo que son los conceptos. El criterio de que no se piten pequeños contactos en las áreas se ha llevado a rajatabla“. Precisamente, lo ocurrido en Butarque es el mejor ejemplo de “pequeño contacto en el área”.
Medina Cantalejo apenas hizo autocrítica y, de hecho, respondió con gracia a nuestro compañero Sergio Fernández, al que acusó de tirar sus crónicas contra los árbitros desde hace años. También fue preguntado por las protestas de Rafa Benítez sobre las actuaciones contra el Celta. Atención a su réplica: “Estamos contentos con el rendimiento de nuestros árbitros y la evaluación será a final de temporada. Y tú has dicho, ha habido Benítez y algún otro… Pues claro. Y lo habrá. Igual que hay delanteros que fallan cuatro ocasiones de gol delante de la portería o un mediocentro que se autoexpulsa en el minuto 60 del partido. Por supuesto que hay errores. Y lo habrá. Es lo que genera que estemos aquí. Si fuéramos perfectos… sería muy aburrido. He dicho lo que he dicho y lo mantengo”.
Resulta ahora que el jefe de los árbitros puede criticar el rendimiento de Larsen y Renato Tapia y aquí no ha pasado nada. Quizás sería más sencillo reconocer que hay errores sin echar balones fuera de este modo. No descubriremos lo que opina Medina Cantalejo sobre el penalti de Butarque porque aún quedan meses para su próxima intervención y porque suele decir aquello de no juzgar acciones puntuales. Aunque podemos intuir que estará en su casa comparando el doble error de González Díaz y González Francés con el balón mal despejado del central o el erróneo cambio de Cristóbal Parralo.
Hablaron los árbitros ¡y nadie resultó herido!
El jefe arbitral también insistió en que los colegiados no hablarían después del partido para no ponerles en el centro de la diana. Bien. Ese mismo día, Alberola Rojas, De Burgos Bengoetxea o Hernández Hernández hablaron en las radios. Las expectativas eran confusas. Como nunca hablan, se desconocía si tirarían de los tópicos habituales de los futbolistas o darían ejemplo.
Más bien fue lo segundo. Destaco especialmente a De Burgos Bengoetxea, que incluso se atrevió a cuestionar que le pusieran una imagen fija para expulsar a Vinicius. O a Hernández Hernández, que fue muy claro, expuso abiertamente cómo compró todas sus propiedades e incluso anunció que le gustaría hablar con frecuencia.
Todo movimiento tiene un riesgo y a lo mejor desde el CTA pensaban que exponer a los colegiados ante los medios de comunicación y, por tanto, ante los aficionados causaría fatales consecuencias. Y resultó que todos acabamos encantados y deseando que fuera algo más frecuente. Si ni siquiera hubo heridos. Ver para creer.
Cuatro días después, sin embargo, la historia vuelve al punto de partida. Los colegiados no hablan. Los errores se suceden. Las decisiones resultan incomprensibles para la mayoría de aficionados y no hay respuestas. Habrá que preguntar a Larsen y a Renato Tapia. Algo de responsabilidad tendrán.
