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Nieto, el ojito derecho de Capello ahora es policía nacional: «En la Academia quité del móvil mi foto en el Real Madrid … – Relevo



Salvador Fenoll

Antes, no hace muchos años, para entrevistar a Miguel Ángel Nieto (San Sebastián de los Reyes, 1986) había que apuntarse en una lista, hacer cola en Valdebebas y pasar varios controles para llegar al hombre de moda. Por no decir que el periodista en cuestión recibía instrucciones precisas de las coordenadas donde podía tener el careo, había tiempo limitado y órdenes para disparar las preguntas después de tirar de paciencia ante el retraso en la sala de espera, y no estaban permitidas las fotografías fuera del recinto y sin otro atrezo que el que dictaba el Real Madrid.

Ahora, confirmado hace sólo unos días, para preguntarle al mismo protagonista basta con intercambiar un par de mensajes cariñosos por WhatsApp y mostrar el DNI el día pactado en la madrileña sede policial de Francos Rodríguez. Además de repetir hasta tres veces su nombre y apellido en la garita fruto de su anonimato en el gremio, hay que seguir una alfombra roja hasta las entrañas de su nuevo puesto de trabajo, elegir el escenario del interrogatorio y, sin censuras y con todo el tiempo por delante, indagar de forma puntual en su nueva vida y grabarle de uniforme con la misma tranquilidad que si fuera panadero.

La realidad cambia a la velocidad de la luz. Y este futbolista de élite, que hoy pertenece a un grupo de fronteras en Barajas para controlar la entrada y salida de pasajeros a territorio nacional, está encantado de poder vivir varias vidas en una. “Esto son etapas. En la primera cumplí el sueño de jugar en el Real Madrid, el equipo de mi vida, el mejor del mundo, y de formarme en su cantera durante casi 10 años. Pero eso termina pronto. Así que empecé una nueva etapa en la que quería hacer algo que me ilusionara y motivara. Y la policía es algo por lo que siempre había sentido una gran admiración. Empecé a estudiar, me presenté ya retirado a una oposición muy dura, que supe llevar por el esfuerzo que me inculcó el deporte, y aquí estoy ya durante dos años. Muy orgulloso”.

Nieto mantiene el mismo físico afilado que le hizo despuntar en La Fábrica tras haber sido captado del Juventud Sanse (“antes, si no me tenía que comer un chocolate, no me lo tomaba; ahora, algún capricho me doy…”), que lo empujó a firmar su primer contrato en las entrañas del Bernabéu (“me reuní siendo un crío con Paco de Gracia y Ramón Martínez”) y, sobre todo, que le permitió llamar la atención del mismísimo Fabio Capello. Fue en la temporada 2006-07, aquella en la que el Madrid, aferrado a un clavo ardiendo, le remontó en los descuentos un campeonato que parecía perdido al Barça pre-Guardiola. El canterano, líder del Madrid C, era un asiduo en los entrenamientos del primer equipo como relleno, sobre todo en los días de pachanga. Hasta que una mañana, el rol de esta gacela en el extremo cambió por completo.

Aquel 6 de diciembre

“Lo recuerdo perfectamente como si fuera ayer. Había terminado el entrenamiento y estaba con Sergio Ramos practicando centros y entonces Chendo, el delegado, me llamó. ‘Ven un momento’, me dijo. Y es ahí cuando me comunica que no me vaya de las instalaciones y que firme la convocatoria, que voy a ir citado. Se me pone la piel de gallina todavía al pensarlo. Fue impresionante. Al final, fue un sueño cumplido de toda la vida. Hacía tres meses jugaba a la consola con mis compañeros. El equipo que elegía en los videojuegos era ése, el del Real Madrid de las estrellas, y ahora estaba entre ellas. Increíble. En ese momento no lo valoras tanto, porque estás en dinámica del primer equipo, eres uno más. Pero ahora dices ‘jooooder…’.

“Estaba con Ramos cuando Chendo me dijo que firmara la convocatoria. Se me pone la piel de gallina al recordarlo. Ahí se cumplió un sueño. Yo solía a jugar a la consola con los que eran mis compañeros”

Miguel Ángel Nieto

Su estreno llegó, sin comerlo ni beberlo, en la Champions, con 20 años y el Día de la Constitución de 2006. Cuando aún idolatraba a Figo, a Joaquín y, por encima de todos los demás, a Raúl González. “No me acuerdo ni del frío que hacía en Kiev. Cuando nos llamaron para dar la charla previa en el hotel y me vi en la pizarra como titular me puse muy nervioso. Se me puso el corazón a 200. No me lo imaginaba. Eso sí, cuando llegué al campo los nervios se fueron, empecé a calentar y dije ‘éste es mi momento y tengo que aprovecharlo’. Italo Galbiati, ayudante de Capello, y el propio míster me dijeron que hiciera lo mismo que en mi equipo, ni más ni menos, que estaba allí por eso. Me tranquilizaron un poco. Fue un día inolvidable. Ahora les pongo a mis hijos muchas veces el partido y alucinan”. Normal, compartió ataque con Cassano y Ronaldo.

Aun así, su nueva profesión no le permite bajar la guardia con ese humor que no ha perdido. “Intenté hablar con Capello una vez que salió del Real Madrid, pero él rápidamente se fue a Inglaterra a entrenar y luego a Rusia, así que no lo conseguí. Se me quedó esa espinita porque me lo dieron todo. Me encantaría algún día poder charlar con él y tomar un café para agradecerle todo lo que hizo por mí. Eso sí, hoy no haría la vista gorda ni con ellos [sonríe]. Cuando te pones este uniforme tienes que velar por la legalidad. Y aquí no hay amigos que valgan. Pese al aprecio que les tengo de aquella época maravillosa, si cometieran una infracción les trataría como a cualquier otra persona. Una café, una charla y punto”.

“El día del debut no recuerdo ni el frío de Kiev. Bajé a la charla en el hotel, vi mi nombre en la pizarra y se me puso el corazón a 200. Capello y su segundo me dieron tranquilidad. Fue inolvidable”

Miguel Ángel Nieto

Él en el verde y Beckham, en la grada

Cualquier otro ser humano fardaría en la actualidad no sólo de haber recibido la ovación del Bernabéu, sino de ocupar, como ocupó, el sitio del mismísimo Beckham. Capello se había cansado de que el inglés no renovara y pensara más en su futuro en EEUU que en la crisis que azotaba al equipo en el primer tramo del curso, así que poco tiempo después de aquel empate en Kiev -donde compartió once con Nieto- lo apartó de mala manera y le dio más minutos a un recambio de garantías que se había criado en la casa. Sin embargo, los compañeros de la Jefatura Superior de Madrid que presencian la charla de Nieto con Relevo alucinan escuchando estas anécdotas por primera vez. Sin dar crédito a que no haya ni deslizado un chascarrillo de este tipo a la hora del bocata: “Cuando yo subo al primer equipo, David estaba en una situación complicada, estaba medio apartado, pero enseguida me di cuenta del tipo de jugador que era. Ni una mala cara nunca, intentando ayudarme siempre, entrenaba como el que más. Luego consiguió dar la vuelta a la situación y fue una de las piezas más importantes de aquella Liga, una de las mejores que ha conseguido el Madrid. Sólo tengo buenas palabras para él, me enseñó lo que es un profesional”.

Lo peor de aquel cuento de hadas fueron los resultados. “Las cosas salieron muy bien en lo individual, pero en lo colectivo no sacamos los tres puntos…”. Ésa fue quizás su cruz para no consolidarse en Chamartín. Desde ese día del bautizo en Champions fue convocado otras siete veces y disputó dos partidos de Liga y otro más de Copa. Y en ninguno en los que participó, el Madrid salió victorioso (2-2 ante el Dinamo, derrota 1-0 en Vila-real y 0-1 frente al Levante y 1-1 en casa en Copa ante el Betis). “Es curioso. Aun así, estuve en Cibeles celebrando y en la Puerta del Sol. Tengo fotos de aquello y fue inolvidable. He vivido ascensos, pero esta alegría fue diferente. Tres días antes de ganar la Liga, Capello me dijo que contaba conmigo para el año siguiente. Y luego, fue destituido. En el fútbol dependes de estas cosas. Llegó Schuster, con otro estilo, y no encajaba. Me tocó participar en una época difícil en el Madrid, no salían las cosas y el equipo no andaba bien. Siempre hay que mantener el equilibrio mental, sino te hundes. Volví al Castilla a darlo todo y eso es algo que me hizo luego salir a Primera de nuevo. Di un paso atrás para luego dar dos adelante”. Y no le fue nada mal. Pasó por el Almería -con el que hizo su único tanto en Primera-, Xerez, Numancia, Racing, Córdoba, Lleida, Hércules y Alcoyano hasta disputar 27 partidos en Primera, 76 en Segunda y 148 en Segunda B, con 29 goles en total.

La metamorfosis

Hace tres años llegó el giro de guion. Fue cuando se decidió a dar el paso de cambiar el balón y las espinilleras por la placa y las esposas. No se iba a conformar para los restos con lucir el cartel de exfutbolista. Pudo entrar a formar parte de alguna agencia de representación e incluso seguir su carrera de entrenador, algo que no descarta compaginar en el futuro, puesto que tiene todos los carnets habidos y por haber. Pero prefirió abrazarse a una profesión tan peligrosa como la de los banquillos, aunque algo más estable. “Tengo familia y muchos amigos en la policía y siempre me decían ‘¿por qué no te presentas?’. Había estudiado mucho, le había dado 25 vueltas al temario y me animé. No soy el único deportista de élite en el cuerpo. Ahí está Saúl Craviotto, el mejor de todos. Siempre me había gustado mucho el mundo de la policía, de la investigación, de la criminología, del derecho… Era algo que tenía en mente. Al final de mi etapa de futbolista ya empecé a leer mucho, y cuando me planteo un objetivo voy a muerte a por ello. Necesito estar haciendo algo y sentirme útil. Levantarme por la mañana y hacer cosas que me motiven. Jugar al fútbol para mí no era un trabajo. Y ahora igual, me levanto todas las mañanas con ganas de aprender cosas nuevas. En la policía cada día es diferente y eso es lo que necesito”.

“Tengo familia y amigos en la policía y siempre me decían ‘¿por qué no te presentas?’. Había estudiado mucho, le había dado 25 vueltas al temario y me animé. Cada día es diferente y es lo que necesito”.


Hacer caso a esos instintos le ha costado sus esfuerzos. Donde antes todo eran comodidades y hoteles de lujo como futbolista, hoy hay más sacrificios. Al ingresar en la Academia comenzó a asimilar las diferencias: “Ir a Ávila no lo llevé muy bien por el tema de la familia. Tienes que estar mucho tiempo dentro. Tenía sentimientos encontrados. Dejas a tus hijos, a tu mujer… pero estaba haciendo lo que me gustaba. Lo recuerdo con mucho cariño. Hice amigos para toda la vida. Recomiendo la experiencia. Es una formación dura, y sufres, pero tiene momentos divertidos en los que te ríes mucho. Fueron nueve meses, y luego un año más de prácticas en la calle”.

En la Academia confirmó que los focos que le apuntaban, sin pretenderlo, no eran lo suyo y que estaba más cómodo en la sombra del anonimato: “No me gusta decir lo que fui y lo que hice. En Ávila pasó un poco lo mismo. Quería ser uno más [a la hora de vivir la experiencia], pasar desapercibido. Y la policía me ha ayudado. Aquí todo el mundo es igual, nadie es más que nadie y eso me gusta mucho. Allí era uno más. Al principio tenía una foto jugando con el primer equipo del Real Madrid en la pantalla del teléfono y empezaron a preguntarme muchos compañeros que se acercaban. Decidí quitarla rápidamente porque quería ser uno más y no llamar la atención. Lo conseguí. Como ahora, que voy por los pasillos y la gente me trata igual que a otro compañero o ni me conoce por lo que logré”.

“Ahora, como cuando estaba en la Academia, voy por los pasillos y la gente me trata igual que al resto o ni me reconoce por lo que logré. Y eso me gusta mucho”

Miguel Ángel Nieto

Damos fe. Los policías que se cruzan por el camino durante la filmación de recursos para enriquecer este reportaje empiezan a mirar más y más a Nieto. Con otros ojos. Como no dando crédito a que guarde tan adentro un pasado que otros llevarían escrito en la frente. “Siempre me han inculcado la humildad y me adapto a todo. Por ejemplo, no he sido de muchos caprichos cuando jugaba. Lo primero que hice, con uno de mis primeros sueldos más altos, fue comprarle un piso a mi madre. Nosotros veníamos de una familia con dificultades económicas. Y siempre he tenido la cabeza bien amueblada. He intentado vivir una vida lo más normal posible. No entré a la Policía Nacional por dinero, claro está. Entré para hacer lo que me gusta y motiva. En el dinero no me fijo. Me fijo en levantarme por la mañana, en ir a trabajar, en aprender cada día algo nuevo. El no estar sin hacer nada, sentado en casa. Me siento un privilegiado”.

Semejanzas y diferencias

El fútbol y la seguridad ciudadana, a sus ojos, son profesiones completamente diferentes, pero tienen denominadores comunes. La importancia del estado físico es una. Pero no la única: “Existe la misma responsabilidad. Cuando te pones el traje de policía estás representando a una institución valorada a nivel mundial con 70.000 compañeros. Igual que cuando te pones la camiseta de un equipo y tienes un escudo en el pecho: representas a mucha gente y muchos sentimientos. La preparación mental también es diferente, pero en ambos trabajos he intentado mantener el equilibrio para estar en el estado óptimo en todo momento y no perder la concentración. El deporte me ha ayudado en lo que hago ahora. Porque no todo es bonito. Hay situaciones difíciles que no le gustan a nadie, y asumimos riesgos, pero para eso hemos entrado aquí. Tenemos una gran preparación, somos una de las policías más preparadas del mundo. Ambas profesiones también comparten valores: personalidad, disciplina, trabajo en equipo… Eso que ya traía de serie por el fútbol me ha permitido adaptarme más rápido y sentirme como en casa”.

Pese a estar feliz, Nieto mantiene la ambición intacta: “No me cierro puertas. Uno de los objetivos que me planteo en un futuro es estar en una de las unidades policiales como la UIP o UPR, a las que siempre he visto trabajar desde fuera, en todos los estadios, en concentraciones, en hoteles. Me encantaría algún día vivir desde dentro lo que veía desde fuera. Si tuviera que custodiar a Vinicius, Rodrygo y compañía, o al autobús del Real Madrid, lo haría encantado. Diría ‘joder, hace años yo iba ahí y ahora estoy al otro lado’. Pero sin envidias. Al revés, lo haría con el máximo orgullo. Si ser futbolista era lo más grande, ahora dedicarme a esto es lo máximo. He ido a muchas charlas en los colegios de mis hijos y la verdad que es increíble cuando preguntas ‘¿quién quiere ser policía?’ y la mitad de la clase levanta la mano; y luego dices ‘¿quién quiere ser futbolista?’ y la levanta la otra mitad. Entonces pienso: ‘Qué suerte que todos los niños quieren dedicarse a las dos profesiones que yo he tenido’. Ver la cara de orgullo de mis hijos no tiene precio”.

Hablando de orgullo, y dadas las fechas que son, con tantas quedadas navideñas, Nieto reúne todas las papeletas para recuperar momentáneamente el protagonismo al publicarse estas líneas: “Todavía no me he encontrado con ningún excompañero de equipo, pero ya me felicitaron varios por mi nuevo puesto de trabajo. Un día me encontré con Javier Velayos, con el que coincidí desde el cadete hasta el Castilla, y es una gozada; me encanta mantener el contacto. Vamos a comer muchas veces en grupo, en Navidad haremos una cena de jugadores y allí charlamos de qué hace cada uno ahora y qué camino ha elegido en su vida. Es muy emocionante. Además, no he dejado el deporte e incluso sigo entrenando en Valdebebas algunas veces con los veteranos del Madrid. Esos días recuperas las sensaciones perdidas”.

No miente. Lo lleva dentro. Por eso aparece en las fotos que ilustran este texto con la gorra y el arma reglamentaria, pero también con una pose inconfundible del futbolista que fue y que nunca dejará de ser.

Alfredo Matilla

Alfredo
Matilla
es
Jefe
de
Información
en
Relevo.
Natural
de
Alcázar
de
San
Juan
(Ciudad
Real)
y
mediocentro
como
forma
de
vida.
Licenciado
por
la
Complutense,
también
es
Máster
en

Salvador Fenoll

Salvador
Fenoll
es
cámara,
editor
y
motion
grapher
en
el
departamento
audiovisual
de
Relevo,
donde
proyecta
su
interés
en
la
parte
social
del
deporte.
Nacido
en
Callosa
de
Segura
(Alicante)



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Rohit Palit

Periodista deportivo y graduado en Ciencias de la Comunicación de Madrid. Cinco años de experiencia cubriendo fútbol tanto a nivel internacional como local. Más de tres años escribiendo sobre la NFL. Escritor en marcahora.xyz desde 2023.

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