El boxeo español tiene sus ojos en San Francisco este sábado. El español… y el mundial también, ya que este sábado tendrá lugar el último gran combate de 2023. Porque dos de los púgiles más talentosos de la actualidad se enfrentan. Regis Prograis (29-1, 24 KO) expone el Mundial WBC del superligero frente a Devin Haney (30-0, 15 KO). La pelea se empezó a fraguar cuando el Consejo Mundial de Boxeo nombró aspirante oficial al cinturón de las 140 libras a Sandor Martín. De ahí el interés español. El catalán debe ser el siguiente, ya que el organismo permitió que se cerrase el duelo entre los dos estadounidenses con esa única condición. Es cuestión de tiempo.
El vencedor del pleito conoce su futuro marcado, pero desconoce el presente. El duelo es igualado y el triunfo puede caer de cualquier lado. Haney logró vencer a George Kambosos para convertirse en campeón indiscutido del peso ligero. Tras dar la revancha al australiano, la cual venía por contrato, The Dream acometió el combate esperado por todos frente a Lomachenko. Ganó, aunque con polémica, y decidió subir de categoría. El peso ligero le quedaba pequeño. De hecho, esta misma semana ha renunciado a su cinturones.
Prograis, por su parte, alzó el Mundial WBC en noviembre de 2022. Es un boxeador talentoso y complejo, pero no es un superventas. No tiene ese cartel. Es consciente que para llegar a ese punto necesita una gran victoria, por ello no dudó en aceptar el reto de Haney. Irá a su casa, pero no le importa. Con 34 años no tiene tiempo que perder. Los dos necesitan la victoria. El perdedor tendrá una fuerte penalización en el futuro, aunque el que más se juega es el campeón. Haney tan sólo tiene 25 años, por lo que puede rehacer el camino sin premura.
Los dos púgiles tienen historias de superación, pero sus vidas han sido muy diferentes. Prograis se centró en el boxeo cuando se estableció en Houston tras abandonar su New Orleans natal por el Katrina. Creció, pero su fama no le llegó hasta 2018 cuando participó en las World Boxing Super Series. Hasta el momento, su pleito más complicado lo perdió (contra Josh Taylor). Le dio prestigio, pero no logró ganar. Por su parte, Haney también dejó todo atrás en su adolescencia. Con 14 años abandonó San Francisco para mudarse a Las Vegas y perseguir su sueño. Tres años después ya estaba debutando como profesional. Lomachenko, Kambosos, Linares y Gamboa figuran en su lista de víctimas.
La aproximación de ambos al pleito hace que el favorito sea Haney. El californiano toma el papel de retador de nuevo. Lo tuvo en Australia y no le pesó, aquí será diferente, ya que también actuará como local. Nunca como profesional había podido pelear en San Francisco. Puede ser un acicate o una losa. Ahí puede estar una de las claves de la pelea. Haney es un boxeador constante y cerebral. No le importa hacer una actuación ‘discreta’ con tal de ganar. Quizá su público le pida un mayor espectáculo. Prograis es diferente. Es capaz de organizar bonitas batallas. Es más vistoso, sí, pero también inconstante. Por ejemplo, en su último combate (junio, ante el puertorriqueño Zorrilla) se dejó ir y no dejó buenas sensaciones. Por tanto, que esté al 100% mentalmente es clave.
El control de la distancia será el factor más determinante, sin duda. Haney es un maestro en ello. Sabe pegar sin arriesgar. Pese a subir de categoría, el retador tiene diez centímetros más de envergadura que el campeón. A Prograis le tocará arriesgar. Si Haney logra controlarlo y boxea en su distancia puede que el combate tan esperado no sea vistoso. Si Prograis rompe esa barrera la pelea ganará en emoción y el campeón tendrá sus posibilidades. Una pelea de 60-40 para Haney. The Dream vuelve a tomar el rol de retador.
