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El ‘caso Griner’ hurga en la herida de los vuelos en la WNBA – AS


El 8 de diciembre acabó el desgraciado trance de Brittney Griner, que fue detenida en Rusia en febrero por llevar en su equipaje dos cartuchos de vapeo que contenían 0,25 y 0,45 gramos de aceite de cannabis. Después, la texana (32 años, 2,06 una de las mejores pívots de la historia del baloncesto femenino), fue juzgada, condenada (un proceso al que el gobierno de Estados Unidos considero “injusto”) y recluida en IK-2, un centro penitenciario de pesadilla, esquirlas del estalinismo con unas condiciones durísimas. Más para una mujer estadounidense, afroamericana y homosexual. Casi con un toque hollywoodiense, el asunto se cerró con un intercambio de prisioneros en Emiratos Árabes, el traficante de armas Viktor Bout devuelto a Rusia y un mensaje del presidente Joe Biden confirmando la liberación de Griner.

Poco después, la propia jugadora confirmó que su carrera no había acabado y que volvería a la disciplina de su franquicia, Phoenix Mercury, donde ha jugado desde 2013 (cuando fue número 1 del draft) combinando, norma habitual en el baloncesto femenino para maximizar ganancias, la WNBA con tramos en China y sobre todo Rusia, donde durante ocho años formó parte del Ekaterimburgo. Es campeona universitaria (Baylor), cuatro veces de la Euroliga y en la WBNA con las Mercury, con las que ha sido también ocho veces all-star, tres integrante del Mejor Quinteto, dos Máxima Anotadora, dos Defensora del Año… Y fija del intratable Team USA, con dos oros olímpicos y dos mundiales en el ciclo (2014-2021). En lo deportivo no había dudas de que Griner podía seguir siendo una de las jugadoras más dominantes del mundo. La cuestión era saber si anímicamente se encontraba en condiciones, y la respuesta fue rápida: . Una excelente noticia.

La temporada comenzará el 19 de mayo (terminará el 10 de septiembre). Ahora, en plena marejada de la agencia libre y con el mercado de fichajes en movimiento, surge una cuestión trascendental para el futuro deportivo de la pívot y, veremos, si también de toda la WNBA: Brittney Griner no debería viajar en vuelos comerciales por razones de seguridad, una idea totalmente desaconsejada y que toca de lleno con uno de los principales dolores de crecimiento de la Liga profesional femenina: los viajes de las franquicias, que no vuelan en sus propios chárter sino que lo hacen en viajes comerciales. La cuestión es si Griner viajará sola y separada de su equipo, si Phoenix Mercury pasará a usar vuelos chárter (una ventaja competitiva, por razones de comodidad y descanso, de la que podrían quejarse otras franquicias) o si se usará este trance para que toda la WNBA dé el paso y se adapte a una petición que ya es un clamor entre las jugadoras.

El miedo de la Liga parece estar en las posibles consecuencias de tomar una decisión por la que apuestan algunos de los equipos en mejor situación económica y social, como New York Liberty y Las Vegas Aces. Se teme que para los demás suponga en esfuerzo que no se quiera asumir y que acabe en venta o incluso amenaza de cierre de algunas de las franquicias menos favorecidas o con menos intención de invertir. En un momento clave para el crecimiento de la WNBA, el periodista Bomani Jones ha sido claro sobre este punto: “Si un equipo no se puede ni permitir que sus jugadoras viajen con vuelos privados, igual es que no tiene a la persona adecuada como propietaria”. Muchos crees, en esa línea, que el ritmo lo tienen que marcar los que realmente apuestan por llevar a un nuevo nivel a la competición, y no los que se conforman con viajar en la cola y ver qué pasa.

La comisionada Cathy Engelbert ha asegurado que, por mucho que el deseo exista, ahora mismo es una quimera pensar en que las doce franquicias de la WNBA, sobre la que además sobrevuela la expansión, puedan viajar en vuelos chárter: “Sin espónsor, no se puede hacer. Hemos hablado con las principales compañías aéreas. Hemos hablado con empresas de vuelos chárter, llevamos trabajando en esto desde que llegué a la Liga. Pero sin que aparezca un espónsor, ahora mismo no es posible. Si hay forma de que llegue ese dinero… seré todo oídos. Hemos tenido muchas conversaciones desde que acabó la pandemia y volvimos a jugar en nuestros doce mercados. Pero en cuanto aparecen las cantidades, no vuelves a saber nada de nadie”. Esa cifra es, según Engelbert, 20 millones de dólares. Eso es lo que costaría que todas las franquicias eviten los vuelos comerciales. Además, la comisionada da un tirón de orejas y recuerda que las jugadoras no señalaron este asunto como capital cuando se negoció el actual convenio colectivo, en 2020: “Entonces la prioridad era obtener salarios más altos”.

Mejoras constantes… pero mucho por hacer

Se logró, aunque el crecimiento sigue siendo lento: el salario máximo pasó, en ese último acuerdo, de 117.500 dólares a 215.000 que en casos muy señalados puede saltar, entre bonus y otras cantidades extra, al rango de casi medio millón de dólares. Pero sigue habiendo ocho jugadoras que la pasada temporada cobraron menos de 10.000 dólares con el salario medio de las 151 que están en competición fijado en 102.751. Las cuatro primeras elecciones del draft parten con un salario como rookies de apenas 72.141 dólares. Las jugadoras siempre han pedido más dinero, obviamente, pero sobre todo que se equiparara el porcentaje de los beneficios que se llevan al modelo actual de la NBA: no una paridad de salarios que ahora mismo saben que es imposible sino un ajuste similar en cuanto al trozo de tarta que les corresponde. Aunque la tarta sea minúscula en comparación.

Ese último convenio colectivo sí aceleró algunas mejoras que eran un clamor, cuentas pendientes inexcusables a nivel social para la WNBA. Entre ellas, se mejoró las condiciones de vuelo (más billetes en primera y business) pero siempre en vuelos comerciales. Solo se emplearon vuelos chárter durante los cambios de ciudad en las últimas Finales. En el resto de tramos de la competición, las jugadoras siguen sometidas a retrasos, cambios de horarios, escalas, horas inacabables en aeropuertos, aterrizajes de madrugada… En marzo, Joe Tsai, propietario de New York Liberty (y de Brooklyn Nets, en la NBA), fue multado con medio millón de dólares por contratar vuelos chárter para su equipo durante la segunda mitad de la temporada. El septiembre anterior, las franquicias habían vuelto a votar en contra del cambio a chárter.

Becky Hammon, la exjugadora y entrenadora que ha dado el anillo de 2022 a Las Vegas Aces y que durante años trabajó junto a Gregg Popovich en los Spurs y pareció varias veces a punto de ser la primera mujer que se convertiría en head coach de la NBA, ha dejado claro que este es un asunto crucial: “Ya sé que ahora estamos dentro de un convenio que es el que es, pero tenemos que conseguir que estas chicas vayan del punto A al punto B de la forma más eficiente posible. Porque eso afecta directamente al producto que se ve en la pista, en lo que vendes al público”.

La voz de agentes, jugadores, jugadoras…

Está por ver si el dilema de Griner, que en principio tendría que pagar de su bolsillo cualquier tipo de seguridad que vaya a requerir durante los viajes, acaba ejerciendo un impulso movilizador en un caso que está, de todas formas, sobre la mesa: Jade-Li English, agente del poderoso grupo Klutch Sports que tiene profundos lazos con LeBron James, deja claro que estamos ante una demanda de primer nivel: “Es muy decepcionante que la Liga no pueda dar prioridad a la salud y la seguridad de las jugadoras y la equidad. La NBA y la WNBA son competiciones con mucha influencia a nivel global, me cuesta creer que no puedan encontrar una solución”, dice la representante, entre otras, de A’ja Wilson, la vigente MVP.

Breanna Stewart, que con 28 años ya es una de las mejores jugadoras de todos los tiempos, es agente libre y se debate entre seguir con Seattle Storm (su equipo desde 2016, fue un cantadísimo número 1 del draft) o cambiar de aires. Le tienta sobre todo, es neoyorquina además, la oferta de las Liberty de Tsai. En su proceso de elección de destino, ha dejado claro que prioriza las condiciones de viaje que se ofrezcan. Y aseguró en las redes sociales que está dispuesta a aportar parte de lo que percibe en conceptos de patrocinios y otros ingresos con tal de conseguir “que todas viajemos de una forma que priorice nuestra salud y seguridad y que acabe resultando en un producto mejor”.

Stewart, ahora en Turquía en su tramo con el Fenerbahçe, remató con un “¿quién está conmigo?” que ha movilizado a muchas jugadoras y también a estrellas de la NBA como Ja Morant o el polémico Kyrie Irving, que sigue siendo vicepresidente del sindicato de jugadores de la NBA y que ha mostrado su apoyo y su voluntad de participar en la resolución de este asunto: “Ojalá se arreglara esto mañana mismo, pero hay cosas que requieren una paciencia que nuestras jugadoras ya han tenido durante mucho tiempo. Así que hay que hacer algo. Estoy con ellas, cueste lo que cueste. Creo que podemos unirnos todos y, de forma colectiva, lograr algo que no debería ser tan difícil”. Kareem Abdul-Jabbar, uno de los mejores jugadores de todos los tiempos, conoció en sus inicios las condiciones más difíciles en las que operaba la NBA y vivió el proceso de crecimiento que hizo la vida más fácil para todos. Ahora ha mostrado también su apoyo a las jugadoras profesionales: “He estado ahí, he vivido eso y he jugado al nivel más alto. Los jugadores de la NBA actual no han tenido que lidiar con los efectos que tiene en el cuerpo viajar en vuelos comerciales. Estoy con la igualdad de derechos para las jugadoras de la WNBA. Y le doy la enhorabuena a Breanna por abrir este debate”.



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Rohit Palit

Periodista deportivo y graduado en Ciencias de la Comunicación de Madrid. Cinco años de experiencia cubriendo fútbol tanto a nivel internacional como local. Más de tres años escribiendo sobre la NFL. Escritor en marcahora.xyz desde 2023.

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