Suelo huir -en ocasiones, lo aborrezco- del manido discurso de los campos de tierra, del de los insultos por jugar al fútbol siendo una niña, del de los referentes, etc. Porque me gusta pensar que el fútbol femenino ha pasado página (aunque siga siendo muy necesario, no me malinterpretéis). Sin embargo, de vez en cuando, me traiciono a mí misma y vuelvo a él. En días como hoy.
Porque para una niña que creció viendo a Marta -la brasileña, su apellido real- a las americanas como Megan Rapinoe o Alex Morgan, a las alemanas metiéndonos unos cuantos, a Vero Boquete y a Vicky Losada llorando -por poneros un ejemplo de los miles que se me están pasando por la cabeza-, ver a Aitana Bonmatí levantar el Balón de Oro es muchísimo. Ni siquiera sabíamos que las nuestras también podían ganar. Tan sólo hizo falta creer en ellas -qué cosas-. Y su talento, por supuesto.
Cuando Alexia Putellas ganó el primero parecía que lo había ganado yo. Os prometo que me quedé en shock y tardé un buen rato en asimilar -a veces pienso que sigo haciéndolo- que Alexia era española, que era de las nuestras, que la habíamos visto crecer y que, mira, que le diesen (con toda la educación del mundo) a las brasileñas, a las americanas, a las alemanas, que ese era nuestro momento. Se me pone “la gallina de piel”.
En París, estaban mis compañeras -y amigas- Andrea Peláez y María Tikas. Sus medios las habían enviado allí para cubrir la gala del Balón de Oro porque, hoy, iba a ganarlo Aitana Bonmatí y había que estar allí. Hoy, en Madrid y en Suiza, el despliegue de Relevo -que no corrió la misma suerte con su acreditación y nos tocó verlo desde casa- se centraba en Aitana Bonmatí, como en su día se centró en Alexia Putellas o en el Mundial que ellas ganaron. Es que ya no viajan ellos (me refiero a que, tradicionalmente, los periodistas que se desplazaban a este tipo de eventos eran hombres, no caigáis en la tentación…), viajan ellas y es que ya no ganan ellos, ganan ellas. Madre mía.
Hoy, cuando nos vayamos a la cama, los más pequeños seguirán pensando en que es lo normal, que un día más en el fútbol femenino español, después de las dos Champions del Barça, de los dos Balones de Oro de Alexia, del de hoy de Aitana, del Mundial… es fácil pensarlo. Hoy, cuando los que somos más mayores que ellos nos vayamos a la cama, seguiremos asimilando y asimilando y asimilando que esto es real.
