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Rivales insinuados en el Festival de Cine de La Habana


Dos discursos se enfrentaron como puntas de iceberg en la 44 edición del Festival de Cine de La Habana, representantes ambos de la contienda que ha venido ocurriendo durante el año entre creadores y funcionarios, desde el día en que estos últimos no sólo censuraron, sino que decidieron secuestrar y mal interpretar en la televisión nacional el documental La Habana de Fito, de Juan Pin Vilar. Entonces volvió a activarse la asociación de creadores llamada la Asamblea de Cineastas, y con ella el pulso con el poder a favor de la libertad de expresión recobró bríos. 

Todavía no se sabe bien cuáles serán las bajas en el campo de los creadores. En el de los funcionarios, algunos ya han sido reemplazados por el poder oculto que malicia nuevas estrategias.

El primer discurso correspondió a un comisionado del oscurantismo oficialista que entra en el juego: Alexis Triana, el organizador de eventos del Ministerio de Cultura, recién designado director del ICAIC. En su elogio al Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, enseñó lo que es un burócrata ignorante, cuya misión será cumplir las órdenes dictadas por el verdadero poder contra los rebeldes. Sus palabras moribundas repitieron el cansado entusiasmo oficialista y los fingidos deseos de conciliación con aquellos creadores que “estamos por la solución y no por el escándalo” (lateral, pero cómicamente, se quejó también de que los funcionarios fueran llamados como tal por la historia). 

El discurso antagónico estuvo a cargo de Ernesto Daranas, que organizó una segunda presentación de su documental Landrián, con el pretexto de recordar el vigésimo aniversario de la muerte del marginado cineasta, y la sugerencia de un ardid para ganar la palabra en el mayor evento de cine del país (la palabra directa, no la elusiva). En el público lo esperaban sus colegas de la Asamblea. El director habló entonces claramente de la censura actual institucional, de la herencia de Guillén Landrián en los artistas de hoy, y de la Asamblea de Cineastas como adversaria de los forzados silencios. Con este gesto ganó realidad en el Festival de Cine el campo organizado de los creadores.

El año pasado, en la primera presentación del documental, Daranas había dicho esencialmente lo mismo que hoy, pero con más cautela, y solo. El ímpetu de esta edición es signo de que avanza la causa de la libertad de expresión con los artistas organizados. Pero es en estos momentos de auge cuando mayores precauciones han de tomarse, pues el enemigo no es pequeño ni neófito y, como el diablo, sabe ocultarse. Lo primero que deben comprender los creadores es su índole es detectar qué se esconde debajo del iceberg cuya cumbre visible ha sido esta vez Alexis Triana —pero es un espejismo—. 

El verdadero enemigo de la Asamblea de Cineastas no son los funcionarios ni la burocracia, sino la Policía política: el cuerpo de inteligencia que trabaja incansablemente para frustrar todo intento libertario en Cuba. Las armas de la Seguridad del Estado son el chantaje, el miedo,  la vigilancia, la mentira. Su objetivo primero: dividirlos. Contrario a lo que podrían indicar nuestros instintos, las contrarrestará la mayor transparencia posible, la capacidad de mostrarse íntegros y comprensibles ante la opinión pública, y la democracia. El enemigo florece en la oscuridad, no tolera la luz. 



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Antea Morbioli

Hola soy Antea Morbioli Periodista con 2 años de experiencia en diferentes medios. Ha cubierto noticias de entretenimiento, películas, programas de televisión, celebridades, deportes, así como todo tipo de eventos culturales para MarcaHora.xyz desde 2023.

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