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A mí me entrenó Unai Emery: «Un día su exmujer no le abrió la puerta y durmió en el coche; es un obseso, en París no … – Relevo



Unai Emery (52 años) vuelve a estar de moda. A estas alturas nadie debería sorprenderse de los éxitos de un técnico que rebasa la decena de títulos, que posee el récord histórico de conquistas en la Europa League y que ha dejado huella allá donde ha pisado, pero su gesta con el Aston Villa tiene boquiabierto al fútbol europeo. Lo cogió la temporada pasada en situación de crisis, al borde del descenso, y le cambió la cara hasta conducirlo a Europa. Este curso ha subido la apuesta: lo tiene tercero, después de arrollar al Manchester City de Pep Guardiola el pasado miércoles y de vencer al Arsenal de Arteta este sábado. Sus números hablan por sí solos (15 victorias consecutivas como local y una media de más de dos puntos por partido -84 en 41- desde que llegó) y la Premier empieza a postularle a la distinción honorífica de Persona del Año.

El glamour de Inglaterra le ha devuelto a la escena de los grandes, pero a Unai, un “cachondo” en las distancias cortas, le caracteriza desde sus inicios un factor que le hace único: recordar siempre el barro que le moldeó y que le vio crecer. Los que de verdad le conocen cuentan que sufrió por la difícil situación del Lorca Deportiva mientras entrenaba a Neymar y Mbappé en el PSG, que salió de él enviar un mensaje de ánimo a la plantilla del Racing de Ferrol en su lucha por ascender a Segunda B mientras dirigía al Arsenal y que encuentra un hueco cada fin de semana para interesarse por los resultados del Toledo y del Leganés. Lo hace por “vicio”, empeñado en conocer hasta el último detalle de la categoría más profunda, y por un sentimiento de “gratitud profunda” hacia los conjuntos de Segunda y Segunda B por los que discurrió su discreta carrera como jugador profesional.

En todas esas etapas, especialmente en su paso por A Malata (2000-2002), Unai destacó por su carácter especial y por el alma de líder táctico que le poseía. Por la biblioteca infinita de YouTube todavía circula un vídeo demostrativo que Unai, con nostalgia, suele visualizar con su círculo más cercano: una retransmisión de ‘Canal Plus’ de un Atlético-Racing en el Calderón en la 00/01, el partido estrella de la jornada en Segunda. La entrevista de un jovencísimo Ricardo Sierra a Emery en el descanso pareció más propia de la conversación con un técnico que con un futbolista que no alcanzaba ni la treintena: “Nosotros no tenemos nada que perder. La zona de tres cuartos es la parcela más difícil, acumulan muchos defensas en área propia…“.

Fue allí, en Ferrol, donde Emery comenzó a sacarse los títulos de entrenador, a estudiar en los largos viajes en autobús de punta a punta del país y a sacar a la luz la inquietud que llevaba dentro. Después se marchó al Leganés (02/03) y colgó las botas en el Lorca Deportiva (03/04), machacado por las lesiones y por una rodilla que sigue dándole quebraderos de cabeza. Fue un trance “doloroso”, pero a la vez la ventana ideal para labrarse un camino que le ha conducido a la élite mundial. Sus exjugadores, los que conocieron al primer Unai, lo recuerdan en Relevo con orgullo y admiración.

Su primera charla

En el fútbol de hoy se cuentan con los dedos de una mano los entrenadores de éxito que no han sido jugadores de primer nivel. Emery puede presumir de ser uno de ellos, de haberse abierto paso única y exclusivamente con la dedicación propia de un “obseso” de su trabajo y del buen ambiente que genera con un “humor irónico que engancha“. El Lorca, cuando tenía 33 años, le dio la oportunidad de cambiar el césped por los banquillos. Sus propios compañeros le habían animado a retirarse unos meses antes. “La rodilla no le respondía. Los futbolistas lo notábamos, lo comentamos y se lo dijimos: ‘Oye, si no estamos salvados tienes que dar un paso al lado…’. Tomó la decisión después de un partido en Zafra, en septiembre. Yo mismo le recomendé aquel día que pidiese el cambio“, rememora entre risas Xavi Moro, canterano del Barça y uno de los hombres de máxima confianza de Unai en aquel Lorca.

“Emery nos dejó elegir si queríamos que nos entrenase; todos dijimos que sí, nos encantó”

Xavi Moro
Entrenador y exfutbolista del Lorca Deportiva

“Dejó de jugar, estuvo dos o tres meses fuera y los aprovechó para sacarse las asignaturas que le quedaban del curso de entrenador. En el parón invernal, a la vuelta de las vacaciones, el presidente y Pedro Reverte (director deportivo) le dieron la oportunidad de coger el equipo. Él ya había demostrado que era un tío con mucha pasión, con compromiso de grupo. En aquel momento Reverte igual no conocía suficientemente el mercado, nos preguntaba a los jugadores por otros futbolistas e íbamos a ver partidos juntos. Unai lo hizo desde el primer momento“, cuenta. Su manera de ver el fútbol enamoró a la cúpula del club: “Tenía una ventaja que los demás entrenadores que vinieran de fuera no tendrían: ya conocía a los compañeros. Unai se ofreció y Reverte y el presi, que sabían cómo era, lo vieron con buenos ojos. La historia dice que acertaron“.

Emery no asumió un reto fácil: el Lorca deambulaba por la zona media de Segunda B y la apuesta por un técnico sin experiencia generó dudas en afición, prensa y entorno. El vestuario, sin embargo, cerró filas pese a tratarse de algo casi inédito. “Los compañeros nos llamábamos en Navidad: ‘Oye, que va a pasar esto y Unai nos va a dirigir’. Todos pensábamos que era un acierto. Me acuerdo perfectamente de su primera charla: nos expuso la situación y nos dejó elegir si queríamos que nos entrenase. Todos dijimos que sí. Nos encantó. Nos dio confianza, nos respetó y logró que fuésemos de la mano”, remarca Moro. Su fichaje revitalizó al equipo, que pasó de mirar hacia abajo a conseguir el ascenso a Segunda. Unai, como demuestra la fotografía que se adjunta abajo, lo celebró en una noche larga junto a su hermano Igor… después de dejar en la cuneta al Real Unión, el club que ahora poseen, dirigen y que acaba de firmar un acuerdo de colaboración con el Aston Villa. “Unai le debía una al Real Unión desde ese día y esta es su manera de devolvérsela”, aseguró Igor a este medio.

Seis meses en un banquillo le bastaron para alcanzar el fútbol profesional y generar un boom sin parangón: con el modesto Lorca, en su debut en Segunda, rozó hasta la última jornada el ascenso a Primera. Su nombre comenzó a estar en boca de todos. “Fue una tarea táctica, psicológica y humana impresionante. Le dio la vuelta al vestuario con honestidad y siendo como es él: un cachondo. Si no, no hubiese funcionado. Pasamos de irnos con Perona, Jorge e Iñaki Bea de cena y a tomarnos una copa a que al día siguiente fuese nuestro entrenador. Lo gestionó con naturalidad”, remarca Moro. Entonces ya era el mismo “loco” del fútbol que se tiraba horas y horas en su despacho.

“Recuerdo un Primero de Mayo, festivo en toda España. Nosotros entrenábamos por la mañana. Él invertía una eternidad en analizar al rival, hacer análisis propio… Ese día había venido su mujer. Le dijimos: ‘Unai, márchate para casa hoy, tío, vete a comer con ella y con tu hijo’. Nos respondió: ‘Sí, sí, sí, ahora voy’. Llegó tarde, a las 16:30, y su ahora exmujer ni le abrió la puerta. Tuvo que dormir la siesta en el coche. Siempre ha sido un tío muy trabajador. Cuando haces las cosas con entusiasmo, tienes la sensación de que el tiempo no pasa… y renuncias a muchas cosas”.

Estrategia en los periódicos y el fracaso de su carrera

Su explosión como técnico en Lorca provocó una lluvia de ofertas que discriminó minuciosamente en busca del mejor proyecto. Eligió al Almería, poderoso en Segunda, y reafirmó todas las capacidades que se le intuían. “El objetivo era subir. Los inicios no fueron fáciles: perdimos los tres primeros partidos y se rumoreaba que podían destituirle si no vencíamos el cuarto. Jugábamos contra el Cádiz en casa. Ganamos y ese fue el punto de inflexión. Terminamos ascendiendo“, expresa el exfutbolista Mané Jiménez, una de las primeras peticiones de Emery a su aterrizaje en territorio andaluz. Unai mantuvo las mismas señas de identidad: “Le daba muchas vueltas a todo, era increíble cómo estudiaba a los rivales. Entonces no había metodología ni tecnología, el cuerpo técnico lo formaban cuatro. Y él conseguía saberlo todo del contrario“.

“Los periódicos le dedicaban secciones a su balón parado, sorprendió mucho”

Mané Jiménez
Exjugador del Almería

En Almería repitió el patrón de Lorca, al subir de categoría y convertir a su equipo en revelación al año siguiente. Los indálicos terminaron octavos en Primera y acapararon portadas por su juego “alegre y ofensivo”. “Él sorprendió mucho con la estrategia. Marcamos un montón de goles y los periódicos le dedicaron varias secciones a su balón parado“. La fijación por ese aspecto del juego venía de antes, como expone el exbético Fernando Vega: “En Lorca teníamos mil acciones preparadas: córneres, saques de banda… Es muy metódico, no deja nada a la suerte”. A él le hizo madurar en todos los sentidos: “Yo era muy jovencito, pero considero aquel año con él el más importante de mi carrera. Fue la primera vez que probé una caña. Después de los entrenos nos reuníamos en el restaurante Polonia. Unai me decía que, si no cataba la cerveza, era imposible que llegase a ser futbolista“.

La evolución a marchas agigantadas de Emery le llevó a firmar por su primer grande, el Valencia, y a completar cuatro temporadas de sobresaliente en Mestalla. Fue sexto en la primera y logró tres terceros puestos consecutivos pese a las ventas de piedras angulares como Villa, Silva o Mata. En su última campaña, la 11/12, el equipo flaqueó y cayó en Champions en la fase de grupos. Alcanzar las semifinales de Copa y de Europa League y volver a clasificarse para la máxima competición continental no bastó para obtener el indulto provisional de entidad y afición: ni se le ofreció la renovación ni se marchó con el reconocimiento que quizá merecía.

Su siguiente aventura, en el Spartak de Moscú, le deparó el fracaso más sonado de su carrera. Duró sólo cinco meses y le destituyeron después de una derrota durísima contra el vecino Dinamo (1-5). El Zenit (0-5) o la eliminación en Copa contra el modesto Rostov ya le habían puesto contra las cuerdas. El español José Manuel Jurado, con el que coincidió, le excusa: “Yo le hubiera dejado trabajar más tiempo, no es fácil adaptarse a ese fútbol. Allí no hablan ni siquiera inglés, tenía a un traductor siempre con él… y el mensaje no llega igual“. “Le conocía desde fuera, de entrenar al Valencia, y creía que era un tipo más serio, más obsesivo, pero me encontré con todo lo contrario. Nos reíamos, es un cachondo. Me alegré mucho de que después ganase 20 Europa Leagues con el Sevilla (risas)”.

En realidad fueron tres, en Turín (2014), Varsovia (2015) y Basilea (2016), y le dieron el espaldarazo definitivo a su trayectoria. Nunca antes había levantado un trofeo y allí le cayeron de golpe. Consiguió el récord de puntos del club en una Liga, en la 14/15, capeó los momentos malos, formó un binomio perfecto con Monchi (que ahora le acompaña en Birmingham) y se ganó el pasaporte a otra aventura excitante: el PSG.

«No vio ni el Louvre»

Muchos ilustran su etapa en París sólo en base a la derrota contra el Barcelona en la vuelta de octavos de final (6-1) que eliminó a los franceses de la Champions, pero su etapa en el Parque de los Príncipes arrojó siete títulos (una Liga, dos Copas, dos Copas de la Liga y dos Supercopas) y dotó al club de un orden del que carecía hasta la fecha. Moro, parisino de nacimiento, comenzaba entonces su carrera como técnico y fue a visitarle en 2017. “Estuve una semana viendo los entrenamientos a pie de campo y la final de Copa. Un día nos marchamos a comer. Yo le decía: ‘Oye, ¿pero no has ido a ver el Sagrado Corazón? ¿Y el Louvre?’. ‘Qué va, qué va, qué va, me estoy evadiendo yendo al gimnasio’. Él lo ha sacrificado todo en favor del fútbol. Es su oficio y su válvula de escape”.

“Está preparado para entrenar al Real Madrid o al Barça, lo ha demostrado”

José Manuel Jurado
Exjugador de Spartak o Atlético

Después de París llegaron aventuras de sobra conocidas: despedido del Arsenal después de temporada y media y un subcampeonato de Europa League, historia viva del Villarreal por conseguir el primer título de su historia y alcanzar las semifinales de Champions y fichaje por el Aston Villa mediada la 22/23, después de que los ingleses pagasen los seis millones de euros de su cláusula. En Vila-real, tras derrotar a los red devils en la final de la Europa League, dejó otra respuesta para la historia. “Unai, ha dicho Marcos Senna que tienes estrella en la Europa League. ¿Qué es lo que tienes, Unai?”, le preguntaron. 17 partidos analizados del Manchester United. Eso es lo que tengo“. Irse al Villa pareció un movimiento arriesgado, pero el tiempo le ha dado la razón. A sus 52 años, todavía con margen, sueña con más y no ve descabellado el objetivo de clasificar a los ingleses para la Champions.

“Logrará lo que se proponga. Si el equipo que le quiere va de la mano con él, como ahora el Aston Villa, alcanzará un techo muy alto”, vaticina Moro. Mané ve ese techo en dirigir al Real Madrid o al Barcelona: “Está preparado. Va a entrenar a un grande de España tarde o temprano e incluso, por qué no, a la Selección“. Son reflexiones que apoya Jurado (“claro que lo veo listo para Madrid o Barça; ya lo ha demostrado”) y que comparten muchos expertos. Unai vuelve a estar en el foco… y todavía tiene tiempo para llevar su método, su gracia y su obsesión al siguiente nivel, siempre con el siguiente rival en la cabeza y sus orígenes en el corazón.

Manuel Amor

Manuel
Amor
es
natural
de
Ferrol,
estudió
Periodismo
en
la
Universidad
de
Valladolid
y
creció
desde
muy
joven
en
distintos
medios.
En
El
Progreso
o
El
Norte
de
Castilla
publicó



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Rohit Palit

Periodista deportivo y graduado en Ciencias de la Comunicación de Madrid. Cinco años de experiencia cubriendo fútbol tanto a nivel internacional como local. Más de tres años escribiendo sobre la NFL. Escritor en marcahora.xyz desde 2023.

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