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«Marcelino me hizo mejorar, aunque en ese momento lo quisiera matar. Fue muy duro psicológicamente; necesité … – Relevo



Javi Gracia, Marcelino, Fran Escribá, Gattuso y Rubén Baraja son algunos de los entrenadores que han marcado la carrera de Samu Castillejo (Málaga, 1995). El extremo andaluz, actualmente cedido en el Sassuolo por el Valencia CF, se muestra dialogante y sereno en una charla en la que reconoce las bonanzas y sinsabores vividos con todos ellos. “Pasé de las buenas palabras, del dócil de Javi Gracia, a un carácter totalmente diferente como el de Marcelino, que te aprieta al límite, que te grita, que es un entrenador que es muy perfeccionista, que en los entrenamientos está encima de ti. Luego lo valoras, con los años. Dices: “Yo que en su momento tanto decía: ‘Mamón'”. Me hizo crecer un montón, me hizo madurar como futbolista, como persona y además que es un gran entrenador”, afirma Castillejo, que por aquella exigencia nos cuenta que requirió de ayuda psicológica. Llegó a perder la ilusión por jugar.

Lo detalla, como la relación con Rubén Baraja y Carlos Marchena y las “mentiras” que asegura se dijeron sobre él el pasado verano en Valencia. Reconoce un cara a cara con el andaluz en el vestuario valencianista. “La relación no era mala ni nos peleamos, fue simplemente una conversación con todos delante. Y a partir de ahí ya dejé de jugar el último mes”. “Con Baraja al principio hablábamos mucho y al final no hablábamos, directamente. No será un recuerdo que me lleve al final de mi carrera”, confiesa el también exfutbolista del Milan de Ibrahimovic. “Ibrahimovic en un momento en el que tú te ves muy bien, llega él y te dice: ‘Tranquilito, que Dios soy yo'”, recuerda.

Él ha tenido en sus hermanos y, aún más, en sus padres su mejor apoyo. Vivieron con él hasta su segunda temporada en el Milan. “Yo era el que más los necesitaba. Tienes que tener un entorno muy fuerte, que te aconseje muy bien, porque cuando eres joven es fácil desviarte del camino”, asegura, como que salió de fiesta “a veces, seguramente de más”. “Tienes 20 años, estás jugando en Primera, estás bien, has ganado, ¿por qué no te vas a ir a tomar una copa con tus amigos?” No hay tabús en esta entrevista con Samu Castillejo. Y se agradece.

Samu, he leído que tu padre era Guardia Civil, estuvo destinado en Barcelona y tú naciste allí. Siempre te había asociado a Málaga.

Sí, mi padre estaba trabajando ahí, ya había pedido poder trabajar en Málaga, porque toda nuestra familia es de allí, pero a mi madre no le dio tiempo a viajar y nací en Barcelona. Pero bueno, por mi acento y mis orígenes todo el mundo sabe que soy de Málaga (risas).

Tu acento ahora con la influencia del italiano está más difuso, ¿eh?

Sí. La verdad es que toda la gente que conozco de mi tierra o amigos de fuera decían: “Es imposible que tú aprendas a hablar italiano con el acento que tienes”. Pero al final di el pasito de poder aprender otro idioma, lo estuve estudiando y después de cuatro años la verdad que muy bien.

¿Te ha llevado muy recto tu padre? ¿Has necesitado disciplina, tanto a nivel personal como en el mundo del fútbol?

No. Yo creo que he tenido la suerte de que a mi padre no le gusta el fútbol. Siempre han aceptado mis decisiones. Por ejemplo, cuando tenía 11 años me quiso el Atlético de Madrid y después de estar tres días en una residencia le dije a mi madre: “Esto creo que no es para mí”. Porque estaba lejos de mis amigos, de mi familia… y ningún impedimento. Al contrario. Muchas veces, cada vez que he terminado un partido, le decía: “Papá, ¿has visto? ¿Te gusta?”, y no entendía nada de fútbol. He tenido mucha suerte porque en mi casa, cuando terminaba el partido, se hablaba de todo menos de fútbol. Mi padre venía a ver el partido y me decía: “Te has tocado el pelo veinte veces y te has subido las medias treinta”. Un mensaje que dejaría a los padres y que digo cuando voy a ver a mi hermano entrenar o en mi academia de fútbol en Málaga es que dejen disfrutar a su hijo. Que ningún niño nace siendo un fenómeno, que se van criando poco a poco y si le dan la oportunidad de llegar pues bienvenido sea, pero lo importante es formar como persona a los hijos y los valores que deja el fútbol: la educación, el ser deportivo hacia los rivales.

Tú entras en el Málaga con 12 años. ¿Dónde jugabas cuando te llama el Atlético?

Yo jugaba a fútbol sala. No quería tomar la decisión de irme a jugar a fútbol grande porque me gustaba mucho jugar con mis amigos de siempre, con mi gente. Una amiga de mi madre, una vecina del barrio, le dijo que si quería ir a jugar al Mortadelo, que es un club de barrio de Málaga, que es donde jugué yo desde pequeño, y me gustó mucho porque los entrenamientos era muy divertidos. Todos los viernes se jugaba un Barça-Madrid, y uno que era del Barça jugaba de una parte y uno que era del Madrid, de otra. Y me gustó, me gustó mucho, me divertí ese año, que fue con 11-12 años. Hice una temporada muy buena, marqué muchos goles, me llamó el Atlético de Madrid y decidí que no estaba a gusto porque estaba muy lejos de casa, y luego recibí la llamada del Málaga. Al final, como un niño que se cría en Málaga, con tus amigos, la ilusión más grande era poder jugar en el club de tu tierra.

“Con 11 años me llamó el Atlético de Madrid y después de estar tres días en una residencia decidí que no estaba a gusto porque estaba muy lejos de casa”

Samu Castillejo
Jugador del Valencia cedido en el Sassuolo

¿Cómo recuerdas aquella llamada del Atlético? Se interesan por ti en tu primer año jugando al fútbol grande, como tú dices. ¿Cómo se materializa ese interés? ¿Quién te llama?

Sí, tengo muy buenos recuerdos de Amorrortu, que era el director deportivo en esa época de la cantera del Atlético. Se pusieron en contacto con mis padres. Fui a jugar dos torneos con ellos y me lesioné, me rompí el codo y me tuve que operar siendo un niño. Fue una experiencia para darte cuenta de que aún no estaba preparado para salir de casa, dejar a mis hermanos, a mi familia, y decidimos. Bueno, decidí yo, porque mis padres siempre, como te he dicho antes, han aceptado todo lo que yo he dicho desde pequeñito.

Que no se me pase, que me has generado una gran curiosidad: ¿Tú con quién jugabas, con los del Barça o con los del Madrid?

(Se ríe) Yo soy, la verdad, más madridista que del Barça.

Eras un madridista, entonces, yéndote a jugar al Atleti en tu más tierna infancia.

Mi familia hemos sido siempre todos del Madrid. Esto es un tabú que siempre se ha tenido en el mundo del fútbol, que siendo futbolista no se suele decir de quién eres, que cuando nos salimos un poco de lo que es el ABC que todos tenemos metido en la cabeza parece que no está bien, pero bueno, yo creo que todos desde pequeños somos más fans de un equipo o de otro. Mi familia, mi hermano y yo siempre hemos sido más madridistas. Lo digo sin ningún tipo de problema. Está claro que luego cuando ya tu pasión se convierte, entre comillas, en un trabajo, aparte de ser del equipo de tu tierra eres del equipo donde estás por lo que convives, por tus compañeros, porque te dan la oportunidad de ser jugador. Empieza tu trabajo y quieres que gane tu equipo, por lo que estás luchando. Y también porque conoces muchas veces jugadores de los dos equipos. Era una cosa más de cuando eres un niño, luego se convierte un poco más en “pues está jugando mi amigo ahí, quiero que gane él”.

Desde esa parte humana, Samu, para ti o para tu familia, cuando ya llegas a la élite o uno juega en el Bernabéu y tiene delante a un ídolo, ¿eso cómo se vive? ¿Cómo te sientes? Porque eres profesional y quieres que tu equipo gane pero entiendo que es inevitable que haya una ilusión y una emoción especial.

Sí, sobre todo los primeros años, que son los que te pasan muy rápido y no llegas a disfrutar al máximo lo que realmente estás viviendo. Y también es por eso que lo disfrutas tanto, porque no te das cuenta todo lo que hay detrás del fútbol. Vas al Bernabéu, juegas contra jugadores que has visto desde la tele, vas al Camp Nou y… igual. A mí me tocó además la época que estaba Messi, Neymar, Cristiano Ronaldo, un montón de jugadores, de estrellas.

¿Has sido de intercambiar camisetas? ¿Tienes algún recuerdo especial con estas estrellas, algo que te haya hecho ilusión?

Sí, tengo en casa un mini museo de todas las camisetas que he cambiado con jugadores. Tengo una anécdota muy buena en La Rosaleda. El primer partido contra el Madrid le pedí la camiseta a Casillas, porque era muy fan de él. Mira que no soy portero ni… pero no sé, me gustaba por su personalidad. Y bueno, me quité la camiseta, él me dio la suya y yo me quedé la mía, como “bueno, tú eres la estrella y yo te pido la camiseta”. Y él me dijo: “No, no, no, pero dame la tuya”. Y yo: “Ah, vale, vale”, y se la di. La verdad es que fue muy simpático.

Debutaste en el Málaga con 16 años, en un amistoso contra el Al-Rayyan catarí, pero tardaste tres temporadas en asentarte en el primer equipo. ¿Cómo lo recuerdas?

Sí, con 16 años. Ahí era muy difícil porque era cuando estaba Manuel Pellegrini de entrenador y fue el año de la Champions, que el jeque montó este equipo con todas las estrellas. Sinceramente, la pelota volaba: Isco, Joaquín, Baptista, Toulalan, Van Nistelrooy… Había un montón de jugadores muy, muy buenos. Tuve la suerte de poder jugar un amistoso, con Van Nistelrooy de delantero, y la verdad que antiguamente era un poco más difícil que te dieran la oportunidad. Ahora, seguramente, el fútbol ha crecido y se le da mucho más valor a los jóvenes, se les cuida mucho más, se les da mucha más oportunidad. Guardo con un especial cariño ese mini debut, aunque luego tardé un poco más en debutar.

“Cuando estaba Pellegrini en el Málaga, el año de la Champions, la pelota volaba: Isco, Joaquín, Baptista, Toulalan, Van Nistelrooy…”

Samu Castillejo
Jugador del Valencia cedido en el Sassuolo

¿Tienes algún recuerdo especial de Pellegrini?

La última vez que lo vi, me conocía, obviamente, se acordaba de mí. Me felicitó por la carrera que estaba teniendo, por las cosas que había hecho y le saludé igualmente con mucho cariño. Me dio la oportunidad, siendo un chavalín, no de debutar en Primera, pero sí de poder vivir y experimentar ese vestuario lleno de estrellas, que no era fácil entrenar con ellos porque había mucho, mucho nivel. Simplemente tenía 16 años y era muy joven. Necesitaba crecer, necesitaba formarme todavía como futbolista.

Lo hiciste sobre todo en tu último año en el filial, en el Atlético Malagueño, con Salva Ballesta de entrenador.

Sí, y con él tuve una anécdota muy buena, porque ya veis cómo es, cómo se expresa. Era un crack también en el trato con el jugador. Era muy bueno. Y en esa época me acuerdo que estaba a punto de salir cedido al Zaragoza, que estaba en Segunda, y hablando con él un día en el despacho me dice: “Si te vas, yo me voy”. Y me metió aquella presión, “el entrenador te quiere, quiere que esté aquí”, porque hubo muchos cambios en el club en esa época. Llegó un director deportivo que no me quería (Mario Husillos). Temas del fútbol que cuando eres joven no están en tu mente, no llegas a entender lo que realmente rodea al fútbol. No era una apuesta de él, yo era una apuesta más de club de años atrás, y prefería que saliera cedido. Y la verdad es que ese año fue muy bien porque me terminé de formar. Hice 15 o16 goles esa temporada. Fue el pasito para el año siguiente ir a la pretemporada con el primer equipo y poder quedarme.

Quedarte y llegar a la élite de la mano de Javi Gracia. ¿Qué supuso para ti verte en Primera?

Los jugadores decimos que muchas veces necesitas el entrenador justo o correcto en el momento correcto, y para mí fue Javi. Era imposible decir una palabra no buena hacia él. Era un entrenador que era capaz de tener contentos a los que jugaban y a los que no jugaban, y a mí me dio la oportunidad desde el primer día. No miró todo lo que rodeaba mi entorno, porque en la cantera ya se hablaba mucho de mí y tal y no le importó nada. Hemos perdido un poquillo el contacto porque antes sí que no escribíamos más, pero bueno, todo parte gracias a él.

¿Qué se decía de ti? ¿Qué pasaba en torno a Samu Castillejo?

Bueno, es una cosa que tampoco lo he hablado en muchos sitios. Sinceramente, nunca lo hablé, pero con la llegada del jeque había unos cuantos futbolistas a los que se les tenía mucha expectativa y firmé un contrato bastante grande a nivel económico para la edad que tenía. Luego hubo este cambio que el club no podía mantener ciertos contratos y entonces se habló de mandarme cedido, de tener que bajarme la ficha si quería jugar, y yo en todo momento estuve dispuesto, porque cuando eres joven tú lo único que quieres es que te den la oportunidad y poder demostrar que puedes. Y por eso te digo que Javi Gracia se olvidó un poco de todo y me dio la oportunidad sin mirar nada. Le estoy muy agradecido. Seguramente, parte de mi carrera que llevo hasta ahora es gracias a él.

Hiciste un gran año, te convertiste en internacional Sub-21 gracias a aquella primera temporada en Primera.

Sí. El ser internacional es una de las cosas más grandes que le puede pasar a un futbolista, porque estás representando a tu país. Yo pasé por todas las categorías inferiores desde la Sub-16, que fue la primera vez, hasta la Sub-21, que es un poco más profesional, digamos, porque al final todos los compañeros ya jugaban en Primera. Lo guardo como muy bonitos recuerdos.

¿No llegar a jugar en la Selección absoluta es una espina en tu carrera?

Sí, seguramente, porque en mis mejores momentos del Villarreal, que hacía las cosas muy bien, en los que estaba en la prelista, que también hubo cambios de jugadores… Lo rocé. Siempre se quedará ahí esa espinita.

“En mis mejores momentos del Villarreal, cuando hacía las cosas muy bien y estaba en la prelista, rocé ir a la Selección. Siempre se quedará ahí esa espina”

Samu Castillejo
Jugador del Valencia cedido en el Sassuolo

Antes de hablar de tu llegada al Villarreal. ¿Cómo vive tu familia tu llegada a la élite? Tu padre se da cuenta de que el niño que se toca el pelo y las medias parece que va a poder comer del fútbol.

(Se ríe) Sí, sí, pero lo hemos vivido siempre con tanta naturalidad… Mi primer año en el Málaga vivíamos los cinco en un apartamento chiquito, de 60 metros cuadrados, y cuando ya me había asentado en Primera, ya muchos partidos de titular y tal, decidimos irnos a vivir todos juntos a un apartamento un poquito más grande, pero siempre con la misma mentalidad, con la misma humildad y la misma naturalidad que lo vivíamos cuando iba a jugar el domingo al campo de la Federación con el filial del Málaga.

¿A Castellón se movieron contigo o se quedaron en Málaga? ¿Cómo fue tu llegada al Villarreal?

Sí, sí, sí, se vinieron a vivir conmigo. Mi hermano ya tenía su trabajo y mi hermana igual, estaba terminando los estudios, pero yo era el que más ayuda necesitaba y (mis padres) vinieron conmigo a Vila-real los tres años. Estuve con ellos y la verdad que muy bien. Fue una etapa igualmente súper bonita porque acababa de aterrizar como aquel que dice en Primera y te llama el Villarreal, un club que ha tenido siempre tan buenos jugadores, que ha trabajado tan bien, que es un entorno súper familiar… Fue una elección acertada y muy buena que tomé en mi carrera.

¿Por qué dices que era el que más ayuda necesitaba de los tres? Eres el mediano, ¿no? Tu hermana es la pequeña.

Sí, el mediano. Bueno, porque con 20 años te estás yendo de casa, de tu familia, te estás alejando de todo. Yo, aparte, soy un tipo muy familiar, que me gusta estar mucho con los míos y al final, por todo, por ordenarte un poco las ideas para que no… Es lo normal, cuando eres joven y estás jugando en Primera tienes muchas distracciones y en ese sentido ellos sabían que tenían que estar a mi lado, apoyarme, que estuviera centrado en el fútbol. Seguramente mi carrera haya ido así gracias a ellos.

¿Cómo llevaste tú todas esas distracciones? Fama, dinero, mujeres, coches… No debe ser fácil a esas edades, es una realidad.

Otra cosa con la que convives también es que al ser futbolista hay veces como que no tienes derecho a salir a tomarte una copa, a irte a cenar con tu pareja o con tus amigos, y creo que es otra cosa de la que no se habla y se critica mucho. Tienes 20 años, estás jugando en Primera, estás bien, has ganado ¿por qué no te vas a ir a tomar una copa con tus amigos? Hoy en día, con las redes sociales, es todavía más difícil, porque lo veis, jugadores que con 16 años ya todo el mundo habla de ellos. No es fácil, no es fácil. Tienes que tener un entorno muy fuerte. Un entorno que te aconseje muy bien, porque está claro que es fácil desviarte del camino. Al final, los que se mantienen y los que llegan y hacen diez años en el fútbol de élite es porque han superado toda esa fase gracias también a un buen entorno. Si no, es muy difícil y te pierdes muy fácil.


“Tienes que tener un entorno muy fuerte, que te aconseje muy bien, porque cuando eres joven es fácil desviarte del camino”

Bueno, de hecho, Juan Carlos Ferrero, entrenador de Carlos Alcaraz, de 20 años, esta misma semana cuando pierde ante Djokovic en las ATP Finals le da un palito público. Dice: «Hay que entrenar cuando toca, pasárselo bien cuando toca y descansar cuando toca. Para ser un gran profesional hay que controlar todas las áreas».

Sí, porque te ves con fuerza, tienes 20 años, acabas de llegar, puedes tener el dinero, puedes tener la fama y también mucha gente que se te acerca con otros intereses por quién eres. No es fácil, no es fácil llevarlo, pero es una fase que tienes que superar, donde tienes que ser muy fuerte mentalmente y donde tienes que tener un entorno que te apoye, que te ayude.

Es que es otro tema tabú, pero yo he disfrutado mucho. He salido cuando he tenido que salir, a veces de más, seguramente, pero ¿a quién no le gusta salir cuando es joven, cuando tienes tus amigos, cuando estás bien, cuando lo estás haciendo bien? Es un tema que, como se dice en España: “Mata un gato y te llaman matagato”. ¿A quién no le gusta salir con 20, 22, 23 años y disfrutar con tus amigos y poder pasártelo bien más allá del fútbol? Si, además, en el fútbol estás bien, no hay ningún problema. Está claro que tienes que saber cuándo, cómo, con quién, eso es lo más difícil de elegir, creo yo, pero luego, disfrutar, pues a todos les gusta disfrutar. A todos nos gusta salir. Hay momentos para todo.

¿A ti Marcelino también te tiró de las orejas por esto?

No, no, en esa época estaba muy, muy centrado en lo que quería. También vivía con mis padres, entonces era muy difícil decir: “No, que voy a cenar”. Había veces que mi madre me decía: “Bueno, vete a cenar fuera con algún compañero, con algún amigo”. “No, mamá, yo prefiero estar aquí, prefiero cuidarme, que mañana hay entrenamiento”. Luego la gente puede decir miles de cosas porque llevas pendientes, llevas tatuajes y porque a veces te tiñes el pelo. Se ven con la posibilidad o con la fuerza de juzgar a alguien que realmente no conoce o no sabe lo que ha vivido, no sabe lo que hace en su día a día. Pero bueno, volvemos a más de lo mismo, es lo que hay hoy en día. También es difícil combatir y luchar cuando eres joven contra todo eso.

Luchar contra tus ganas de salir, con salir, con lo que digan de ti, con 20 años y con la exigencia de Marcelino en una temporada que fue muy ambiciosa y exitosa para el Villarreal porque llegasteis a las semifinales del Europa League. ¿Cómo viviste esa temporada 2015-2016?

Fue un año espectacular. El primer año que sales de casa, compañeros nuevos, ciudad nueva, Marcelino que, además, en esa época eres joven y no conoces el carácter suficiente de las personas, no eres capaz de… Yo pasé de las buenas palabras, del dócil de Javi Gracia, a un carácter totalmente diferente como el de Marcelino, que te aprieta al límite, que te grita, que es un entrenador que es muy perfeccionista, que en los entrenamientos está encima de ti. Luego lo valoras, con los años. Dices: “Yo que en su momento que tanto decía: ‘Mamón'”. Te das cuenta de que me hizo crecer un montón, me hizo madurar como futbolista, como persona y además que es un gran entrenador, porque su resultado y su juego lo dicen.

“Pasé de las buenas palabras, del dócil de Javi Gracia, a un carácter totalmente diferente como el de Marcelino, que te aprieta al límite, que te grita”

Samu Castillejo
Jugador del Valencia cedido en el Sassuolo

¿Qué te pedía? ¿Qué te decía? Yo le he visto, a un metro, en la banda del entonces Madrigal levantarte literalmente del suelo en la banda a mitad de un partido, enganchándote de la camiseta, porque te habías quedado protestando o no volvías rápido a tu posición. No lo digo como algo malo, ¿eh?, sino por lo encima que estaba de ti y del equipo.

(Se ríe) También en las reuniones, donde utilizaba palabras muy duras. En reuniones donde las palabras se quedan entre jugadores y entrenadores, que son privadas, pero era muy duro, muy exigente y en su momento con 20 años no te das cuenta y no lo valoras. Es como cuando en el colegio “la profesora la tiene contra mí”, pues yo pensaba lo mismo. Luego con los años te das cuenta de que gracias a él también maduré muchísimo y a nivel deportivo me ayudó muchísimo también.

¿Sobre todo en qué te ayudó?

En sacar el carácter de donde no lo tienes, porque yo siempre he sido callado, aunque no lo parezca. Era muy “cuando me pregunten, respondo, y cuando me manden, yo voy”. Y eso en su momento me ayudó a sacar el carácter y fuerza donde yo creía que no había. Tácticamente, igualmente me ayudó mucho porque al final cuando eres joven vas un poco perdido por el campo, y me ayudó mucho. Entré en un vestuario espectacular, viví tres años donde me he dejado compañeros y amigos que todavía nos hablamos, nos llamamos. Jaume, Bruno, Mario, Asenjo, Víctor Ruiz, Trigueros… Éramos un grupo espectacular.

Entonces pensabas poco menos que Marce te tenía manía. Vivías enfadado con él.

Sí, sí, ya te digo, viví un año duro a nivel psicológico, porque te llevaba al límite, y en ese momento no tenía la fuerza, no tenía el carácter. No para poder enfrentarlo, sino para, en ciertos momentos, el poder defenderte. Pero ya te digo que eso me ayudó mucho en mi trayectoria y en mi carrera.

Recuerdo que nos vimos por una entrevista sobre el Milan en 2020 y charlando al terminar me contaste que con el tiempo te habías dado cuenta de que Marcelino era el mejor entrenador que habías tenido pero que te había pillado demasiado joven. Ahora dices que psicológicamente fue un año duro. ¿Cómo lo viviste? ¿En quién te apoyabas? ¿Cómo lo gestionaste?

Sí, sí. Aparte de apoyarme en mi familia, tuve apoyo externo porque no me sentía lo suficientemente fuerte como para llevarlo, pero me hizo crecer mucho. Me hizo darme cuenta de la otra parte del fútbol, que no todos son mimitos y buenas palabras, que es lo que yo venía viviendo años atrás y estaba acostumbrado. En ese momento lo pasas muy mal, te cuesta. Te cuesta porque es difícil, necesitas ayuda y al final me hizo mejorar y obviamente se lo agradezco, aunque en ese momento lo quisiera matar, ahora lo recuerdo y la verdad que me ayudó mucho.

Por apoyo externo entiendo que hablas de un psicólogo. ¿Cómo te ayudó?

Al final es terapia, es poder abrirte y poder contar lo que te pasaba y a partir de ahí intentar hacerte más fuerte o forjar un carácter que a lo mejor tú creías que no tenías, intentar hacerte mejor en todos los aspectos. Y ese momento me ayudó, me ayudó mucho.

Al menos por tu constitución delgada no tuviste problemas en su control del peso.

(Se ríe) Sí, bueno, llegó a decirme: “Si no vas al gimnasio, te multo”. Pero sí, era un obsesionado con el peso. Yo lo he sufrido en compañeros que lo pasaban realmente mal, la verdad, pero bueno, es un método que le funciona, en el que intenta sacar lo mejor de cada futbolista y lo que consigue.

¿Cuál era tu peso? O, ¿cuál es?

No sé, poco, poco, como ahora, igual. Tampoco es que he cambiado mucho, pero bueno, llegó un momento en el que ya decía eso: “Si no vas, te multo a ti también”.

Y tengo entendido que las multas no eran pequeñas, precisamente.

Sí, eran multas estrictas, la verdad.

¿Tres mil euros?

Sí, por ahí, por ahí. Por ahí.

¿Y fuiste al gimnasio? ¿Trabajaste algo más de fuerza?

Sí, un poquito, un poquito. Me tocó para evitar las multas. Pero bueno, como ves, mi físico es más o menos el mismo desde entonces.

Me ha llamado la atención que no has querido decirme el peso. ¿Es algo que te ha generado algún tipo de complejo?

No…

Vale, vale.

No… Es que es una cosa… Te iba a decir una frase: “Donde no llega la fuerza llegan los cojones”. He tenido muchos compañeros muy fuertes, físicamente enormes, y luego no les gustaba el contacto, no les gustaba el choque. Entonces ha sido mi físico todos estos años y ha tenido sus cosas buenas y sus cosas malas, como todo.

¿Qué te parece ahora la vuelta de Marcelino al Villarreal? ¿Qué crees que puede aportar en esta segunda etapa al equipo? Había muchas ganas en el Villarreal de que volviera.

Buena porque, como hemos hablado, es un entrenador de mucho carácter, muy exigente, que quiere sacar lo mejor de cada uno, con un modo de juego, un sistema de juego muy definido que lleva haciendo todos estos años, y seguramente que será para mejor.

¿Cómo recuerdas su salida ese agosto de 2016? Fuera del vestuario fue impactante su destitución justo antes de empezar la temporada, de una fase previa de Champions… ¿Cómo lo vivisteis dentro?

Fue a raíz de varias circunstancias, sobre todo con jugadores en aquel momento con los que no había la mejor de las relaciones. El presidente decidió hablar en su día con los jugadores, con los capitanes, y se tomó la decisión que, como ya visteis, fue un poco… no difícil de asimilar para todos, pero sí fue un cambio radical, porque fue el entrenador que los cogió en Segunda y los metió en Europa.

“La salida de Marcelino fue un alivio porque no es que no me sentía cómodo jugando, sino que era una pelea interna todos los días. Con Escribá recuperé esa chispita de ilusión por jugar”

Samu Castillejo
Jugador del Valencia cedido en el Sassuolo

¿Para ti, que dices que lo pasaste mal psicológicamente ese año, fue un alivio? Volviste con Fran Escribá a las buenas palabras a las que decías que estabas acostumbrado con Javi Gracia.

Fue un momento de alivio porque no es que no me sentía cómodo jugando, sino que era ya una pelea interna la que vivía todos los días, entonces sí que supuso un alivio. También porque llegó un entrenador como Fran, que era mucho más al estilo Javi Gracia, que también eran entrenadores duros y muy exigentes pero con otro trato. Con Escribá también recuperé un poco esa chispita de ilusión de jugar. Empecé a jugar a pierna cambiada, que a Marce le gustaba a pierna natural, y jugué en banda derecha, que al final es lo que me gustaba, había jugado en el filial.

¿Habías llegado a perder la ilusión por jugar?

Sí. Sales de tu ciudad, con tu gente, al final con Javi, que era un entrenador que quería mucho, que la relación era espectacular al cambio de todo, de equipo, de ciudad, de compañeros, de entrenador. Lo pasé regular. Intentas asimilarlo poco a poco, intentas vivir el día a día de ir a tus entrenos, pero en ese momento me costaba, me costaba bastante. No es que pierdes la ilusión, pero te cuesta. El día a día te cuesta mucho, y lo sufres. Entonces, con la llegada de Fran recuperé esas ganas, esa ilusión.

¿Te llegaste a plantear en algún momento «o él o yo», por salud mental?

Sí, sí, lo hablaba con mi familia. Decía: “No sé si podría aguantar otro año”. Pero bueno, fue a poco de empezar la pretemporada que hubo el cambio. Y yo, aparte, soy un tío que me gusta afrontar la realidad, que tiro para adelante con lo que venga y también lo hice en su momento, porque al final con Marcelino fue una temporada en la que jugué mucho, jugué 46 partidos, no es que estuve todo el año sin jugar. Era un entrenador que me apretaba mucho y que, además, me ponía a jugar. Él me hizo aprender, me enseñó mucho sobre todo de la fuerza mental, del carácter que creía que a lo mejor no tenía. En ese momento lo saqué.

¿Cuánto te ayudó ese carácter después en tu marcha a Italia? En 2018 llegas al Milan, tenías aún 23 años.

Sí, igual, era un crío. Otro cambio radical, porque ya estás saliendo de tu país, no sólo de tu ciudad, otro idioma nuevo… Es verdad que tuve la ayuda de mi gran amigo Pepito, Pepito Reina, que fue un fenómeno porque me acogió como si fuera un hermano pequeño. Me ayudó en todo, con el idioma, con el entrenador… porque más allá de todo lo que vemos de Pepe, de todos los récords, de todo lo que ha jugado, es un tío que cuida lo suyo, y lo suyo es el vestuario, sus compañeros.

Al principio cuando llegué me costaba jugar, porque era otra liga, otro ritmo, jugaba Suso también, que estaba en un momento espectacular, y siempre tenía esa palabra o esa frase de apoyo, que vas a tu casa y piensas. Siempre tenía las palabras clave para motivarte, para que dieras lo mejor de ti. También me encontré un vestuario muy bueno, con Musacchio, que lo reencontraba después del Villarreal, que es un gran amigo que me ha dejado el fútbol también. Suso, que era andaluz como yo. También teníamos un grupo muy bueno, y la verdad es que me ayudó mucho durante todo el año.

El entrenador en ese momento era Gattuso, ¿no?

Gattuso. Mi primer año fue con Gattuso, que en esa época no entendía tampoco lo que decía, porque hablaba italiano de la parte del sur, y hablaba el italiano un poco regular. Pero igual: un entrenador con un carácter, con unos gritos, como ya habéis visto, pero luego a nivel humano tiene algo que lo diferencia del resto, que es el trato con el jugador. Es una persona sincera, es un tío que te dice lo que piensa a la cara, no te lo intenta hacer bonito, lo que piensa te lo dice directo, y aparte como entrenador, que es un crack. Como persona creo que se supera todavía.

A veces cuando iba a hablar con él venía Pepe, que es el que me ayudaba. Y siempre palabras buenas, porque a mí me gusta dejarme el alma en todo lo que hago, en los entrenos, en los partidos, en mi vida, por los míos, por mi gente… Y él es muy parecido en ese aspecto. Las reuniones eran todo “estás muy bien, te estoy dando poco espacio, pero estás de puta madre”. Cosas que al jugador también le gusta escuchar, ¿no? Fue una pena que al final de año él decidió no seguir, pero bueno, luego lo reencontré en Valencia.

“Ibrahimovic en un momento en el que tú te ves muy bien, llega él y te dice: ‘Tranquilito, que Dios soy yo'”

Samu Castillejo
Jugador del Valencia cedido en el Sassuolo

Ahora hablamos del Valencia pero déjame preguntarte antes por otro gran personaje de aquel equipo como era Ibrahimovic. ¿Cómo era a nivel de vestuario?

Yo viví el cambio del Milan, que llevaba muchos años sin entrar en Europa, sin el cambio radical cuando llega él y en mi último año ganamos la liga después de no sé cuánto tiempo. Viví un poco las dos fases del Milan y está claro que cuando llega él es un punto de inflexión para todos que creo que cambia la mentalidad del grupo. Los entrenamientos que antes parecían partiditos normales con él se convierten en auténticas guerras, porque el que juega con él juega para ganar, porque si no, te machaca, y el que juega contra él le quiere ganar para luego en el vestuario… Entonces, subió el nivel de todo: el nivel de competitividad, el nivel de hambre por ganar. Él fue el gran cambio que nos hizo llegar a ganar el campeonato italiano.

Y a nivel humano, ¿alguna anécdota o algo de esa bestialidad suya, física y deportiva que nos puedas contar?

Él llegaba después del entrenamiento, te estabas quitando la bota tranquilo y si pasaba por al lado tuya, una patada, una colleja te caía seguro. Luego, humanamente, es un tío espectacular. Es un tío que, tampoco es que te pregunte cómo estás, pero entiende las situaciones personales de cada uno muy bien por su experiencia, por lo que es, por lo que transmite. Cuando tú estabas en un momento que no te veías tan bien, llegaba él y “tac”. O a lo mejor en un momento en el que tú te ves muy bien, llega él y te dice: “Tranquilito, que Dios soy yo”. Ayudó. Ayudó mucho al grupo, y como persona es espectacular, más allá de todo lo que vemos, el gran personaje que es. Y ya con los años de experiencia y con la envergadura, con el físico que tenía, era capaz de entender los momentos y las situaciones espectacular. Como jugador, espectacular.

¿Qué supuso para ti Gattuso en tu penúltima etapa, en tu llegada al Valencia? Porque llegas gracias a él.

Él fue el que lo gestionó todo, el que lo movió todo, el que me llamó y me dijo: “No, olvídate de esto, olvídate de esto”. Es verdad que yo también tenía muchas, muchas ganas de ir al Valencia y ya tuve la oportunidad de haber ido en el mercado de invierno anterior a ese de verano y no se dio la posibilidad, y la verdad que era un club al que quería ir a jugar. Perdoné un montón de dinero porque la situación económica del Valencia era la que es y decidí ir a jugar ahí porque quería un reto nuevo, porque quería jugar y porque el míster quería que estuviera ahí.

Fue un año complicado en el que empezamos muy bien, la verdad que jugábamos al fútbol muy bien, divertíamos. Después del parón del Mundial tuvimos el bache de siete, ocho partidos encadenados que no ganábamos y la decisión que tomó para mí fue correcta. Por su trabajo, su labor como entrenador, lo que pedía era un mediocentro y el club no le dio lo que pedía y decidió marcharse porque no quería ser cómplice de nadie, no quería seguir en esa situación. Y luego sufrimos hasta el último momento, pero bueno, pudimos mantenernos en Primera.

“La decisión que tomó Gattuso de irse del Valencia para mí fue correcta. Pedía un mediocentro y el club no le dio lo que pedía. Se marchó porque no quería ser cómplice de nadie”

Samu Castillejo
Jugador del Valencia cedido en el Sassuolo

Supongo que vosotros teníais una relación personal estrecha y a ti te lo comunicaría antes de que se supiera, ¿o no?

Bueno, fue un poco de sorpresa, la verdad. Yo sabía que él llevaba muchos días trabajando en traer un mediocentro. Aparte, él llamaba directamente a los jugadores. Él, por el personaje que es, cuando te llama hace más fuerza. Él directamente llamaba, convencía al jugador y luego cuando se tenía que hacer la operación el Valencia decía que “no, aquí no podemos llegar. No, aquí tampoco. No, aquí tampoco”. Y bueno, creo que se le acabó la paciencia y decidió marcharse.

¿Qué te había dicho a ti para convencerte? Esto de «olvídate de esto, olvídate de esto». ¿Tenías otras opciones sobre la mesa?

Sí, sí, tenía otras opciones, en el campeonato italiano, en España también, fuera, pero te llama él y te quita la duda con dos gritos. “No, no, olvídate del resto. Olvídate del resto. Haz todo lo posible para venir aquí”. Y yo lo primero que dije fue: “A mí no me importa el dinero, no me interesa el dinero, quiero ir a jugar ahí”. Y se cerró todo en menos de una semana.

Gattuso y sus gritos al margen, ¿qué te motivaba tanto a jugar en el Valencia?

El jugar en un club como el Valencia, con una afición que es muy exigente. Yo cuando jugaba en el Villarreal, ir a jugar a Mestalla era siempre especial porque es un campo muy top, uno de los mejores que hay en Primera. Entonces, la posibilidad de ir a jugar ahí, con un entrenador que conoces y con las ganas de jugar ahí, bueno, se juntó todo y se dio. Perdoné mucho dinero porque mi ilusión era ir ahí.

¿Se puede decir cuánto perdonaste?

Sí, dos millones de euros.

Que se dice pronto.

Sí, pero bueno, lo fácil ahora es decir en el mercado de verano que “no, que sólo le importa el dinero y tal”, por poder señalar a alguien. Yo tengo la conciencia bastante tranquila en ese sentido, que he dado siempre lo mejor de mí. Siempre he buscado el beneficio antes de los demás que el mío, pero llegó un momento en el que dices: “Bueno, uno tampoco es tonto”. De bueno a tonto hay una línea muy fina que yo no quería superar. Mi gente sabe lo que pasó, mi familia, yo, y con eso tengo bastante. No tengo por qué darle explicaciones a nadie más.

Bueno, yo voy a intentar que nos las des, hasta donde quieras, por supuesto, para entender qué pasó. Vimos los enfrentamientos que tuvo tu hermano por tratar de defenderte en redes sociales. ¿Qué era lo que tú estabas viviendo y por lo que te estabas sintiendo tonto? ¿Qué pasó?

Bueno, es que mi cambio fue de la noche a la mañana, de empezar una pretemporada y que la relación con el entrenador dicen que no era buena. Para nada. Simplemente él tiene un modelo de juego que a lo mejor no va con mi juego y que sabía que seguramente tendría que salir. De ahí a todo lo que se dijo creo que se fue un poco de las manos. Mi hermano en su momento se equivocó, que yo lo hablé con él, pero ¿qué hermano no defiende a su hermano cuando lee y ve tantas mentiras que se estaban diciendo? Tantas acusaciones. Se dicen las barbaridades que se decían de mí está claro que me tenía que defender. Como yo lo hubiera defendido a él.

¿Qué era lo que se decía sobre todo de ti y viniendo de quién? ¿Qué es lo que más te ha molestado de esta etapa final en el Valencia?

Lo llamo periodista, entre comillas. Gente que lo único que quiere es buscar conflicto para ganar diez seguidores o para tener a la gente de Twitter ahí “oh, es un fenómeno”. ¿Yo, por atraer a esa gente, voy a hundir o voy a manchar la imagen de un profesional? Porque soy un profesional. La gente puede decir misa. He escuchado muchas veces con Carlotta, con mi pareja: salir, ¿a dónde? Pero si hemos estado un año metidos en la casa los dos, que no salíamos a ningún sitio. Cenas de equipo con tus compañeros, lo normal, lo que hacen todos, pero por querer salvar a alguien intentamos ensuciar la imagen de otro. Por salvar al que me habla por detrás o al que me cae mejor. Y en su momento reaccioné porque no me parecía lógico y no me parecía que estaban respetando a mi persona, más allá del futbolista, porque estaban diciendo muchas mentiras: como que yo pedía tal, yo quería no sé cuántos millones… Cosas que, cuando las lees, sinceramente, dices: “¿Esto de dónde ha salido?”. Te haces muchas preguntas. Pero bueno, tengo la conciencia…

¿Y a quién intentaban beneficiar? ¿O a quién intentaban defender en este caso?

Ésa es la idea. ¿Por qué sacan esas cosas? ¿De dónde salen? ¿Con qué segundas? ¿O por qué lo sacan? Se me quedará la duda.

¿Crees que el club forzó tu salida?

A principios de la pretemporada en cierto modo creo que sí, puramente. Ellos tenían una situación económica muy complicada en la que algunas cosas, entre comillas, dependían de mí [de su salida dependían económicamente otras llegadas], o eso decían. Entonces lo fácil es apuntar el dedo al jugador. Y al final somos la diana de todos. Era lo más fácil.

“Marchena dijo una cosa que no me gustó en el vestuario. Le dije: ‘No me gusta que hayas dicho esto delante de todos’. A partir de ahí dejé de jugar, el último mes”

Samu Castillejo
Jugador del Valencia cedido en el Sassuolo

¿Y qué hay de cierto en un enfrentamiento que me consta que tienes con Marchena? ¿Fue un punto de inflexión para ti en el equipo? Porque dices que no encajabas en el estilo de juego de Baraja, pero habías empezado jugando con él.

Dijo una cosa que no me gustó en el vestuario, y como jugador y entrenador se confrontan, como tú puedes decirle a tu jefe que no te gusta que te mande a entrevistar a no sé quién. Pues yo en su momento le dije que “no me gusta que hayas dicho esto delante de todos”. No es que fui por detrás, no, no. Delante de todos: “Esto no me ha gustado y esto, si lo dices, di nombres y apellidos. No, no es así la cosa”. Y a partir de ahí ya dejé de jugar. Yo lo que aprendí con Marcelino es que no sean injustos conmigo. Si yo veo algo que no me gusta o tú quieres transmitir algo al grupo y sabes por quién lo dices, dilo. No vayas con segundas para que los demás piensen que… No. Dilo: di mi nombre, lo hablamos como hombres en el vestuario, delante de todos y no hay ningún problema. Y bueno, seguramente no le gustaría que pudiéramos hablar. Pero ya te digo que con Marchena la relación no era mala ni nos peleamos, fue simplemente una conversación con todos delante y ya está. Y a partir de ahí ya dejé de jugar el último mes.

También, en muchas ocasiones en las que no entrenaba por molestias -lo pasé muy mal el año pasado con los sóleos- y no salía nada público de que estaba lesionado. El último partido de Liga tuve una lesión en el sóleo que llevaba arrastrando mucho tiempo y la última semana ya no podía más y, bueno, decían que no iba convocado por decisión técnica. Estoy lesionado. Ahora, si no lo queréis publicar es vuestra película. Yo estoy lesionado. Hubo cosas que…

Y tú haces algún tipo de autocrítica? Algo que tú digas: «Pues esto lo podía haber hecho diferente». ¿O te sentiste maltratado?

No, no, no. La relación, durante el año, la gente por la calle, fue espectacular. Iba al estadio, los primeros partidos que estaba a punto de salir y siempre está el típico que siempre suelta algo de lejos, pero la gente era “no, no te vayas”. La gente se olvida de los números, del juego, pero las estadísticas están ahí del tiempo que jugué, de todo lo que jugué. Me operé la mano, que me habían dado dos meses para poder volver a jugar, y a los quince días le rogué y convencí al doctor de que estaba preparado, que yo quería ayudar al equipo, que por favor me hiciera una protección. Yo no tenía la movilidad entera de la mano, no era capaz de moverla y forcé para jugar porque quería ayudar a mis compañeros. Quería ayudar al club, al entrenador, pero bueno, de eso nadie se acuerda. Lo fácil es, como te he dicho antes, apuntar con el dedo y decir: “No, tú eres así”. Pero bueno, el fútbol es así, estaba más que acostumbrado a eso.

A lo que no estabas acostumbrado, Samu, era a luchar por la permanencia, porque tú siempre habías mirado por cotas más altas y entiendo que para ti también ha sido una temporada de aprendizaje en lo deportivo, porque estuvisteis apretados para salvaros, hasta la última jornada.

Sí, sí, ha sido uno de los años más duros de mi carrera, porque al luchar por objetivos grandes -Europa y estar ahí arriba- va todo con una dinámica mucho más buena. El día a día es más bueno, sales de un bache pero al siguiente te levantas, y con el Valencia fue muy complicado porque era el Valencia. Descender con un club como el Valencia era una cosa que no podía pasar, y todos pusimos lo mejor de nosotros, en el día a día, en cada entrenamiento, la mayor de las actitudes para afrontar una situación que era muy difícil y que al final sacamos adelante porque teníamos un gran equipo y no nos merecíamos estar peleando por descender, pero la realidad era ésa.

Y se juntó en el vestuario la juventud de los Javi Guerra, Diego López y compañía con veteranos como Cavani. Te he leído una frase muy bonita preparando la entrevista, decías que cuando él hablaba todo el mundo escuchaba.

Sí, por la experiencia, por todo lo que ha hecho en su carrera, por los sitios en los que ha jugado, porque la edad en el fútbol te da un grado que los demás, cuando eres más joven, no tienen. Y para nosotros, con la edad que tenía, un tío súper profesional, a trabajar en el gimnasio… Teníamos mucho que aprender, así que cuando hablaba pues muchos lo escuchábamos. Y yo ya a Gattuso le decía: ‘Javi, Javi, Javi’. Y yo con Javi hablaba mucho: “Tranquilo, que la oportunidad te va a llegar, que eres muy bueno”. Y como es un tío tan sencillo, tan humilde, esperó su momento y ahora lo está aprovechando. Estoy muy, muy contento por lo que está haciendo.

“Yo ya a Gattuso le decía: ‘Javi, Javi, Javi’. Verlo entrenar ya te decía algo diferente a los demás”

Samu Castillejo
Jugador del Valencia cedido en el Sassuolo

¿Le decías a Gattuso que le diera la oportunidad a Javi Guerra?

Ya lo hablábamos, ya lo hablábamos. También con Gigi, el segundo de Gattuso. Verlo entrenar ya te decía algo, ya te decía algo diferente a los demás, y luego cuando tuvo la oportunidad, la aprovechó. La aprovechó y bien.

La aprovechó él y la aprovecharon los demás chavales que ayudaron, y de qué manera, a que el Valencia consiguiera la permanencia.

Si te digo la verdad, desde el momento en el que vimos que nuestra realidad era otra, todos y cada uno de los que había ahí dentro estábamos convencidos de que lo íbamos a sacar adelante. Luego, la explosión de los jóvenes nos ayudó mucho porque tú cuando eres joven tienes la ilusión de jugar en Primera, se te olvidan muchas de las cosas que otro, cuando eres más grande, tiene en mente, como la presión de la gente, lo que realmente estás viviendo en un club tan grande. Entonces, ellos entraron a su aire, con la ilusión de un joven que debuta en Primera y le dio al equipo un aire diferente.

Ese último mes en el que no juegas pero el equipo se estaba jugando tanto, ¿cómo lo vivías tú?

Intentando ayudar en todo, a los más jóvenes, a los que jugaban, a decir siempre una palabra de apoyo. Los compañeros lo podrán decir. Hugo (Duro) lo ha dicho muchas veces. Al final era ayudar, ayudar y ayudar aunque yo estuviera jugando menos o tuviera otra participación. Todos buscábamos el mismo objetivo y un único objetivo. Ahí no valía el egoísmo, ahí tienes que mirar por el grupo, a hacer un grupo más unido que nunca por lo que te estás jugando realmente y si es otro el que está haciéndolo, apoyarlo, darle una palabra de aliento, de “vamos para arriba” y por eso lo sacamos.

No sé cómo era en ese momento tu relación con Baraja, si tuviste alguna conversación con él o no. Desde luego, él, su vínculo con el Valencia y la afición, también fueron un factor clave en la salvación del equipo.

Sí, por quién es, por lo que consiguió con el club, ya venía con un cartel diferente al de los demás, entonces también eso creó mucha gente a nuestro favor. En el estadio todos los domingos había 40.000 personas, entonces fue un cúmulo de cosas que nos llevó a poder salvarnos.

Y con Rubén, bien. No será un recuerdo que me lleve al final de mi carrera, pero de todos los entrenadores he aprendido algo, de todas las situaciones, tanto positivas como negativas, he sacado siempre algo. Y esta es otra experiencia más en la que he sacado algo también. Desde que llegó la verdad que hablamos mucho, porque por su modo de juego y mi posición en el campo no nos llegábamos a compenetrar, digámoslo así. Entonces, al principio la verdad que hablábamos mucho y al final no hablábamos, directamente.

“Con Baraja al principio hablábamos mucho y al final no hablábamos, directamente. No será un recuerdo que me lleve al final de mi carrera”

Samu Castillejo
Jugador del Valencia cedido en el Sassuolo

¿Qué has sacado? ¿Qué has aprendido?

Madurar, madurar como persona. Que tanto en la vida como en el fútbol no puedes decir siempre todo lo que piensas, pero yo sí me he criado así, me gusta afrontar las cosas como vienen, a la cara, como los hombres, y bueno, ya tengo una experiencia que me ayudará también en un futuro, tanto como jugador como persona.

En lo deportivo, ¿por qué no os compenetrabais? ¿Qué era lo que no encajaba en este Valencia de tu fútbol?

Fue que con Gattuso era una idea más de juego, de construir bien de abajo, de intentar tener siempre la pelota, y a él le gustaban más los jugadores más físicos, que aprovecharan la profundidad, como en el caso de Justin y Diego, que eran jugadores muy veloces al espacio. Yo era un jugador a lo mejor más con la pelota en el pie, que no tiene nada que ver lo que leí de que yo no quería defender. La gente puede mirar los partidos y lo que se me ha caracterizado siempre de jugador es la ayuda en las dos fases de juego. Veníamos durante todo el año entrenando el jugar con la pelota, el ser un equipo que proponía fútbol, que quería tener siempre la pelota. Él intentó cambiar, obviamente, porque no nos estaba yendo bien, jugar un poco más a los espacios, un poco más en profundidad, un poco más de pelotas en largo. Me costó adaptarme y eligió a otros jugadores.

Y ahora, con 28 años, vuelves otra vez en Italia, cedido, al Sassuolo. ¿En qué punto de madurez personal y deportiva estás? ¿Cómo afrontas esta etapa y por dónde pasan tus metas?

Hay etapas para todo, que vamos quemando. Ahora estoy en una etapa en la que estoy muy, muy feliz. En la que estamos esperando un bebé yo y mi pareja, que es una de las cosas más grandes que le puede pasar a cualquier hombre. Con mi familia, igual, he tenido una sobrina, voy a tener otra sobrina ahora. Siento el calor de los italianos que desde el primer día me acogieron muy bien y me siguen dando ese cariño. Muy contento, viviendo una etapa nueva, con otros compañeros, otro entrenador y a disfrutar el máximo de este deporte.

¿Con alguna meta, con algún hito, algún objetivo?

Mi única meta, la ilusión que tengo desde que me fui es volver al Málaga. Porque es mi club, porque es mi gente, porque no lo llegué a disfrutar tanto como me hubiera gustado. No pude disfrutar de mi gente, no pude disfrutar de mi estado. Es una meta que tengo. No diría a largo plazo, porque no quiero ir allí a que la gente diga: “Ha venido a retirarse”. Quiero ir a ayudar a mi equipo, me da igual la categoría en la que esté, a poder disfrutar de mi gente, de mi estadio, y es la meta más próxima que tengo.

“El Málaga es como ‘del primer amor nunca te olvidas’. Ése es mi amor. Lo sigo y lo seguiré siempre. La ilusión que tengo desde que me fui es volver al Málaga. Da igual en la categoría en la que esté”

Samu Castillejo
Jugador del Valencia cedido en el Sassuolo

Tú que has vivido un Málaga de Champions, menudo contraste, ahora en 1ª RFEF.

Sí, es difícil. Sigo todos los partidos. Estoy pendiente de que hemos arrancado muy bien en lo que es una categoría muy difícil, que va a ser un año muy largo, pero bueno, siempre estoy ahí. Además, amigos míos están siempre en el estadio. Intentamos cuando nos juntamos ver el partido. Es como “del primer amor nunca te olvidas”. Ése es mi amor. Entonces lo sigo y lo seguiré siempre. Da igual en la categoría en la que esté.

Antes de despedirnos, Samu. ¿Te has preguntado alguna vez qué habría sido de tu carrera si hubieras seguido en el Atlético?

Sí. Lo hablamos mucho en familia. A lo mejor no hubiera llegado o no lo hubiera disfrutado como lo he disfrutado todos los pasos que di en las categorías inferiores del Málaga. Pues no se sabe. Al final tomé una decisión para mí acertada, y es también lo que me ha hecho ser lo que soy ahora. Entonces, estoy muy contento con la decisión que tomé.

Cristina Bea

Después
de
contar
partidos
de
fútbol
a
pie
de
campo
en
radio
y
televisión,
Cristina
Bea
ahora
narra
historias
como
colaboradora
en
Relevo.
Natural
de
Torrent
(València),
estudió
Periodismo
en



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Rohit Palit

Periodista deportivo y graduado en Ciencias de la Comunicación de Madrid. Cinco años de experiencia cubriendo fútbol tanto a nivel internacional como local. Más de tres años escribiendo sobre la NFL. Escritor en marcahora.xyz desde 2023.

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