Es perfectamente posible que ‘Aquaman 2: el reino perdido’ acabe obteniendo una recaudación estupenda durante su primer fin de semana en las carteleras de casi todo el mundo y, de hecho, atreverse a sugerir que lo contrario es posible se consideraría una insensatez en condiciones normales; después de todo el cine de superhérooes ha dominado la taquilla a lo largo de la pasada década y media, y la película de la que es continuación, ‘Aquaman’ (2018), recaudó nada menos que 1.100 millones de euros en su día. Pero casi ninguna de las circunstancias que han rodeado el largo camino de la nueva película hasta las salas de cine puede describirse como “normal”, y las repercusiones económicas de esas irregularidades podrían suponer la estocada final al modelo de negocio que ha imperado en la industria desde hace años.
A mediados de septiembre pasado salieron a la luz comprometedores documentos del juicio por difamación entre Johnny Depp y Amber Heard según los que, durante sus conversaciones con su psicólogo, la actriz -miembro del reparto de la saga-, describió el rodaje de ‘Aquaman 2’ como un entorno increíblemente hostil; llegó a afirmar que el director James Wan la había tratado como una apestada a causa de su batalla legal, y que el actor Jason Momoa se había presentado un día al set completamente borracho y disfrazado de Depp exigiendo que ella fuera despedida.
Asimismo corre el rumor de que, tras el estreno de la primera película, tanto los mandamases de DC y Warner -respectivamente, la productora de ‘Aquaman’ y la empresa de la que es propiedad- como el propio Wan decidieron no contar con Heard cara a la segunda a causa de su falta de química con Momoa; se habrían echado atrás a causa de una carta mandada a Warner por los abogados de Elon Musk, exnovio de la actriz, en la que el magnate amenazaba con destruir la compañía. Habladurías aparte, es evidente que el papel de la actriz es mucho menor en la nueva película que en su predecesora y, aunque Wan ha asegurado que esa fue la intención desde el principio, se sabe que al menos dos escenas protagonizadas por Heard fueron eliminadas del montaje final.
Mucho antes de esa polémica, eso sí, ‘Aquaman 2’ ya se había revelado como un problema, y no solo por el retraso que el inicio de su rodaje sufrió a causa del covid, ni de todas las escenas adicionales que hubieron de filmarse una vez finalizado el rodaje y que hicieron aumentar su presupuesto hasta los 200 millones de euros, ni de las sucesivas versiones del montaje final que se fueron probando en la sala de edición o de las tres ocasiones en las que su fecha de estreno fue pospuesta. Su llegada a los cines coincide con el inicio de la revolución emprendida en DC por sus nuevos jefes, el cineasta James Gunn y el productor Peter Safran, que ya han dejado claro que en el nuevo Universo DC no hay sitio para Aquaman. No es el tipo de ruido del que el estreno de una película como esta desea llegar precedido.
Compañías heridas
De ser muy sonado, un fracaso en taquilla de ‘Aquaman 2’ podría sumir a DC y Warner en una deuda de cientos de millones de dólares y poner en jaque los planes de Gunn y Safran, especialmente porque ambas compañías aún están curándose de las heridas causadas por los sucesivos fracasos en taquilla cosechados por sus películas más recientes: estrenada en marzo, ‘Shazam! Furia de los Dioses’ no recaudó ni la mitad de la película de la que es continuación, ‘Shazam!’ (2019); en junio vio la luz ‘The Flash’, que no tardaría en confirmarse en un batacazo histórico pese a estar cuidadosamente diseñada para complacer a los fans. Y también ‘Blue Beetle’ obtuvo resultados económicos decepcionantes.
Por supuesto, el problema no afecta únicamente a DC. Sus grandes rivales, los estudios Marvel, empezaron el año sufriendo un traspiés financiero con ‘Ant-Man y la avispa: Quantumania’, supuestamente un capítulo fundamental para el futuro del Universo Cinematográfico de Marvel (UCM) por su peripecia argumental y su villano coprotagonista -el actor encargado de darle vida, Jonathan Majors, acaba de ser condenado por agredir a su exnovia-; ‘Guardianes de la Galaxia, Volumen 3’ recaudó 800 millones de euros, una cifra vistosa pero mucho menor que la esperada por sus productores; y, hace solo unas semanas, ‘The Marvels’ se ganó el honor de ser el peor estreno del UCM a nivel de taquilla.
Saturación
Así pues, una variante desconocida de la kriptonita parece haberle sorbido toda la energía a un género que en su día pareció imparabe e indestructible. Y pese a que hay quien sostiene que la culpa de esos fracasos es exclusivamente de la mala calidad de las películas, todo apunta a un problema de saturación: la incesante llegada de superhéoes nuevos y el eterno retorno de los viejos tanto a la gran pantalla como a la pequeña ha terminado por provocar el hartazgo de quienes se sientan frente a ellas.
En DC se han asegurado de diluir su propia imagen de marca a base de contradecirse a sí mismos una y otra vez, ya sea reseteando sus sagas con actores y directores distintos -¿cuál de todos, por ejemplo, es el auténtico Batman?- o bien extendiendo a través del cine y la televisión múltiples continuidades narrativas incompatibles entre sí. Por lo que respecta a Marvel, el estreno de ‘Vengadores: Endgame’ (2019) supuso una culminación del UCM rotundamente satisfactoria para los fans, pero desde entonces el estudio está demostrando no saber por qué camino quiere dirigir la saga; de hecho, la mayoría de sus estrenos cinematográficos de los últimos cuatro años han tenido mucho menos impacto cultural que algunas de sus series, como ‘WandaVision’ y ‘Loki’.
Noticias relacionadas
Y, si los superhéroes más interesantes están en la televisión, ¿para qué pagar por ir al cine a ver a sus parientes pobres, si de todos modos esas películas no tardarán en estar disponibles en ‘streaming’? Asimismo, cuanto más crece ese universo más se exige al espectador: Marvel ha estrenado seis proyectos audiovisuales cinematográficos o televisivos en 2023, dos menos que en 2022, y tres menos que en 2021; y, dado que prácticamente todos ellos están conectados entre sí, para entender cada una de esas ficciones el espectador debe tener cierto conocimiento de las que la precedieron. Es demasiado trabajo.
En última instancia, la crisis que atraviesan los superhéroes cinematográficos puede responder al funcionamiento cíclico de Hollywood. El declive del ‘western’ en los años 60 coincidió con el auge del cine de espías, y cuando posteriormente este perdió popularidad el público decidió acudir en masa a ver películas de terror y de ciencia-ficción. Ahora, tras 15 años de éxito espectacular para el cine de superhéroes, las preferencias de los espectadores parecen volver a dirigirse al cine de terror, que para los estudios es mucho más barato de producir. Por supuesto, algunas películas protagonizadas por superhéroes que verán la luz en los próximos años prometen triunfos contundentes -como ‘Superman: Legacy’, que dirigirá Gunn-, pero ¿logrará el género volver a dominar la cultura popular como lo hizo tras los estrenos de ‘Iron Man’ (2008) o ‘Los Vengadores’ (2012)? Tal vez no tenga superpoderes suficientes para lograrlo.
