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Óscar Sevilla confiesa su verdad sobre el dopaje: “Yo antes de la Operación Puerto ganaba mucho más dinero que … – Relevo



En Hainan, la isla más grande y poblada de China, Óscar Sevilla acaba de saborear las mieles del éxito cuando nadie, ni tan siquiera el propio destino, esperaba nada de su parte. Allí, al sur del gigante asiático, el mismo ciclista que debutó como profesional en las filas del Kelme, rozó la gloria en La Vuelta a España de 2001 y corrió tiempo después como gregario de Jan Ullrich, ha subido, con 47 años, a lo más alto del podio al otro lado del planeta.

Corro por pasión, no por necesidad“, asegura él a Relevo por videollamada. “En las carreras, muchos rivales me confiesan que soy una motivación para ellos. Otros me cuentan quién fue su padre y que yo corrí con él”. Sin ir más lejos, el segundo de la clasificación general, el australiano Sebastian Berwick, es 23 años más joven que Sevilla; o lo que es lo mismo, llegó a este mundo cuando el español ya había debutado como profesional en el Giro de Italia. “¡Es que podría ser su padre!“, bromea él, que se impuso en las carreteras de Hainan a ciclistas de la talla de Chris Froome.

Sus éxitos, eso sí, parecen estar condenados de por vida a la oscuridad. Todos, tempranos o longevos, siembran un mar de dudas en quienes los reciben. Y no por la edad que suma en las piernas, no, sino por la supuesta limpieza del ciclista de Ossa de Montiel, esa que, todavía hoy, 17 años después de su implicación en la Operación Puerto, muchos se niegan a aceptar.

Antes, cuando leía ese tipo de comentarios se me hinchaba la vena del cuello y me ponía como loco“, declara El Niño, que se mudó a Colombia hace más de una década, como bien demuestra su acelerado acento al otro lado de la pantalla. “Ahora me río. Me hace gracia. Me digo a mí mismo, estoy haciendo una buena labor. Esa persona está feliz porque me está acusando y me está diciendo que compito así o asá“.

Es la nueva mentalidad de alguien que, lejos de aquellos años, se confiesa más maduro. “No tengo nada que demostrar a nadie, ya no me gusta entrar en esas polémicas“, admite. “Prefiero que hablen de mí por envidia que por pena. Al final, llevo en el pasaporte biológico de la UCI desde 2008. Paso alrededor de 30 o 40 controles todos los años. Ojo, muy pocos profesionales pasarán eso. En Europa, seguramente hay algunos Pro Tour que no pasan ni dos controles al año”.

Y añade, sin perder de vista a los críticos. “El que hace trampa tiene pan para hoy y hambre para mañana. Yo llevo 25 años de regularidad en la élite, andando todas las temporadas bien, todos los años ganando algo, una u otra cosa. Siempre adelante, sin altibajos”, declara. “Quien me quiera creer, que me crea. Quien no, que no duerma. Que sufra“.

Sevilla, fiel creyente del destino, como repite hasta la saciedad, reconoce que, de volver atrás, no cambiaría nada de aquella época, marcada por el dopaje. “Si lo hiciera, no estaría en Colombia con mi mujer y mi familia. No estaría viviendo la felicidad que estoy sintiendo ahora mismo. Entonces, ¿para qué?”, explica antes de entrar de lleno en la peor época de la historia del ciclismo, esa de la que confiesa conocer casos que todavía hoy siguen sin salir a la luz.

“Obviamente hubo un sistema. Estábamos en equipos… Hicieron una guarrada bajo mi punto de vista, lo sigo diciendo, porque es una chapuza lo que se hizo“, recuerda. “Cogieron a muchos ciclistas sin saber nada, en grupo, nos tocó… y no puedes cambiar nada. Yo tengo mi conciencia muy tranquila. No tengo que cambiar nada, porque me siento orgulloso de todo lo que he hecho en mi carrera deportiva”.

Tanto es así que él, que volvió a dar positivo en 2010, ya en Colombia —aunque el caso quedó resuelto por las autoridades como un “hecho involuntario” que no había aumentado su rendimiento deportivo—, cuenta que si volviera a nacer, volvería a ser ciclista y repetiría cada uno de los pasos que le han traído hasta aquí. “Sería idéntico, el mismo que fui. Lo mismo con todo lo que pasó y con cómo pasó. Todo me llevaría a dónde estoy ahora mismo”.

Yo antes de la Operación Puerto ganaba mucho más dinero que ahora“, advierte. “Pero no era más feliz”. En Bogotá, Sevilla ha encontrado una vida que sus propios allegados ensalzan. “En mis primeros años aquí, en Colombia, vino a verme mi mamá y me dijo: “Hijo, te veo mejor que nunca”. Y es así. Aquí soy feliz, tengo salud, tengo a mi familia, que es mi mayor triunfo, y hago lo que me da la gana. ¡No me cambio por nadie!”.

Aún con la misma cara de niño que ilusionó a muchos en los tiempos de Pantani, Armstrong y compañía, aunque con alguna que otra arruga más, el de Ossa de Montiel se define como un “bicho raro” dentro del ciclismo. “No me gusta mirar atrás. Nunca lo hecho. Para que voy a ponerme ahora a decir “es que si no hubiera hecho esto o aquello, hubiera ganado el Tour de Francia”. No, no, no. O sea, no me importa. El destino es así. Está marcado y a mí me tocó esto”.

Así, el ciclista que acaba de imponerse, con 47 años, en la otra punta del globo, obvia las facturas del pasado, pospone decisiones futuras y se aferra, convencido, a lo que las piernas todavía le permiten. “El cuerpo me responde, mantengo la capacidad mental de ser disciplinado y siento la ilusión viva”, sentencia al otro lado de la pantalla. “Al final, cada uno elige el tiempo que quiere estar aquí y yo disfruto mucho con lo que hago. Estoy en mi mejor momento. Sin presión, sin estrés, sin buscar un contrato. Me siento un privilegiado y siento que mi victoria [en China] es otro ejemplo de que si uno quiere las cosas, las puede conseguir“.

Daniel Arribas

De
la
sierra
norte
de
Madrid,
Daniel
estudió
Periodismo
y
Comunicación
Audiovisual
en
la
Universidad
Rey
Juan
Carlos
y
ahora
cubre
la
información
de
polideportivo
en
Relevo.
Al
poco
de



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Rohit Palit

Periodista deportivo y graduado en Ciencias de la Comunicación de Madrid. Cinco años de experiencia cubriendo fútbol tanto a nivel internacional como local. Más de tres años escribiendo sobre la NFL. Escritor en marcahora.xyz desde 2023.

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