Naoya Inoue (25-0, 22 KO) no sigue las normas. El japonés, de 30 años, es quizá el púgil más talentoso del momento. La parte occidental del boxeo le pide que haga carrera en Estados Unidos, pero él está cómodo en su país. En Japón es una auténtica celebrity. Todo el mundo le conoce. Genera millones cada vez que pelea. No tiene la necesidad de irse a la otra punta del mundo, donde ha peleado únicamente en tres ocasiones.
En junio de 2021 peleó por última vez en suelo yankee. Desde entonces ha disputado cuatro combates y todos han sido en martes. La elección es mala desde el punto de vista del mercado occidental (madrugada en Estados Unidos y mediodía en Europa), pero buena desde su propio prisma oriental. Él es el que manda. Su poder económico le permitió, incluso, llevarse al estadounidense Stephen Fulton este julio a Japón. Ganó, con claridad, y se proclamó campeón mundial WBC y WBO supergallo. Es la cuarta división en la que reina.
Inoue se ha propuesto sumar hitos a su carrera. Además de las cuatro divisiones como campeón, algo al alcance de muy pocos, quiere ser el cuarto boxeador (época de los cuatro organismos) tras Claressa Shields, Terence Crawford y Katie Taylor que es campeón indiscutido en dos divisiones diferentes. En diciembre de 2022, tras imponerse a Butler, se quedó como único rey del gallo. Este martes 26 de diciembre lo intenta en el supergallo. Un camino fácil, pero a la vez difícil.
Rápido es el mejor adjetivo que puede definir el paso de Inoue por esta categoría. En su primer combate logró dos de los cuatro títulos y al estar los otros dos (WBA e IBF) en poder de un púgil, podrá cerrar un nuevo indiscutido en menos de seis meses. Marlon Tapales (37-3, 19 KO) estuvo presente, incluso, en el último combate de Inoue. No había dudas de que se haría. El filipino, de 31 años, sabía que iba a ser su mayor día de paga. No titubeó.
Sobre el papel, Inoue es el claro favorito. Ante Fulton no sufrió, en absoluto, el cambio de división. Lució rápido y contundente como en él acostumbra, por lo que sin ese debe, el nipón sigue sin fisuras. Por su parte, el filipino llega tras la mayor victoria de su carrera frente al uzbeko Murodjon Akhmadaliev. Era su segunda vez por un Mundial y logró ganar. Es campeón unificado, sí, pero la diferencia de nivel parece notable. La técnica y las cualidades de Inoue son imparables, por el momento, para cualquiera. Valentía y ritmo mostró el filipino en abril, algo que tendrá que volver a enseñar en Tokio. Inoue no conoce la palabra clemencia. Saldrá a ejecutar desde el minuto uno. Quiere otro indiscutido para el Boxing Day.
