La televisión abierta privada en 2023

Es muy importante hablar de lo que pasó con la televisión abierta privada nacional en 2023 porque aunque todo el mundo sigue apantallado con las redes sociales y con las plataformas, ahí está el presente. Ahí está el futuro.

¿A qué me refiero cuando le digo esto? A que muy “innovadoras”, muy “revolucionarias” y muy “diferentes” las redes y las plataformas.

¿Pero qué es lo que tuvieron que hacer en el año que está por terminar para sobrevivir? Copiar a la televisión abierta privada.

¿A poco ver Tik Tok no es como cuando veíamos los sketches de “XHDERBEZ”?

¿A poco el sensacionalismo que padecemos en las redes no es idéntico al que teníamos en la pésima televisión de los años 90?

¿A poco el anuncio de la fusión de ciertas plataformas no le recuerda la fusión de ciertos canales de televisión? ¿Le sigo?

Sí, le voy a seguir porque lo que sucedió en los últimos 12 meses va más allá de los modelos de negocios. Tiene que ver con contenidos.

¿Cuáles fueron las propuestas más exitosas de 2023? Las que surgieron de la más vieja televisión, de sus personajes y de sus esquemas como “La casa de los famosos”, que es “Big Brother”, como “Las estrellas bailan en Hoy” que es “Bailando por un sueño” y como todo lo que nos chutamos sobre personajes telenostálgicos tipo Paco Stanley, Chabelo y Pedro Infante.

No, y espérese. Se pone peor (o mejor). La televisión abierta privada que vimos de enero a la fecha, ésa que la prensa “especializada” se negó a cubrir en su infinita “intelectualidad”, fue la que le inyectó vanguardia a toda, a absolutamente toda la industria.

Nada qué ver entre las cosas que se dicen y la realidad. ¡Infodemia para todos!

La ficción que se hizo en esta ventana en este país en 2023 tocó temas que ya hubieran querido en las más finas plataformas globles para un día domingo.

Y no me refiero a las historias de diversidad sexual o a cuestiones tan escabrosas como los feminicidios. Eso se comenzó a hacer, ahí, desde hace mucho.

Me refiero a conflictos tan delicados como los que vimos en “Vencer la culpa”, a finales insólitamente positivos desde la perspectiva de género como el de “El amor invencible” y a las cuestiones demoniacas de “El maleficio”.

¿Sabe usted lo que es hablar de Bael después de haber estado con “La rosa de Guadalupe” sin que las audiencias salgan despavoridas?

No y ni nos metamos con deportes o con noticias porque entonces sí no acabamos.

¿Qué me dice de propuestas tan críticas sobre temas otrora intocables como los de “Tercer grado deportivo”?

Si esto no es un cambio, entonces yo ya no sé de qué estamos hablando. Esto se pone cada vez más complejo.

En los últimos dos semestres, la televisión abierta privada, nuestra televisión abierta privada, ésa que se supone que es pésima, que no hace nada y que no ve nadie, estuvo lo mismo en Ucrania y en Israel que cara a cara con Donald Trump.

¿Cuántos departamentos de noticias de cuantas televisoras del mundo, no se diga de América Latina, pueden presumir de algo así?

El problema, como ha sido en los últimos años, es que los primeros en no hablar bien de la televisión abierta privada, en no hacerle ruido, en no promoverla, en no presumirla, son las personas que hacen la televisión abierta privada.

Es como si estuvieran esperando a que las plataformas y a que las redes sociales las feliciten.

¿Sabe usted cuándo va a suceder eso? Nunca porque el negocio de las plataformas y de las redes está en el odio.

Qué lástima porque, insisto, la televisión abierta privada lo hizo muy bien este año, tanto, que las plataformas y las redes sociales se la pasaron copiándola sin que nadie dijera nada.

Mucho ojo con la televisión abierta en 2024. Vienen elecciones tanto en México como en Estados Unidos. Vienen Juegos Olímpicos. Vienen muchos estímulos muy fuertes.

Ahí va a estar el camino. Ahí van a pasar cosas. ¿O usted qué opina?