Lo que Michelle Obama y el tenis femenino le enseñan a Luis Rubiales y al fútbol español – Relevo
Nueva York.- Veinte horas antes de que Carlos Alcaraz iniciara la defensa de su título sobre el cemento de Flushing Meadows, una mujer cautivó a la audiencia a un nivel comparable al que alcanza el de Murcia con su tenis. La diferencia es que Michelle Obama lo hacía con la palabra, recurso suficiente para que los ojos se abrieran como platos y los corazones se aceleraran en el estadio Arthur Ashe. Ante esa clase magistral, una primera reflexión: llegaba demasiado tarde para Luis Rubiales y el fútbol español.
“¡Las mujeres pertenecen al dormitorio y a la cocina, en ese orden!” La esposa del expresidente Barack Obama lanzó la afirmación y el estadio contuvo la respiración. ¡Qué espanto de frase! “Esa fue la ridícula afirmación de Bobby Riggs, créanlo o no”, explicó Obama.
Riggs fue un tenista estadounidense que llegó a ser el número uno del mundo en 1946 y 1947, aunque saltó a la fama global y a la historia con su desafío a Billie Jean King en la conocida como “Batalla de los Sexos”, en 1973. La “batalla” en cuestión se sostenía sobre la veracidad o no de la siguiente premisa: Riggs, de 55 años, era capaz de derrotar a cualquier mujer, tuviera la edad que tuviera, tuviera el nivel que tuviera. El subtexto era evidente: el hombre como ser superior en el tenis. Y más allá.
La premisa estaba errada. King, de 29 años, derrotó a Riggs 6-4, 6-3 y 6-3 en un partido de resonancia mundial y con 90 millones de espectadores a nivel global, una barbaridad de cifra en aquellos años. “Me sobreestimé y la subestimé”, admitiría Riggs, fallecido en 1995.
El primer grande en pagar igual a hombres y mujeres
Michelle Obama rescató aquella frase infame de Riggs para poner en contexto el homenaje a King en esa noche de lunes en Nueva York. Tenía todo el sentido, porque la inmensa mayoría de los espectadores en ese estadio, con 23.771 asientos el más grande del tenis, no vio ese partido ni tiene claro quién era Riggs. Más aún: la gran mayoría de los presentes en ese estadio consideraba algo natural e indiscutible la igualdad entre hombres y mujeres.
No era así hace 50 años, cuando King logró que el US Open liderara una pequeña revolución: pagarle a la campeona del individual femenino lo mismo que al del torneo masculino. Aquella vez fueron 25.000 dólares, este año serán tres millones.
Lo que no significa que la batalla de King haya terminado. “Debieron pasar 34 años hasta que todos los torneos de Grand Slam pagaran al mismo nivel a hombres y mujeres. Y sigue habiendo muchos torneos que aún adeudan el pagarle igual a las mujeres que a los hombres. Esto es mucho más grande que un cheque, se trata de cómo se ve y valora a las mujeres en el mundo“, recalcó Obama.
Después de haber visto a Luis Rubiales tocándose su entrepierna a un par de metros de una reina y robando un beso a una de sus jugadoras, era todo un contraste escuchar a esa mujer que bien podría un día ser presidenta. Michelle Obama, al igual que su esposo, abreva en la mejor tradición de los Estados Unidos, ese país en el que en escuelas y universidades se enseña a exponer y argumentar en público, ese sistema educativo que fomenta los clubes de debate. No alcanza con tener buenas ideas, hay que saber expresarlas al mejor nivel.
Eso hizo Michelle Obama, con impecables pausas, énfasis e inflexiones en el tono de su voz para ir erizando la piel de los presentes, de aquellos que la seguían por televisión y de la propia King, que a punto estuvo de quebrarse por la emoción. “Billie Jean nos enseña que todos tenemos la posibilidad de elegir. Podemos callarnos o dar el paso y luchar. Deseo que todos tengamos una fracción del coraje y la tenacidad de Billie Jean“.
Es probable que Rubiales, Jorge Vilda, Luis de la Fuente y tantos otros en el fútbol español no hayan escuchado el discurso de Obama, que fue más allá del tenis y del deporte para situar, con elegante contundencia, el papel de la mujer en el mundo de hoy. Afortunadamente existe YouTube y cinco minutos les alcanzarían para escuchar a la ex primera dama.
La frase de Riggs acerca de los dormitorios y las cocinas podría haber sido firmada por Ignacio Quereda, 27 años al frente de la Selección femenina. “Tú lo que necesitas es un macho”, les decía a sus jugadoras, según el documental de Movistar+ Romper el silencio: la lucha de las futbolistas de la selección. En ese sentido, las jugadoras de la Selección española libraban en desventaja una “batalla de los sexos” no televisada, aunque tantos y tantas supieran mucho o casi todo de lo que allí pasaba.
Las tenistas han tenido, claramente, más fortuna que las futbolistas. Puede deberse a eso que ha sostenido más de una vez Rafael Nadal, análisis que le costó su buena dosis de críticas: se cobra en función del interés y de la audiencia que se genera. O puede haber otra razón: el tenis femenino despertó interés en los Estados Unidos mucho antes que el fútbol femenino. Y Estados Unidos marca históricamente rumbos y tendencias mundiales en el tenis, no así en el fútbol, aunque sus jugadoras sean cuatro veces campeonas del mundo desde que el Mundial nació en 1991.
O quizás se trata de que el fútbol no tuvo la fortuna de contar con una Billie Jean King, tenista y mujer tenaz. Lo recordó recientemente Caitlin Thompson, editora de la revista “Racquet”: King se presentó ante el Congreso de los Estados Unidos en 1972 para explicar en una audiencia por qué las mujeres merecían un acceso igualitario y equitativo al deporte. “En ese proceso, Billie Jean cambió el mundo”, recalcó Thompson.
Rubiales, el tenis y la cuestión saudí
Así y todo, hay cosas que Rubiales no tiene que aprender del tenis femenino, porque sus decisiones y las de la WTA se parecen demasiado. En 2021, el jefe de la WTA, Steve Simon, asombró al mundo del deporte con un paso audaz, valiente: cancelaba todos los torneos del calendario en China ante la falta de cooperación de las autoridades del país en lo referente a Peng Shuai, la jugadora que se esfumó varias semanas tras criticar a un alto cargo del Partido Comunista.
En abril de este año, el ente rector del tenis femenino admitió su fracaso, y dejó una velada crítica a la ATP, que nunca puso en cuestión sus vínculos con el régimen chino.
“Cuando tomamos esta decisión, no sabíamos si otros se unirían a nosotros. Recibimos muchos elogios por nuestra postura principista y creemos que enviamos un poderoso mensaje al mundo. Pero los elogios por sí solos no bastan para lograr un cambio. Después de 16 meses de suspensión de la competición de tenis en China y de esfuerzos continuos por conseguir nuestras peticiones originales, la situación no ha dado señales de cambiar. Hemos llegado a la conclusión de que nunca conseguiremos plenamente esos objetivos, y serán nuestros jugadores y torneos los que, en última instancia, pagarán un precio extraordinario por sus sacrificios”.
Victoriosa China, la nueva potencia no democrática en avanzar sobre el tenis es Arabia Saudí, a esta altura vieja conocida de Rubiales y de Gerard Piqué, que de tenis quizás haya aprendido algo más que el suspendido presidente de la RFEF.
Arabia Saudí está a punto de quedarse con el Masters de la WTA (WTA Finals), el torneo de cierre de temporada con las mejores del mundo. Al igual que con el fútbol y el golf, lo hace a golpe de billetes. Tantos, que vencen la resistencia de cualquiera, incluso de esa WTA que hace menos de dos años se plantaba asombrosamente ante China.
La ATP está encaminada a cerrar un acuerdo mayor para que los saudíes se conviertan, de hecho, en una de los grandes poderes del tenis. Sin jugadores, con torneos nacidos de un día para el otro y con la población femenina sojuzgada y amenazada. Demasiado a esta altura para una King de 79 años. ¿También para Michelle Obama?
