Cuando 30 segundos de un cántico en Bilbao se convierten en un pozo de odio – Relevo
Pido permiso para hablar en primera persona. Principalmente porque esto es un espacio de opinión y porque el motivo de animarme a escribirlo es un vídeo que grabé yo. Esperando a un amigo tomando un zurito -sí, a veces pasan cosas cuando menos lo esperas-, a dos horas del inicio de un nuevo partido del Athletic y en la calle Licenciado Pozas. Esa que ha vivido previas festivas inolvidables y también tragedias absolutas, como el doloroso e inolvidable fallecimiento de Iñigo Cabacas tras un pelotazo de la Ertzaintza en un duelo europeo ante el Shalke 04.
Allí, aún en un ambiente light y sin grandes aglomeraciones, un grupo de aficionados de Las Palmas camina rumbo a San Mamés entonando varios cánticos. Me sorprende uno de ellos. “Es un orgullo, jugar en San Mamés”. “Pio, pio”, responden desde algunas terrazas aficionados rojiblancos con buen rollo, en un intercambio animoso entre grupos de personas que no se conocen de absolutamente nada y que lo único que tienen en común es un partido jugado un miércoles de labor a las 21.30 entre el Athletic y el conjunto canario.
Me acerco, les saludo y grabo su cántico para enviarlo a mis compañeros de redes. Es algo bonito, pienso, acostumbrado a que muchas otras veces los ambientes sea más tensos. Después viene un partido loco y una jornada intensa, hasta que recuerdo el tuit y leo las interacciones. ¿Cómo un gesto de buen ambiente entre aficionados puede ser objeto de mofa? ¿Por qué a la ‘gente’ le da vergüenza ajena decir que es un orgullo jugar en San Mamés? ¿No entienden que es una manera de disfrutar y sentir orgullo de jugar en Primera, un sinónimo de San Mamés porque el Athletic nunca ha descendido?
Eso es lo primero que me viene a la cabeza. Lo segundo es que el fútbol se está pudriendo. Irremediablemente. Si los gestos bonitos y de buen rollo de un grupo de aficionados, entre ellos varios ‘veteranos’, son “poner el culo” o motivo para vomitar, qué serán las peleas entre ultras de Osasuna y Sevilla, los “Puta Real Madrid” o los “A Segunda” del Barça hacia la afición del Almería -o cualquier otro ejemplo, entre ellos de San Mamés al Getafe hace semanas-.
Hace solo unos días se homenajeó a Aitor Zabaleta, 25 años después de su asesinato, y Jokin Aperribay dijo una frase que me encantó: “Aitor debería ser el icono de las aficiones de todos los equipos”. Porque Aitor es una manera de reivindicar el poder disfrutar del fútbol, el viajar para animar a los tuyos o el hermanamiento de aficiones. Es San Mamés cantando su nombre en plena euforia en el último choque ante el Atlético Madrid. Más allá de rivalidades, Aitor es una reivindicación de cómo vivir y disfrutar del deporte.
A mí, lo siento, pero lo que me da vergüenza ajena es leer los comentarios al vídeo publicado en Relevo. Me da pena y rabia. Me salen los mismos emojis de vómitos. La ola de confrontación que se vive en la sociedad ha llevado a que esto sea lo normal, que se critiquen gestos de buen rollo y que se viralice algo bonito precisamente como mofa o meme. La sociedad del ‘conmigo o contra mí’; la sociedad de los guetos ideológicos, de la izquierda y la derecha como posiciones inamovibles. En definitiva, la sociedad en la que parece mejor confrontar que hermanarse.
Y, por cierto, los aficionados canarios del vídeo entraron a San Mamés y se pasaron todo el partido animando a los suyos. No pusieron el culo, intentaron llevar a los suyos a la victoria y aplaudieron a rabiar a sus futbolistas al finalizar el choque porque agradecieron su esfuerzo. Como debe ser. Eso es fútbol.
