Para explicar su punto de vista, utiliza un gran ejemplo: ‘Tu energía sexual está empezando a despertar. Ahora imagina tres años en los que toda esa energía sexual recorre tu cuerpo, pero nunca se libera. Simplemente se recicla, se acumula, aumenta, hasta que todo tu ser zumba con esa energía sexual eléctrica’.
Samantha le ruega que vuelva con ella a su departamento, pero él le asegura: ‘Lo único mejor que el sexo… es no tener sexo’.
Estoy de acuerdo con el instructor del yoga. Ahora, por ejemplo, muero por tener sexo, (sobre todo porque he dejado de tomar la píldora anticonceptiva porque me van a hacer un análisis de sangre). Cada día, a la hora de comer, me arrastro desde la silla del escritorio hasta la cama y me estiro, preguntándome si mis compañeros de departamento estarán trabajando desde casa o si puedo hacer ruido. Me paso toda una noche bailando con mi amigo, y bromeamos diciendo que nos gustamos, y entonces empiezo a preocuparme de que en realidad me guste él porque tengo todos esos sentimientos reprimidos y ningún sitio donde ponerlos. Es como si estuviera viendo Normal People encerrada otra vez. No puedo concentrarme. Me como las uñas.
Mi amiga responde a un mensaje que le he enviado, preocupada porque no estoy teniendo suficiente sexo: ‘Creo que la pregunta es: ¿el objetivo final de la interacción romántica va a ser siempre el sexo? La última vez que tuve sexo fue en abril, pero mi sesión de besos de la semana pasada fue increíble y quedé muy satisfecha. Podría haberle invitado a entrar, pero no quise. ¿Eso lo hace menos significativo? Para mí, no’.
Me recordó algunos besos realmente buenos que me han dado recientemente. Uno cuando iba al baño en una discoteca y un chico me cogió del brazo y casi sin hablar nos enrollamos durante años. Otro con alguien con quien tuve una cita, en una parada de autobús: el cosquilleo de su barba en mi labio superior, poniéndome de puntillas para alcanzarlo. Y luego pienso en otras cosas mucho más pequeñas que son tan buenas como el sexo: tu cabeza en el regazo de alguien que solía gustarte y que en cierto modo todavía te gusta, un texto que te hace doblar los labios hacia dentro de la boca para ocultar tu sonrisa.
Y luego, por supuesto, está el sexo de verdad, y ahora recuerdo cuántas veces, cuando lo hago, me sorprende lo normal que es, lo fácil. Una parte de mí se ríe de estarle dando tanta importancia justo ahora. Supongo que porque no es tan diferente de todas esas otras cosas que también me calientan y me hacen sonreír.
Artículo publicado originalmente en British Vogue, vogue.co.uk.
