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José Ángel de la Casa: «El Parkinson es así, tomo 18 pastillas al día« – Relevo



Pasea con su hijo Javi a pocos metros de su casa, en su pueblo. Ayudado por un andador, José Ángel de la Casa (Los Cerralbos, 1950) recibe a Relevo casi resignado. Siempre tiene que dar alguna entrevista, todos los años, cuando se acerca el aniversario del histórico España 12-Malta 1. Los que vamos teniendo una edad nos acordamos de él. Mucho. De su narración. De su gallo al cantar el último gol, el de “Señooooor”, el que nos clasificó para una Eurocopa, la de 1984, que terminaríamos perdiendo en la final contra la anfitriona, Francia.

“Durante mucho tiempo fue el mejor recuerdo deportivo de varias generaciones. Después han ganado muchas cosas, Mundiales, Eurocopas… pero aquello fue tremendo”, reconoce. De la Casa fue la voz del fútbol, sencillamente. No había más oferta, ni estaba rodeado de prepartidos, ni shows posteriores. Llegaba, conectaba, narraba y se iba. Sobrio, sin alharacas. De hecho cuando le pusieron una pareja como comentarista, aquello se vivió como una gran innovación, porque lo era.

De eso, de recuerdos, venimos a hablar con él. Durante la Eurocopa de 2004 se dio cuenta de que algo no marchaba bien. Le temblaban las manos y, por lo tanto, el micro. Envuelto en el estrés propio de su enésima cobertura de un gran torneo, tampoco quiso buscarle tres pies al gato. El técnico de sonido lo solucionó poniéndole micro cascos, pero aquella mala sensación tuvo nombre muy pronto: Parkinson. Se jubiló tres años después, en 2007. La enfermedad le va ganando terreno, pero tan despacio que es heroico. ¿Cómo estás, José Ángel? “Bien. Estoy bien. Mejorando… pues no, pero empeorando tampoco“, resume él. Conciso. Claro. Periodístico. Como sus narraciones.

La voz también está afectada pero la memoria no. “A base de fármacos porque no tiene otro tratamiento, por ahora. Me tengo que tomar unas 18 pastillas al día y la verdad es que, afortunadamente está estancado. De momento no he tenido ningún retroceso ni ningún problema que nos planteara cambiar el tratamiento. Podemos decir que el tratamiento está funcionando muy bien porque está evolucionando muy despacio. Voy cada cinco o seis meses al médico a hacer un reconocimiento”.

Nos hemos sentado en su salón, que está lleno de placas conmemorativas, de fotos por todo el mundo, de fotos suyas acompañado de deportistas como Míchel o Carl Lewis, pero también de reyes, políticos, entrenadores y compañeros de profesión que todavía hoy se acercan a ver qué tal está a su pueblo, a unos 100 kilómetros de Madrid.

Es un jubilado convencido. Sigue viendo fútbol y tiene sus narradores preferidos, pero eso no me lo va a contar a mí. No vive en la morriña. Para nada. ¿Echas de menos la televisión? “Pues no”. ¿Pero ni un poquito? “La verdad es que no”, zanja, tajante. “Ahora no estoy muy conectado. Todo eso se terminó. Tengo un gran recuerdo para todos, pero no, se terminó. El periodista se terminó“.

“Ahora no se narra, ahora se hace un programa de televisión”

José Ángel de la Casa

Lo suyo era otra cosa, otros tiempos y sobre todo, otros medios: “Ahora no se narra. Ahora se hace un programa de televisión. Un programa cuyo contenido principal se basa, se sustenta, en el partido. En los dos equipos, en los seguidores y en el resultado. Pero entonces eso, digamos, no tiene nada que ver con lo que hacíamos nosotros que llegábamos, nos sentábamos, te ponías los auriculares, te llamaban de Madrid y ya está. Terminaba el partido y terminaba. Se acababa todo”.

«Tendría haters, pero no me llegaban»

No tiene, ni ha tenido, cuenta en ninguna red social. No se enfrentó a lo que sus sucesores tienen que leer, ni tuvo nunca a un listillo por detrás, en tiempo real, explicándole todo lo que hacía mal sin tener ni idea. “Ahora todo está en manos de la tecnología. Antes era sólo ir a transmitir un partido: ibas y lo hacías tú todo. Todo, prácticamente, menos dar la imagen. Y ahora pues en transmitir un partido de fútbol es, cómo te diría yo… Espectáculo. Es montar un espectáculo de alguna forma en torno al fútbol entorno al partido, para montar un espectáculo donde participa mucha gente. Igual 20 personas. Y yo lo hacía solo. Al España-Malta fui con Alfonso Azuara, que estaba abajo en los banquillos”.

Dice que no tuvo haters, al menos que él supiera. “Me imagino que los tendría, pero no me llegaban. Habría gente que estaría haciendo de haters conmigo, pero como no había forma técnicamente de juntarlo todo, pues hacíamos lo que podíamos y no sabíamos más”. Pero, ay amigo, los años pasan para todos y resulta que, a pesar de que a él le hubiera gustado algún hijo médico, tiene dos periodistas de éxito también. Y ellos sí están expuestos a esos haters. “Me salió fatal porque yo no quería que fueran periodistas, pero qué iba a hacer. Ellos pisan un terreno en el que tú te abriste camino y claro, es muy emocionante. Pero también, una vez que ya han entrado, se convierten en uno más y lo normalizas. En unos compañeros más”. -Él decía que no quería que fuéramos periodistas-, explica Javi de la Casa, ahora en el Real Madrid tras muchos años en Radio Marca. “Lo que ellos hacen es distinto”, asegura él. “A nosotros nos respetaban mucho más. Yo con los futbolistas tenía una relación muy especial. Convivía mucho con ellos, viajaba con ellos. Y eso me acercaba mucho a los jugadores. Ahora no hay esa cercanía”.

Míchel, enfadado y dar la alineación… ¿para qué?

Guarda un montón de buenos amigos entre los jugadores, sobre todo uno con el que, después, pasó nueve años narrando. Y eso que la cosa tuvo sus altibajos: “También se mosqueaban de vez en cuando, claro. Pero eso forma parte del juego. Míchel se cabreó mucho una vez. Transmitiendo un partido de España en Belfast con Irlanda, no sé qué habría dicho yo que le sentó mal, pero fatal. Entonces estuvimos bastante tiempo sin hablarnos, pero luego se arregló y punto”.

Él era la referencia. Para el gran público muchas cosas sencillamente no pasaban si él no las veía. No había después un Twitter para ver si el uno se había agarrado no sé qué partes en el palco, o la otra había dicho que le gustaba la fruta. José Ángel podía acceder a muchas cosas que hoy son ciencia ficción. Hasta con seleccionadores con la personalidad de Javi Clemente. “Me daban el once inicial si lo pedía yo. Pero no lo pedía. ¿Para qué quería tener la alineación si me la iban a dar cinco minutos después? No había esa necesidad”. Que lo piensas con la mentalidad de ahora y te quieres morir, claro, pero en el fondo tiene toda la razón.

«Alba lo hace muy bien» y la voz de pito de Maldini

“Narré algunos partidos de mujeres. Muy pocos. Dos o así. Me hubiera gustado hacer alguno más”, dice cuando hablamos del Mundial logrado en Sidney. Ahora disfruta cuando escucha a una mujer narrando fútbol de la máxima categoría. “Sí, la he oído varias veces”, dice sobre Alba Oliveros. “Lo hace muy bien, lo que pasa es que los demás tenemos que acostumbrarnos al sonido de una mujer en el fútbol, que es distinto al de un hombre. En algo tan clásico y tan directo, a veces cuesta acostumbrar al oído. El sonido de mujer en un partido de fútbol no era extraño porque no estábamos acostumbrados. No porque sea peor, sino porque es diferente. Yo creo que ella lo está haciendo muy bien porque se nota se trabaja los partidos, que los prepara, pero nos falta a nosotros acostumbrarnos, porque es un sonido que nos era ajeno”.

A lo largo de su carrera también ha visto crecer a los que hoy con estrellas, pero que fueron chavales intentando abrirse camino cuando él era el sonido del fútbol para todos los que lo veíamos desde casa. Por ejemplo Julio Maldonado: “Bueno, yo a Maldini lo conocí porque me mandó una carta a la televisión y me dijo que si podía hacer una entrevista. Que él quería transmitir. Y entonces, en aquella época no había tantos medios, tantas posibilidades, ¿no? Entonces yo quede con él. Fue cuando salió Canal+ y me acuerdo que decía Relaño que Maldini tenía voz de pito. Y bueno, era la televisión que venía. Los que venían nuevos eran esos: Maldini, Carlos Martínez… Pero no quiero elegir mi favorito. Yo dejé de transmitir y punto. Ahora lo hacen otros, con la tecnología nueva que ha enriquecido las retransmisiones. A mí ya no me llega, no puedo entrar en ese terreno y no tengo nada más que decir que que son muy buenos”.

Claro… el 12-1

Cuando empiezo a pensar que De la Casa está cansado y que mejor me voy yendo ya, resulta que se olvida del andador y sube al primer piso de su casa para enseñarme las antorchas olímpicas que llevó. Barcelona 92 fue un punto determinante en su carrera y él siempre dice que disfrutó de las retransmisiones de atletismo casi más que del fútbol. Tiene (que yo viera) dos cofres con un tesoro: fotos y fotos, acreditaciones, reconocimientos a su carrera…

 

Pero, sí, ese 21 de diciembre de 1983 en el Benito Villamarín es un recuerdo que, al menos en la gente, pesa mucho más que los demás. España necesitaba una diferencia de 11 goles contra Malta. Imposible… pero posible.

Sí, vivimos de las rentas de aquello bastante tiempo”, bromea. “Yo tengo muy buenos recuerdos de aquello. Y mucho, mucho cariño. He hecho algún reportaje para el que estuve tratando con los protagonistas y la verdad es que creo una especie de vínculo con los jugadores que participaron en aquella hazaña. Y yo me siendo muy orgulloso de pertenecer a ella y de gozar de su amistad. Hemos pasado y repasado por todo, y varias veces. Creo que no queda nada por contar de aquel partido. Este año, que se cumplen 40 sí que tiene un toque especial”, dice él, que narró casi con incredulidad un partido en el que hasta avanzada la segunda parte parecía imposible que España lo lograse.

“No fue un milagro. Fue la consecuencia de un partido que se planteó de una manera, y que dio muy buen resultado. Al comenzar la segunda parte Rincón marcó cuatro goles seguidos y ellos empezaron a creer que se podía. Pero nadie apostaba por ello. Cuando marcaron el séptimo o el octavo, empezaron a creer… y los pasaron por encima“.

El último gol, el de Señor, es inolvidable. El número 12. ¿Qué te dice, Señor? “No, nada. Hablamos.., no hablamos del gol, hablamos nada, cosas. Pero él también está muy orgulloso de haber participado en eso. Bueno, realidad lo que nos dio aquello fue un reconocimiento que no es que lo necesitáramos, pero que le vino muy bien al fútbol español. Creo que tengo una reunión con todos ellos el día que se cumplen los 40 años. Un acto en Sevilla. De esos jugadores mantengo mucha relación, sobre todo con Señor porque luego hemos hecho muchos reportajes y apariciones. El año pasado vino a mi cumpleaños, a una comida en Madrid”.

Que tuviera un estilo fino y sobrio no implica que no diera su opinión y, con ella, si hacía falta, algún palito. Eso nunca se olvida: ¿era el mejor de aquella selección Rincón? “No. Que va. Era el más intenso, eso sí. Es tan difícil decir quién era el mejor. No sé. Yo creo que en este caso no hay uno que fuera el mejor. Fue el conjunto”.

Una frase sigue en mi cabeza cuando estoy saliendo de su casa: “El periodista se ha acabado”. Todos recordamos a José Ángel de la Casa por el día que más se emocionó delante de un micrófono, pero en poco más de una hora hemos repasado la historia del deporte mundial sólo con sus fotos y acreditaciones. Con sus recuerdos. Me despido: nos vemos en Sevilla para el aniversario. “Ahí seguiremos”.

Sergio Fernández

Sergio
Fernández
es
jefe
de
Investigación
en
Relevo.
Licenciado
en
Periodismo
por
la
Universidad
CEU
San
Pablo,
creció
en
Onda
Madrid
y
trabajó
para
varias
revistas
antes
de
pasar
a



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Rohit Palit

Periodista deportivo y graduado en Ciencias de la Comunicación de Madrid. Cinco años de experiencia cubriendo fútbol tanto a nivel internacional como local. Más de tres años escribiendo sobre la NFL. Escritor en marcahora.xyz desde 2023.

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