Cuando buscar una cabeza de turco en Baskonia es más fácil que reconocer el error – Relevo

No era el día. Y lo digo en general. No era el día ni de destituciones ni de ganar. Este viernes era el día de Josean Querejeta. El día que cumplió 35 años al frente de un Baskonia al que hizo crecer y al que situó (y ha mantenido) entre los grandes a nivel continental. El día que, con la tormenta en Vitoria, Joan Peñarroya se plantó con ocho jugadores para jugar ante el Panathinaikos en Euroliga. Y lo hizo con mucho de eso que, precisamente, Quereja siempre ha abanderado como lema de su entidad: ‘carácter Baskonia’. Pese a todo. Y a pesar de todos.

A Baskonia no le están yendo las cosas bien. De hecho, ya son cuatro las derrotas consecutivas que acumula el conjunto azulgrana tras la cosechada en el OAKA. Sin embargo, hay veces que uno se queda con los árboles y no ve el bosque. Aunque en este caso eso le ocurra a la cúpula y no a la gente de a pie. Porque es más fácil buscar una cabeza de turco que reconocer el error propio; que ver las lagunas de una planificación que no ha salido bien. Faltan refuerzos. Pero, además, falta paciencia. Y dejar trabajar. Porque si algo ha demostrado Peñarroya es que es capaz de hacer y construir. Pero no se puede empezar la casa por el tejado. Ni tampoco sin vigas o pilares que sostengan la estructura.

Ante el Panathinaikos, Baskonia se reencontró con alguna que otra cara conocida. Como la de Luca Vildoza, con quien aún tienen un litigio abierto. Pero, sobre todo, se reencontró consigo mismo. Porque la lección de aguante y carácter que dio el equipo y su técnico fue soberbia. Primero, porque sólo había ocho jugadores disponibles ya que Chima Moneke, que había viajado, fue baja de última hora por lesión. Después, porque Costello se cargó de faltas demasiado pronto y acabó eliminado. Luego, porque Tadas Sedekerskis acabó tocado, pero no le quedó más remedio que salir en el último cuarto ante la falta de jugadores. Y por último, porque Nicolo Mannion también acabó lesionado y se perdió los últimos minutos. Es decir, que al final Baskonia se quedó con sólo cinco jugadores disponibles y llegó hasta donde le llegaron las fuerzas. Ya lo dicen por ahí: ‘a perro flaco, todo son pulgas’ y en Vitoria cada vez la plaga es mayor.

Cuando acabó el partido, la cuenta oficial puso un tuit con un escueto “Final en el OAKA” junto al hashtag tradicional del equipo y una imagen de Markus Howard con el resultado 95-81. Pero los aficionados no dudaron en responder. “Orgulloso del equipo por el esfuerzo. Cabeza alta. No es suficiente, pero siempre necesario”. “Honor a este equipo y el cuerpo técnico”. “Mucho valor y coraje le han echado los jugadores y el cuerpo técnico con la que está cayendo…” “Honor a los chavales que han estado hoy dando la cara y a Joan por aguantar esto… Directiva a dar la cara”.

Estas eran algunas de las respuestas al tuit. Y un claro ejemplo de que en Vitoria entienden que la situación actual no es culpa del técnico, al que aunque respaldan los jugadores, al parecer, tiene los días contados -incluso antes de que empezara la temporada-, aunque ayer no fuese día de destituciones (y aunque, quizá, no pueda decirse lo mismo del domingo, tras el partido ante Andorra o del lunes). Sino de los de arriba. De esos que dejaron escapar el talento y no supieron reemplazarlo. De quienes aún no han hecho que un base puro llegue para acompañar a Markus Howard y lidere la dirección del equipo.

“Felicidades a mis jugadores, a mi staff, al doctor… Porque teníamos problemas antes del partido y hemos competido bien ante un gran equipo. (…) Al final no nos quedó energía”, reconoció Peñarroya tras la derrota. Y esas palabras, desde luego, que fueron compartidas por la afición. Las felicidades al final fueron para los guerreros y no para un Querejeta que, con Dusko Ivanovic a la vuelta de la esquina, realmente era el que estaba de celebración. Porque 35 años son bastante tiempo. Y sí, fue su día, pero no el de Baskonia. Y lleva sin serlo ya demasiado tiempo.