El socio del Atleti que acabó en el Real Madrid: «En el Castilla iban de Gucci, con coches de alta gama y yo, con el de … – Relevo

Imagina ser socio del Atlético de Madrid, que te quiera el Barça y acabar en el Real Madrid. No es el guion de las siempre impredecibles películas de Christopher Nolan, sino la historia de Adrián Mancebo (Madrid, 1996). Formado en la cantera del Getafe, una sobresaliente temporada en el San Sebastián de los Reyes, “un equipo humilde y de barrio”, le sirvió para despertar el interés de varios filiales: “Mi agente se reunió conmigo y me dijo ‘tienes al Barça y al Madrid, puedes firmar con cualquiera’. También preguntó el Villarreal, el Valencia y algún equipo de Italia. Soy del vecino (Atlético de Madrid), pero firmo con el Real Madrid por cercanía, para estar cerca de mi familia y amigos”.

Con 21 años, la vida de Mancebo cambió cuando fichó por el Real Madrid Castilla. “Yo venía de un equipo muy humilde y te encuentras a gente que va vestida de Gucci, que tiene unos pantalones vaqueros que valen muchísimo dinero, todos o la gran mayoría con coches de alta gama y yo iba con el coche que me dio mi abuelo. Entonces es un poco salirte de la realidad”, recuerda en una charla con Relevo.

En una generación liderada por Álvaro Fidalgo, Jaime Seoane o Cristo González, el futbolista del Zamora considera que tuvo suerte, aunque “en el Real Madrid siempre hay egos”. Su adaptación no fue sencilla: llegó lesionado (“me rompí el menisco en el último partido de liga con el Sanse”, explica), no se recuperó al cien por cien y, pese a empezar la pretemporada entonado, perdió protagonismo, llegando incluso a quedarse fuera de las convocatorias de Solari, su técnico en aquel momento: “Jugué con dolores y con unas molestias enormes. El equipo no estaba en buena dinámica, porque a los filiales siempre les cuesta empezar, y Solari perdió la confianza en mí”.

Cuando llegó a La Fábrica, Mancebo firmó un contrato de dos temporadas. Tan sólo cumplió una de ellas, la 17/18: “El primero que fallé fui yo, hay que ser realista. Me dieron una oportunidad de oro. Me costó muchísimo encontrar mi juego. Nunca tuve la confianza en mí. Nunca supe ver que estaba ahí. Quiero decir, nunca me hice a la realidad de estar en el Castilla. Yo me lo gané, pero por otro lado pensaba que me lo habían regalado, y ese creo que fue mi mayor error. También el hecho de estar constantemente pensando que podía estar fallando a la confianza de quien creyó en mí. Nunca llegué a estar cómodo a nivel mental”.

Sobre su salida del Real Madrid, además, añade: “Estaba deseando irme. No me encuentro cómodo en ese tipo de climas. El fútbol es mi pasión, pero cada día me siento menos identificado con el fútbol moderno, que es todo dinero, un negocio. Cada vez se habla menos de lo que pasa en el verde y se habla más de lo que pasa en los despachos o con los árbitros. Siento vergüenza. Ese clima que se vivía en el Castilla, en este caso de grandeza, no me hacía sentir cómodo. Cuando el Madrid me traslada que no cuenta conmigo y rescindimos el contrato siento alivio, porque no quería seguir. No era feliz, me intenté convencer de que no todo el mundo iba feliz a trabajar”.

La historia de Mancebo en La Fábrica fue atípica de principio a fin. No es común que el Castilla se refuerce con jugadores de la propia Comunidad de Madrid o que un futbolista esté deseando marcharse de Valdebebas: “Va un poco en cómo sea la persona. Hay gente a quien el dinero la envuelve y sólo es feliz mirando la cuenta. A mí me envuelven mis amigos y mi familia, mi gente. Fue el año en el que más dinero he ganado, pero también quizás uno de los más duros y difíciles a nivel personal. A quien quiera jugar en el Real Madrid lo primero que le diría es que se cambie de nacionalidad, porque seguramente esté mejor visto, y lo segundo que le diría, aunque suene a tópico, es que luche, que trabaje y que disfrute el día a día”.

“Hay veces que te puedes llegar a sentir en soledad estando rodeado de 25 personas”, resume. Después del Castilla, el extremo probó suerte en numerosos equipos del fútbol modesto: Cultural Leonesa, Celta B, DUX Internacional de Madrid, Numancia y, por último, Zamora, donde sigue disfrutando de un futbol “mucho más de verdad, el auténtico”.

Mancebo volvió a estar en el foco mediático la semana pasada con el partido de Copa entre el Zamora y el Villarreal: “Fue un día muy intenso. Ibas por la calle y te encontrabas a vecinos animándote y diciéndote ‘vamos, vamos’. Una ilusión enorme, la verdad. La gente estuvo súper conectada al equipo y al partido. Creo que todo esto puede ayudar a la gente a venir los fines de semana a ver los partidos del Zamora. Hay un vestuario humano tremendo”.

Seis años después, el socio del Atlético al que quiso el Barça y acabó en el Madrid disfruta de las pequeñas cosas en Segunda Federación: “Han pasado muchos años. Antes cuando entrenaba mal un día o no era titular me lo llevaba a casa y tenía el runrún. Ahora cuando salgo por la puerta del estadio no me llevo el trabajo a casa, disfruto cuando salgo a tomar algo o a dar un paseo”. Es feliz con poco, y lo refleja durante toda la charla.

Natural
de
Vitoria-Gasteiz,
June
Lavín
estudió
periodismo
en
la
Universidad
Europea
del
Atlántico
de
Santander
para
luego
mudarse
a
Madrid,
donde
cursó
el
máster
en
periodismo
deportivo
de
la
Universidad

Villanueva.
Sus
primeros
pasos
en
la
profesión
los
dio
de
la
mano
de
Editorial
Puskas
y
en
A
La
Contra
para
dar
el
salto
a
Relevo,
donde
cubre
el
día
a
día
y
desarrolla
información
y
reportajes
sobre
el
Real
Madrid
y
las
categorías
inferiores
del
fútbol
español.


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