Celebridad

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Tras un breve intercambio por mail con su viejo profesor de la facultad, en el que ella le consultaba por algo de su tesis, Paula supo que tenía una última chance de llamar su atención. “Vos sos todo, Lamarque”, escribió y se sonrió. ¿Quién podía resistirse a una declaración así? Ya no tenía 23, como cuando se sentaba en primera fila de sus teóricos. El tiempo –que, ella aseguraba, siempre es más tirano con las mujeres– ahora estaba a su favor. Puso “enviar”.

La respuesta del profesor llegó enseguida. Moderada pero simpática. Así que ella se las ingenió para hacer crecer la conversación. Se sentía excitada de intercambiar correos con él, de ya no ser aquella nena que anotaba todo lo que él decía. “Este diálogo me produce el efecto inverso”, le dijo él. “En vez del señor mayor que soy, me vuelvo un jovencito que mira el mail con ansiedad”. 

Supo que la fantasía no podía extenderse mucho más. La idea de verlo le daba pavor: él tenía su mujer, su hija; ella también tenía una nena. Pero la palabrita ya había empezado a aletear. Deseo. “Qué poderoso es el deseo del otro”, seguro habría dicho Susana, su analista.

Era un atardecer de primavera. Se puso jean, musculosa, aros grandes, pelo suelto. Cuando llegó al bar de la librería, vio a Lamarque leyendo, marcaba algo con un lápiz.

–¿Qué te hacés el concentrado? –le dijo ella.

–Boluda –rio y se paró a saludarla.

Había olvidado que era tan petiso. Le miró la piel bronceada –seguro por sus clases de tenis, pensó–, el pelo blanco, el arito. La conversación no fue tan deslumbrante. Él parecía esforzado en demostrar cuánto había viajado, leído. Estaban en medio de una polémica cuando ella atisbó algo: estaba discutiendo con el mismísimo Lamarque. Sintió un deseo punzante.

–Vivo acá cerca –dijo.

Él sonrió.

Subieron a su departamento. Ella prendió una vela, trajo una cerveza, dos vasos, se puso a elegir música. 

Él se acercó y le dio un beso largo, suave. Se miraron.

–Tenés ojos de tano.

Él rio.

–Es un elogio –dijo ella, y volvió a besarlo. Olía a cigarrillo, pero no le molestaba. Lo besó en la boca, el cuello, subió a su oreja. Estaba hurgando con su lengua cuando sintió un piiii. Él se apartó un poco. Se sacó un audífono, después el otro. Los puso sobre la mesa. La gata de ella se puso a juguetear con los pequeños aparatos. Él los guardó en su billetera.

Ella le agarró las manos para que le recorriera el cuerpo. Lo hizo detenerse en su cintura, en sus caderas. Le gustaba reconocer sus huesos a través de las manos de él. Lo tocó en la entrepierna. Notó que él se estremecía. Le mordisqueó el aro. Le metió, ahora sí, la lengua en la oreja. Él corrió su remera y su corpiño, le chupó una teta. Ella recordó que su mujer tenía unas mucho más grandes, las había visto en una foto, pero hoy se sentía satisfecha con las suyas, pequeñas, de pezones pálidos. La excitaba esa cabeza blanca rodeándole la teta.

–Me volvés loco.

El deseo del otro, sí, tan poderoso. Él la hizo sentarse sobre la mesa. Ella corrió los vasos, la botella de cerveza sin abrir, se reclinó hacia atrás. Él la penetró.

–Me volvés loco.

–Me encanta volverte loco.

Ella miró en el espejo al otro lado. Él de espaldas, ella rodeándolo con las piernas. Sí, estaba cogiendo con Lamarque.

Ya en la cama, él acabó sobre ella; embadurnó sus dedos en el líquido espeso y se lo desparramó sobre la cintura y el culo. Ella le agarró la mano, se la puso entre sus piernas. Él la frotó, un poco torpe, pero ella igual acabó. Se quedaron desnudos mirando el techo. Él se paró de pronto. Mientras pedía un Uber, dijo que había que ponerle un nombre a ese hueco “delicioso” que formaba la clavícula de ella. “Ignacio”, propuso. Ella le dijo que sí, se vistió y lo acompañó a planta baja.

Lo miró fumar en silencio hasta que llegó el auto.

Cecilia Alemano es comunicadora por la UBA y periodista. Es colaboradora de OHLALÁ! desde 2009. Además, sus artículos aparecieron en Gente, Noticias, Rolling Stone, Brando, La Mano y Las 12, entre otros medios. Fue docente en las carreras de Periodismo en TEA y Eter. Como escritora, recibió numerosos premios, entre ellos, el Mujica Lainez en 2022. En 2023 recibió una beca del Fondo Nacional de las Artes para publicar su primer libro de cuentos, Un mundo hermoso (Trapezoide Ediciones), que va por su segunda edición. También coordina talleres de escritura creativa. IG: @cecialemano



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Antea Morbioli

Hola soy Antea Morbioli Periodista con 2 años de experiencia en diferentes medios. Ha cubierto noticias de entretenimiento, películas, programas de televisión, celebridades, deportes, así como todo tipo de eventos culturales para MarcaHora.xyz desde 2023.

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