NBA

Las mejores canastas de la historia de la NBA – Relevo



En un partido de la NBA las canastas abundan. Al fin y al cabo se trata de 48 minutos de juego en los que, como máximo, se ha de producir un tiro cada 24 segundos. Por ello, es imposible que todas ellas sean memorables: la gran mayoría de canastas que se producen en un partido son rutinarias. Incluso aunque tengan un gran mérito técnico, se ha perdido el sentido de la maravilla. Por poner un ejemplo, ver a Stephen Curry anotar un triple desde 11 metros de distancia se han convertido en algo habitual. En muchas ocasiones, incluso sus compañeros dan el lanzamiento por anotado nada más salir de sus manos. Se trata de una acción increíble si se reflexiona sobre ella un segundo, pero que a ojos de los aficionados se ha normalizado.

Para determinar las mejores canastas de la historia de la NBA el sentido estético ya no es suficiente, aunque sea importante. El contexto, esto es el cuándo o el contra quién, se convierte igualmente de determinante. Al fin y al cabo, no es lo mismo una suspensión a cinco metros de la canasta para anotar el 17-19 que para ganar el partido… o el campeonato en tu teórica despedida del baloncesto profesional.

El baby hook de Magic Johnson contra los Celtics

Kareem Abdul-Jabbar es uno de los mejores baloncestistas de la historia. De hecho, se trata del jugador que ha ganado el trofeo MVP en más ocasiones, con un total de seis galardones. En su prime, era la viva definición de pívot dominante. De los que acumulan puntos y rebotes en su hoja estadística casi por rutina. Pero, además, en ataque se trataba de un jugador tremendamente elegante. Una finura resumida en un movimiento letal: el skyhook. Un lanzamiento en gancho ejecutado por encima de la cabeza que resultaba imposible de defender para los rivales. También de imitar, por la complejidad técnica requerida para ello.

La copia más exacta del gancho del cielo de Abdul-Jabbar no la logró ningún pívot de la liga. Fue obra de un base, aunque sin duda no de uno al uso ni mucho menos. Magic Johnson era fundamentalmente un playmaker, aunque medía 2,06 metros de altura. Por ello, se podía emparejar con jugadores interiores si era necesario. De hecho, en las Finales de 1980, debido a la ausencia por lesión de Kareem, disputó varios minutos al cinco con buen resultado. No obstante, no fue entonces cuando ejecutó el movimiento estrella de su compañero.

Sucedió en el cuarto partido de las Finales de 1987. Los Lakers mandaban en la eliminatoria por 2-1 y un triunfo en Boston suponía, prácticamente, un paso de gigante hacia el anillo. En los segundos finales, los locales mandaban por 106-105 en el marcador, aunque la última posesión era para los angelinos. Magic, ya estrella absoluta del equipo, recibió el balón, presto a jugarse el último lanzamiento. El dorsal 32 decide penetrar y, ante la defensa de Robert Parish y Kevin McHale, ejecuta lo que el propio Abdul-Jabbar bautizó como el baby hook. Una canasta para robar un triunfo fuera de casa que resultó clave en la victoria final de los de California (4-2).

El día que Larry Bird decidió ser zurdo

Larry Bird no era el más alto, el más fuerte o el más rápido. Sin embargo, era el mejor. Bueno, mejor dicho, uno de los dos mejores jugadores de su era, dejándolo abierto a la subjetividad propia de estos debates. El jugador franquicia de los Boston Celtics acumuló tres trofeos de MVP consecutivos de 1984 a 1986. Un trienio de dominio absoluto, durante el que jugó uno de sus partidos más memorables. El 14 de febrero de 1986, el Pájaro decidió unilateralmente jugar un partido con su mano izquierda.

Lo había avisado la noche antes, después de endosar un triple-doble (31 puntos, 15 rebotes y 11 asistencias) a los Seattle Supersonics. Claro que nadie le tomó en serio. Sin embargo, el 33 era uno de los pocos jugadores a los que su juego podía respaldar los cheques que firmaba con su boca, cumplió su promesa. El día de San Valentín, en casa de los Portland Trail Blazers, el Larry Bird lanzó la mayoría de sus lanzamientos con su mano débil. En total, la superestrella de los Celtics logró un triple-doble monstruoso con su mano izquierda: 47 puntos, 14 rebotes y 11 asistencias. Su equipo, además, se impuso en la prórroga por 119-120. Cuando le preguntaron por qué había hecho algo así, Bird respondió de la manera más Bird posible, quería guardar su mano buena para el próximo partido. ¿El motivo? Le tocaba visitar a los Lakers.

Shaq destrozó la canasta rival, literalmente

Si hablamos de pívots dominantes, es necesario nombrar en la lista a Shaquille O’Neal. Quizá, la mayor fuerza de la naturaleza que ha pisado una cancha de la NBA. El center formado en la Universidad de Louisiana es la mayor combinación de fuerza y atletismo que se ha visto jamás. Un poder devastador que se hizo notable especialmente en sus primeros años en la liga. Shaq fue la elección número 1 del draft de 1992 y en seguida se hizo notar. De hecho, todavía en su temporada rookie, dejó una de las imágenes más icónicas de su trayectoria profesional.

El 23 de abril de 1993, los Magic visitaban la cancha de los por entonces New Jersey Nets. En un momento del partido, O’Neal recibió en el poste bajó y, con determinación, se marchó hacia la canasta rival. Tres defensores salieron a su paso, pero le dio igual. Con una violencia desmedida, el pívot de Orlando se colgó del aro, partiendo el la canasta en dos. Aquella fue la más icónica, aunque no la única vez que Shaq destrozó una canasta de manera literal. De hecho, anteriormente, el pívot había roto el sistema hidráulico de otra estrutura al machacar en un partido contra los Suns. Durante sus años de universidad, Twister O’Neal rompió además varios tableros en partidos y entrenamientos.

El last shot de Michael Jordan

Para una gran mayoría, Michael Jordan es el mejor jugador de baloncesto de la historia. Lo es, sobre todo, por su capacidad competitiva sobre humana. En total, seis anillos de campeón y cinco trofeos de MVP adornan, entre otros muchos galardones individuales y colectivos, sus vitrinas. Además de una historia de película, que ha sido fuente de mitos y leyendas alrededor de su figura. En 1998, el escolta afrontaba la que, sobre el papel, iba a ser su última temporada como jugador profesional. Pese al éxito deportivo que acumulaba su equipo, los Chicago Bulls habían sido campeones en 1996 y 1997, con algunos de los mejores registros en victorias de la historia de la competición, el proyecto se encontraba en desbandada.

No obstante, el conjunto entrenado por Phil Jackson llegó a las Finales, donde les esperaban de nuevo los Utah Jazz. Se trataba de un enfrentamiento de gran rivalidad, calentado por la ruidosa afición de Salt Lake City. En el sexto partido, la serie viajó al Delta Center con los Bulls 3-2 por delante en la eliminatoria. A 18,9 segundos para el final del encuentro, los Jazz mandaban en el marcador por 86-85. El balón le llegó a la estrella local, Karl Malone, en el poste bajo, quien no vio que Jordan acechaba a su espalda. El 23 robó el balón y se dirigió a jugarse la última posesión. En una de las canastas más repetidas de la historia, Air dribló a Byron Russel y lanzó una suspensión que entró dentro. El efecto Mandela hace que mucha gente crea que aquella canasta entró sobre la bocina, aunque no es cierto. Utah tuvo una última posesión de 5,2 segundos, en la intentó un triple de John Stockton que se marchó fuera tras tocar el aro. Los Bulls se proclamaron campeones de la NBA por sexta vez en su historia, todas ellas con Jordan como principal estrella.

El tiro fue nombrado The last shot (el último tiro), por ser sobre el papel la despedida de Michael Jordan de la NBA. Aunque lo cierto es que His Airness volvería dos años más tarde, en esta ocasión para defender la camiseta de los Washington Wizards. El nombre también es un guiño al que inicialmente se llamó The shot (el tiro), una canasta ganadora del mismo Jordan conseguida el 7 de mayo de 1989 contra los Cleveland Cavaliers en un partido de primera ronda. Aunque a priori pueda parecer insignificante, se considera que aquel lanzamiento fue el inicio de lo que después sería una de las dinastías más dominadoras en la historia de la NBA.

La imagen icónica de Wade y LeBron

Aquellos que se atreven a cuestionar la superioridad de Jordan sobre el resto de jugadores de la NBA, suelen poner sobre la mesa el nombre de LeBron James. Argumentos, como ser el máximo anotador histórico de la competición, desde luego no les faltan. A diferencia de His Airness, LeBron ha construido su legado en varios equipos diferentes. Aunque, para comenzar a ganar, primero tuvo que dejar su Ohio natal para montar un superequipo en Miami. En cuatro años con los Heat, el Rey James consiguió dos anillos de campeón y disputó dos Finales más. En definitiva, se convirtieron en el gran rival a batir de la competición.

La imagen más icónica de aquel reinado ocurrió en un día cualquiera de temporada regular. Concretamente, el 6 de diciembre de 2010, en una visita de los Heat a los Milwaukee Bucks. El partido estaba todavía en sus instantes iniciales, cuando Dywane Wade robó el balón y se lanzó presto al contraataque. Por el rabillo del ojo vio que LeBron le acompañaba, así que dio un pase picado hacia atrás para encontrar a su compañero. James realizó un mate de concurso, mientras, sin mirar, Wade celebraba con los brazos abiertos. La foto ha sido replicada hasta la saciedad y encapsula a la perfección todo lo que fueron aquellos Heat. Un conjunto capaz de robar el balón y destrozar el aro rival en un lapso de tres segundos. Aquel mate icónico, que algunos creen erróneamente que fue producto de un alley-hoop, en realidad sirvió para poner el 8-2 en el marcador. Sin embargo, permanece en la memoria junto a algunas de las mejores canastas conseguidas siempre.

Stepehen Curry hace que su entrenador se lleve las manos a la cabeza

Probablemente, la importancia histórica de Stephen Curry se pondere mejor a partir del día que decida colgar las botas. Mientras tanto, afirmar que Curry es el mejor tirador de la historia no es objeto de polémica alguna, porque hasta que él irrumpió en la NBA, el lanzamiento de triples era otra cosa muy distinta. Si bien el base de los Warriors es mucho más que un triplista, nadie ha demostrado un rango de lanzamiento tan eficaz como el suyo. Capaz de convertir los triples imposibles a nueve metros de la canasta en parte de su rutina.

De todas las acciones que podrían engrosar esta lista, hay una que le define a la perfección. Curry es imprevisible, hasta para su propio entrenador. El 8 de marzo de 2015, en un partido en casa contra los Clippers, las cámaras captaron la incredulidad del propio Steve Kerr ante las capacidades de su pupilo. Sucedió en el tercer cuarto, con 62-52 en el marcador a favor de los locales. Curry recibió el balón y aprovechó una pantalla de Andrew Bogut para pasar entre dos rivales. Rápidamente, otros dos saltaron a su paso, mientras el 30 de los Warriors les despistaba con su bote. Finalmente, entre cuatro contrarios, dio un paso hacia detrás para colocarse tras la línea de tres puntos. Un lanzamiento desequilibrado que, por supuesto, entró limpio. En la repetición la realización mostró como el propio Kerr estaba con gesto de enfado ante lo que consideraba una mala selección de tiro… hasta que el balón besó la red. Entonces, solo pudo llevarse las manos a la cabeza en señal de asombro.

Javier Mercadal

Javier
Mercadal,
natural
de
Zaragoza,
se
licenció
en
Periodismo
por
la
Universidad
San
Jorge.
Dio
sus
primeros
pasos
en
el
Heraldo
de
Aragón
cubriendo
la
información
del
Real
Zaragoza
y



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Rohit Palit

Periodista deportivo y graduado en Ciencias de la Comunicación de Madrid. Cinco años de experiencia cubriendo fútbol tanto a nivel internacional como local. Más de tres años escribiendo sobre la NFL. Escritor en marcahora.xyz desde 2023.

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