Monstruoso Embiid – AS

Joel Embiid siempre ha causado sensaciones contradictorias, pero tendentes a lo negativo. Su figura ha sido siempre muy cuestionada, especialmente por el bajón que suele representar siempre en playoffs, particularmente en los partidos más importantes. Un pívot extraordinario, con un dominio inequívoco que produce una cantidad ingente de estadística y aporta en los dos lados de la pista. Pero también un jugador mentalmente débil, con tendencia a las lesiones y a desaparecer del mapa cuando más se le necesita, cuando las reclamas se multiplican y sus ausencias se hacen notorias, a la par que dolorosas. Con 29 años (cumplirá 30 el próximo 16 de marzo), va camino a la veteranía, pero la experiencia, al menos de momento, no le ha convertido en alguien realmente decisivo en el momento de la verdad. Eso sí, es una máquina de anotar puntos y atrapar rebotes. Y también de sacar faltas personales y acudir a la línea de tiros libres, un argumento muy utilizado por sus detractores y un arma que se minimiza en la fase final, donde las defensas son más duras y la permisividad es menor.

Eso sí, es una bestia en regular season que si consigue trasladar su dominio a los playoffs puede ser histórico. Hasta que ese momento llegue, habrá que esperar, pero sus proezas a estas alturas de cada temporada son de sobra conocidas y le llevaron hace unos meses al MVP, trofeo que aspira a repetir este curso, siendo ahora mismo el principal favorito para su conquista. Ante los Rockets, la victoria holgada de los Sixers significó el partido número 17 del pívot por encima de los 30 puntos de forma consecutiva, algo que le coloca en la sexta mejor racha de siempre. De las cinco primeras, la mejor es la de Wilt Chamberlain, que llegó a los 65, algo que parece imposible de igualar. El hombre de todos los récords ocupa también el tercer (25), cuarto (23) y quinto (20) mejor registro. El segundo es de James Harden, que se fue a 32 en la 2018-19. Ya veremos hasta dónde llega Embiid, muy dado a este tipo de topes que llevan su nombre. Pero que, claro, luego no redondea con la victoria final. Que es, al final, lo que más importa.

Los Sixers se impusieron a los Rockets (124-115) en un duelo que ya tenían dominado al final del primer periodo (33-19) y más todavía al descanso (66-47). La ventaja, que llegó a ser de 28 puntos, fue maquillada en el último periodo por los texanos, que no pudieron con el dominio del camerunés (nacionalizado estadounidense), que ya llevaba 26 puntos en los primeros 24 minutos y había lanzado dos tiros libres más (11, para 11 aciertos), que todos sus rivales de forma combinada (9), otro clásico en el juego que genera muchas protestas en los rivales y más de una crítica del público. Alperen Sengun (19 puntos, 9 rebotes y 6 asistencias) no fue rival en el mano a mano con su homólogo, para el que tampoco funcionaron las ayudas constantes planeadas por Ime Udoka. Un pequeño paso atrás de los Rockets, metidos de lleno en la lucha por el play in de la Conferencia Oeste en una temporada que, pase lo que pase, ya es muy positiva para ellos por la resurrección de un proyecto al que se creía muerto y que ha salido del pozo de la NBA tras algunos años de sonados despropósitos.

Embiid se fue a 41 puntos, 10 rebotes y 3 asistencias. Llevaba 5 faltas a inicios del tercer cuarto, pero Nick Nurse supo rentabilizar bien sus minutos a partir de entonces y sus rivales fueron incapaces de buscarle para expulsarle con la sexta. Con esta cifra, el pívot supera la cifra de la cuarentena por quinta vez esta temporada, en la que ha sumado además dos encuentros por encima de los 50. Promedia cerca de 35 tantos por noche, líder de la NBA en un apartado en el que ha sido el mejor las dos últimas campañas, otra distinción que aspira a repetir y en la que saldrá vencedor si no hay lesiones ni sorpresas. Con eurostep, posteos constantes, lanzamientos de media distancia y carreras de fuera adentro, el jugador sumó con facilidad e hizo imposibles las defensas de los Rockets. Consiguió un 12 de 21 en tiros de campo, con 1 de 5 en triples y… 16 de 17 en tiros libres (lanza casi 12 por noche este curso). Otra variable de los pensamientos negativos que a veces genera, pero que no quita que sea diferencial y clave para estos Sixers. Y también, claro, el último vestigio de ese Proceso que da sus últimos coletazos y lo ha apostado todo a su jugador franquicia.

El partido no tuvo mucho más. En los Rockets (que sumaron 13 pérdidas), además de Sengun, estuvo bien Dillon Brooks (18 puntos, con 7 de 9 en tiros de campo y 2 de 3 en triples), Jabari Smith (13 tantos) y el dúo formado por Amen Thompson y Cam Whitmore, que aportaron 14 cada uno desde el banquillo. Para los Sixers destacaron, más allá de un Embiid intratable, los 27 puntos de Tyrese Maxey, los 10 de Tobias Harris y los 11 de Patrick Beverley, muy activo y que aportó también 5 rechaces y 6 pases a canasta. Números que apoyaron y completaron la actuación del epicentro de Nick Nurse, un buen entrenador, campeón en 2019 con los Raptors, que intenta hacer las cosas lo más sencillas posibles y mantener a su equipo en los cuatro primeros puestos del Este para tener ventaja de campo en primera ronda. El objetivo es el anillo para una entidad que no pisa las finales de Conferencia desde 2001, con Allen Iverson de mesías. Embiid nunca ha llegado a dicha ronda, una losa que daña su reputación. Ahora, solo falta por ver si esto es sólo un mero espejismo o si por fin veremos a la estrella de regular season serlo también en el momento clave de la temporada. Imaginen que jugara así también en playoffs. No, en serio: tiren de imaginación. Que soñar, incluso despiertos, es gratis. Y fácil. Lo difícil es convertir los sueños en otra cosa. En realidad.

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