Bruno Guimaraes no esperará al Barça. Quiere dejar el Newcastle cuanto antes mejor, porque se siente decepcionado por la falta de competitividad del proyecto deportivo. Y, su club, que declaró unas pérdidas de 73,4 millones de libras en la última temporada (alcanzan los 150 millones en dos cursos), está obligado a vender, como ha reconocido su director ejecutivo Darren Eales. Las posibles sanciones al Everton (sería la segunda en esta campaña) y al Nottingham Forest han encendido las alarmas en St James’ Park.
En Brasil, apuntan que Luis Enrique ha pedido la incorporación del mediocentro. Y el PSG se ha puesto manos a la obra. Su representante, Giuliano Bertolucci, está en París desde hace más de una semana intentando desatar el nudo creado en el fichaje de Gabriel Moscardo, el pivote de 18 años del Corinthians(que tanto gusta a Deco) a quien, en la revisión médica, le han encontrado una lesión en el tobillo izquierdo y tendrá que operarse y estar durante tres meses sin jugar.
Si se ponen de acuerdo ambos clubes (el Newcastle controlado por un fondo soberano de Arabia Saudita y el PSG por otro de Qatar), Guimaraes, de 26 años, será el fichaje estrella del mercado invernal de los parisinos, un refuerzo de lujo para el asalto a la Champions League. Su cláusula de rescisión es de 100 millones de libras, sin vías de escape, como se acordó en su reciente renovación (en realidad fue una mejora de contrato) hasta 2028.
Aunque Guimaraes no se vaya a París en esta ventana de contrataciones, su posible incorporación al Barça en el próximo verano se antoja, en la realidad económica y financiera actual, como casi imposible. Para empezar, el ex del Olympique de Lyon tiene una ficha inalcanzable: está cobrando 9,87 millones de euros limpios por temporada.
¿El Barcelona se puede plantear a seis meses vista una operación con un traspaso que rondará los 100 millones de euros viendo que el PSG entrará a por todas y después tener margen de masa salarial para poder inscribirlo?
Dadas las condiciones actuales del Newcastle que debe cuadrar su balance, no se puede contar con el recurso de baratear el fichaje colocando futbolistas como monedas de cambio. Y este escenario es una noticia pésima para el Barcelona, porque ha volado por los aires uno de los destinos más factibles para desprenderse de Raphinha, que, en su segundo año en blaugrana, está decepcionando, incapaz de dar un paso hacia delante en su rendimiento.
A Deco, y al Barça, por tanto, paralelamente a poder inscribir a un ‘Davids’ cedido este mes, le toca buscar un mediocentro para el verano, que implique una inversión consonante con la realidad que atraviesa el club.
