El legado de Ricardo Pascale, que falleció ayer, en la economía y las finanzas en el Uruguay – El País Uruguay

Profuso, multifacético y aportando luces sobre el futuro de Uruguay. Así es recordado Ricardo Pascale, quien falleció ayer a los 81 años de edad, dejando un bagaje de conocimientos a varias generaciones de alumnos y seguidores. Si algo ha caracterizado al expresidente del Banco Central (1985-1990 y 1995-1996) y artista plástico, fue su generosidad para transmitir sus ideas con ánimo de impulsar el desarrollo del país e inspirar a políticos, académicos, empresarios y al mundo del arte para lograrlo.

Al decir del expresidente Julio María Sanguinetti, “la República pierde a uno de sus más eminentes ciudadanos, espíritu superior, profesor emérito, en la plenitud de su condición artística y doctrinaria”.

Otras autoridades y políticos se pronunciaron, como la vicepresidenta de la República Beatriz Argimón, el ministro de Educación y Cultura Pablo Da Silveira, el embajador de Uruguay en Perú Luis Hierro López, el senador frenteamplista Mario Bergara (quien también fuera presidente del Banco Central), el diputado colorado Felipe Schipani, entre otros, de distintos partidos. Si bien Pascale era del Partido Colorado, su actuación en el Banco Central posdictadura trascendió banderas.

La academia y el área económica también expresaron voces conmovidas, destacando los aportes de su vida y obra.

Pascale egresó como contador público de la Universidad de la República en 1966. Luego realizó estudios de posgrado en la Universidad de California, Los Ángeles, Estados Unidos (1975-1976) y en 2007 obtuvo el título de doctor en Sociedad de la Información y del Conocimiento por la Universitat Oberta de Catalunya (2007), donde aprobó su tesis doctoral con la calificación de Sobresaliente Cum Laude.

Pero también fue escritor. En su más reciente libro, “El Uruguay que nos debemos” (de Editorial Planeta, 2023), desarrolla pensamientos (junto a otros economistas y catedráticos) sobre a dónde debería apuntar Uruguay hacia el futuro. También fue profesor (es considerado “el padre de las Finanzas en Uruguay”,) y escultor (algunas de sus obras se pueden apreciar en el Museo de Arte Contemporáneo).

Se decía orgulloso de Uruguay por su democracia, civilidad y respeto a la ley, pero pensaba que “este país tiene una pésima relación con el futuro”, ya que -afirmaba sin tapujos- “no se sabe para dónde se va” y “está centrado en el cortoplacismo”.

Pascale remarcó que el país debería jerarquizar más el rol de la ciencia y la tecnología, porque mientras las economías desarrolladas invierten cuantiosos montos en investigación, Uruguay desembolsa menos del 1% de su Producto Interno Bruto (PIB) en ello.

“¿Vamos a seguir plantando árboles?”, se preguntó al mostrar que la industria que se debería desarrollar más es la del conocimiento, dijo el año pasado en un evento de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE).

“Seguimos tomando a Asia casi como una anécdota o algo lejano, y no lo es. Asia vuelve a ser hegemónica”, solía decir también.

El País conversó con economistas que destacaron a Pascale por ser excelente persona, de gran valor intelectual, optimista y desafiante en el pensamiento.

Sobre sus aportes en el área financiera, Enrique Iglesias, expresidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), afirmó: “los libros de mi amigo Pascale son verdaderas joyas. Su riqueza es extraordinaria, fue un ciudadano que hizo honor al país. El concepto que más aportó fue sobre los ribetes del problema de la productividad y cómo hacer para mejorarla, con base en la ciencia educativa y la solidaridad social, puntales del conocimiento. Esa ha sido su gran obsesión académica”.

Hernán Bonilla, presidente del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), dijo que “Pascale fue uno de los principales pensadores económicos que tuvo Uruguay en las últimas décadas, desde la acción práctica al frente del BCU en tiempos difíciles y también en una larga y fructífera tarea como docente universitario, donde tuve el gusto de tenerlo como profesor”.

“Miles aprendimos con él, no solo de su libro de finanzas sino de su experiencia práctica. Aportó mucho en pensar el desarrollo con foco en la innovación. Nos ayudó a pensar mejor el Uruguay”, añadió.

El director ejecutivo del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres), Ignacio Munyo, relató que “Pascale, con optimismo, pasión y arte, me introdujo en el complejo mundo de las finanzas. Sus clases eran una recopilación ordenada de anécdotas y experiencias relacionadas al curso de finanzas”.

“Fueron más de 20 años de relación y amistad. Ricardo hizo un gran aporte al país a la salida de la dictadura, cuando asumió la presidencia del BCU en una situación muy delicada de todos los bancos. Trabajó para evitar crisis financieras, y también para ir acomodando el sistema tras la ruptura de la ‘tablita’ en 1982. Ese fue su gran aporte y por décadas de docencia, con una sonrisa y su humor especial”, añadió Munyo.

El economista Aldo Lema, socio de Vixion Consultores, recordó que Pascale “enfrentó una etapa compleja en su primera presidencia del BCU por los problemas económicos de la transición democrática, las herencias de la crisis bancaria y las inestabilidades regionales. Lidió razonablemente bien con todo eso, aunque a costa de alta inflación. Fue precursor en la promoción de la enseñanza de las finanzas, el comportamiento de los precios de los activos, la teoría de portafolios y los derivados financieros”.

José Antonio Licandro, exintendente de Regulación Financiera del BCU, dijo que “la obsesión de Pascale fue la toma de conciencia de la importancia de la 4ª Revolución Industrial, cuyo paradigma es la inteligencia artificial”.

Foto: Leonardo Mainé