Los Lakers se meten en un lío muy gordo – AS

Otra vez, el desastre. Es lo que les pasa a los Lakers cada vez que parecen emerger y dan atisbos de esperanza: que se van de ese lugar tan pronto como han venido. Con una recaída que deja todavía peores sensaciones que en la ocasión anterior y con menos visas de que este equipo se convierta en uno que pueda luchar por el campeonato. Si es que hay alguien que puede ser tan osado para pensar algo así, claro. Independientemente de lo que se consiga hacer en el mercado eso parece cosa de magia y que el año pasado se consiguiera remontar de forma milagrosa con un baloncesto genial en marzo y abril no significa que esta temporada se vaya a hacer lo mismo. Entre otras cosas, porque lo de aprobar estudiando el último día no siempre resulta. Y los Lakers se han abonado a una táctica muy cobarde, han desaparecido tras ganar el In-Season Tourmant y han tenido ramalazos de excelencia tan efímeros que a veces cuesta pensar que se hayan producido. Se ponen 24-24 porque, al final, son un equipo del 50% de victorias. Nada más.

Los Lakers perdieron contra los Rockets, a los que podrían haber eliminado de la lucha por el play in, una que ahora tiene un nuevo invitado. Y si bien la derrota de los Jazz ante los Nets da algo de aire (los de Utah se ponen 24-25), los texanos se meten en la pelea: 22-24. Son jóvenes, descarados, están bien entrenados por Ime Uduka y tienen poco que perder y mucho que ganar, por lo que serán un hueso duro de roer de aquí a final de temporada. Mientras que los Mavericks, en la octava posición, ganan y ponen tierra de por medio. Todo son problemas para los Lakers, un equipo liderado por una estrella envejecida y otra que, si bien no tiene una edad tan avanzada, siempre ha parecido mayor de lo que es, quizá por la cantidad de lesiones que ha arrastrado durante su carrera. Y se viene gira por la Conferencia Este, con esta noche partido en Atlanta contra los Hawks. LeBron James planea jugarlo, pero Anthony Davis es duda por problemas en las lumbares. Algo extraño si tenemos en cuenta que el primero tiene 39 años y el segundo todavía no ha llegado a los 31.

No hubo historia: con 30-29 a 2:30 para el final del primer cuarto, los Lakers encajaron un parcial de 12-2 que enterró todo tipo de esperanza. En ese momento, se juntaron en pista D’Angelo Russell, Rui Hachimura, Jared Vanderbilt, Max Christie y Christian Wood, con LeBron y Davis en el banquillo. Una decisión que vuelve a señalar a Darvin Ham, permanentemente cuestionado y con medio Twitter (o X, o como se llame…) pidiendo su salida de los Lakers, con días en los que el otro medio también se apunta a la fiesta. El entrenador ha dado brevísimos ejemplos de brillantez desde la Copa NBA y muchos de inoperancia, tedios, incomparecencia e imposibilidad manifiesta para encontrar soluciones. La diferencia de cantidad entre lo primero y lo segundo le condena, y que LeBron juegue casi 37 minutos en un partido que los angelinos fueron perdiendo por 30, con Russell yéndose por encima de los 41 es un ejemplo de que hay veces que da la sensación de no saber lo que hace. En el primero asalto de un back to back y en un duelo resuelto. En fin: sin comentarios.

Por resuelto, el partido lo estaba desde el descanso, cuando los Rockets sumaban 78 puntos y los Lakers 60. Por si acaso, la ventaja aumentó en los últimos 12 minutos hasta el 108-84. Por aquel entonces, las cámaras ya habían captado una mirada matadora de LeBron a Ham desde el banquillo. Todo fue en vano: el Rey se fue a 23 puntos, 6 rebotes y 10 asistencias tras el titánico esfuerzo demostrado ante los Warriors, mientras que Davis consiguió otros 23, pero sin ser dominante en la zona y con muchos dolores. Russell fue el otro que pasó de la veintena al lograr la misma cifra, pero abusando demasiado del triple: 3 de 12. Mientras que Hachibura, desde el banquillo, aportó 16 con otra grandísima serie de lanzamiento: 4 de 5 en tiros de campo, 2 de 3 en triples y 6 de 8 en tiros libres para 22 minutos. Cuesta saber por qué no le pone más minutos, al igual que a un Vanderbilt que se quedó en menos de 8 en pista. Las rotaciones de Ham son seguramente su mayor problema y se hace mucho más evidente en una regular season que a veces se hace eterna que en unos playoffs que ya veremos si los Lakers acaban jugando.

En los Rockets, que pase lo que pase ya han cuajado una gran temporada y han salido del pozo eterno en el que se sumieron sin cuerda para salir desde que James Harden dijo adiós a la franquicia, hubo de todo, y casi todo bueno. Alperen Sengun se fue a 31 ùntos, 12 rebotes, 7 asistencias, 2 robos y 1 tapón y se exhibió ante un Davis al que ganó la partida de forma clara. Jalen Green se fue a 34, también con 12 y 7, una exhibición fantástica que, junto a la de su compañero, fue una delicia de ver. También aportó 18 Jabari Smith, 20 Cam Whitemore… y 17 Dillon Brooks, ese hombre que se ha postulado como archienemigo de LeBron y que copa las redes sociales por sus gestos y una agresividad que a veces roza la violencia. Los Lakers pidieron su expulsión por dos acciones muy duras, pero el Rey se limitó a pasar del tema cuando le preguntaron por el canadiense. En realidad, siempre ha hecho caso omiso a la pelea. Es una estrella que se encuentra en su 21ª temporada en la NBA y ha tenido multitud de rivalidades, todas ellas mejores que ésta, que no se puede ni llamar así. A LeBron no le importa Brooks, le importa otra cosa. Y es, claro, que los Lakers van mal. Muy.