¿Cambios personales o crecer juntos?

Te amo, pero me gustaría que cambies, que fueras más ordenado, hogareño, delgada, alegre, etc. Y así decimos cómo queremos que Él/Ella sea, para hacernos felices a nosotros.

¿Lo amas en realidad o estás enamorado de una persona ficticia que inventaste a tu conveniencia? ¿Pedirle a tu pareja que cambie, para que Tú seas más feliz, no es acaso una forma de chantaje o egoísmo? ¿Por qué razón crees que el otro es el que debe de adaptarse a Ti y no al revés?

Por otra parte, están aquellos que afirman “acéptame como soy o déjame”, que también es una forma de egolatría, pensar que no tenemos defectos, que somos perfectos. Ni siquiera nos permitimos pensar en la posibilidad de mejorar.

El ser humano es así, no nos gusta que nos presionen para hacernos cambiar, muchas veces solamente por el hecho de sentirnos presionados a cambiar nos hace llevar la contraria, aunque sepamos que no tenemos la razón. Nos entercamos en nuestra posición para no sentirnos débiles o manipulados, darle la razón al otro sería como perder en una batalla de Egos, y ¡a nadie le gusta perder! ¡Vaya problema!

¿Qué hacer entonces con nuestros defectos personales? ¿Quedarnos estancados en nuestros defectos, esperando que el cónyuge nos acepte tal y como somos? ¡Claro que No!, hagamos un esfuerzo por mejorar, no hay que olvidar que todo está cambiando y evolucionando en el universo, todo fluye con el tiempo, inevitablemente, así sucede también con las relaciones personales, ya sea para bien o para mal, no podemos permanecer estáticos y rígidos en nuestras posturas, es un error pensar que existirá un momento en que la relación sea perfecta y no se necesite crecer y madurar, o que es algo ya terminado como si fuera un aspecto físico, pero ¡no es así!

Toda relación de pareja está en un continuo proceso que no tiene fin, ni puede permanecer estática, está constantemente cambiando, para bien o para mal. Ayudémonos mutuamente a cambiar para mejorar, aceptémonos durante este proceso de transformación, pero sin pleitos, ni discusiones constantes por el mismo tema.

Nos equivocamos al pensar que ser feliz es no tener ningún problema, eso es una tontería. ¡Las parejas que son “felices” también tienen problemas y discuten! Pero ojo, no pasan de la discusión al pleito.

La diferencia con las parejas infelices, es que las primeras saben cómo “aceptarse” entre sí para salir fortalecidos después. Nos olvidamos frecuentemente que no estamos solos en este barco, que compartimos el mismo destino como pareja.

Por eso la aceptación, de algunos defectos no capitales de nuestra pareja, ayudará en gran parte a tener una relación más fluida entre ambos, me refiero a defectos no mayores, pues todo tiene un límite y aquí no es aceptable la violencia, ni los actos abusivos o injustos, aquí estamos refiriéndonos a defectos menores que quizás tendremos de por vida, es por esto que la aceptación debe ser reciproca y no de un único lado, pues el crecimiento personal de AMBOS deberá ser una meta común: ¡crecer como pareja!